Por Antonio Miranda .
Entre paisajes gélidos y lugares
yermos, la mente humana deambula nerviosa alrededor del concepto de la Idea
como algo abstracto, desconocido y superior que, incluso, podría llegar a ser
simplemente un amasijo de problemas y turbaciones que terminaran por plantearse
lo ignorado y los límites del pensamiento. En este campo de la concepción de
‘’Interstellar’’ aparece con fuerza, y casi como único linde que toca, la
partitura de Hans Zimmer. Resulta conmovedora, dramática y al mismo tiempo
diría que hasta fríamente estudiada. Su orientación es estrictamente
descriptiva; Zimmer y Nolan declinan contar prácticamente nada del filme y sí,
paralelamente a la acción y argumento, dibujar, como exquisitos pintores, los
perfiles sinuosos y trascendentes de la filosofía de la existencia.
El compositor alemán opta por el
lado sublime de la música y elige el órgano como símbolo absoluto de lo que
pretende dar a conocer. He leído a este respecto y en muchos sitios de crítica
de cine la unión y el ‘’homenaje’’ que Zimmer aplica en su trabajo para con la
anterior ‘’2001: una odisea en el espacio’’. Nada más lejos. Bien conocido por
los amantes de la cultura musical resulta el empleo de este instrumento en
situaciones y referencias religiosas que, antiguamente, resultaban las bases de
cualquier pensamiento más allá de la materia y que hoy en día (e igualmente en
la película que tratamos, y gracias al cuestionamiento de la existencia de
Dios) se han ido ampliando a cualquier tipo de pensamiento o filosofía. De esto
se trata y el órgano lo refleja. Es más, Zimmer aplica su uso a lo largo del
extenso metraje en situaciones clave, bien repartidas y equilibradas para dotar
a toda la historia y dar cuenta al espectador (sin que decaiga esta cuestión
trascendental citada) de una globalidad metafísica continua: en la escena
inicial ya podemos escucharlo; el paso secuencial de los primeros sucesos
terrenales al ámbito espacial también es descrito mediante la presencia
protagonista del instrumento. La niña, transcurridos los años, envía el primer
mensaje a su padre y por último, cargada de una fuerte simbología vital, la
escena del acoplamiento del módulo de los dos astronautas con la nave
Endurance. Secuencias bien repartidas y magistralmente protagonizadas por el
sonido divino del órgano (que también asoma en muchos otros momentos, menos
cruciales y complementando las bases melódicas).
Los innumerables y bien merecidos
seguidores de este genial artista moderno percibirán en el trabajo para
‘’Interstellar’’ ciertos matices que rememoran estructuras de varios scores
anteriores. Lo percibimos en los sutiles
y estupendos fragmentos que apoyan los diálogos o los acontecimientos
enlazados. Zimmer nunca sobrepasa el límite de la elegancia. Más allá de estos
pequeños parecidos, el artista consigue crear uno de los trabajos más
personales y fuertes de sus últimos años. Afortunadamente, no ha acudido a
‘’cancerígenas’’ colaboraciones con otros artistas y el esfuerzo intelectual
que la película suponía lo ha conseguido trasladar él solo a unas notas, como
digo, de lo mejor que ha hecho en mucho tiempo.
Uso limitado y sutil de sonidos electrónicos y un empleo de las cuerdas
orientado hacia lo clásico y que en momentos ejercen un poder luminoso que,
junto al órgano, completan la idea del Más Allá que plantea la película,
cualquiera que sea su orientación. Y no
lo olvidemos, el uso del minimalismo como nunca presente en la obra del
compositor alemán. Una gran y agradable sorpresa que demuestra su versatilidad.
Concluyendo, nos encontramos ante
una de las composiciones más serias y, sin duda con el paso del tiempo, que más
se valorarán del maestro que revolucionó el cine de acción. Lejos de su
conocido y repetido estilo, disfrutaremos de una filosofía musical que deleitará
el oído de cualquier amante de la buena música y dará a conocer cómo se puede
crear una maravillosa partitura para cine sin narrar nada de lo que ocurre en
pantalla. La evocación mental de los análisis y conclusiones dependen mucho de
ella. La perturbada cuantización del espacio existencial que provoca el
escrutinio cuidadoso de la trama, apoyada en los instantes delicados y místicos
de la música, hará que veamos esta película de forma muy distinta a lo
predecible. Sin ninguna duda, la partitura para ‘’Interstellar’’ ha supuesto la
(citada) cuantización de la música, alejada en esta obra de su contraria: la
humanización artística; ‘’Interstellar’’ deriva en aquello que se aleja de lo
terrenal y se inyecta directamente en la religión, las creencias o la Idea (de
Dios tal vez). Disfrútala y piensa.
Tremendo análisis. Nunca le darás el 5 estrellas a Hans Zimmer? jaja. Saludos
ResponderEliminarGracias Step! Este score es maravilloso (y más todavía junto a su aplicación en pantalla). Zimmer es un compositor (siempre hablando en términos de opinión personal) clave en la música de cine moderna. Es más, en mi opinión tiene dos composiciones que generaron un cambio tan radical e importante que no se podrían dejar nunca de lado: ''The Rock'' y ''The peacemaker''. En una lista suya no las pondría las primeras, pero sin duda sí las más influyentes. Creo que está por llegar su obra cumbre ya que, si bien presenta bastantes partituras medianas, nunca ha dejado de componer joyas auténticas. La obra ***** pronto, seguro, pronto llegará. Saludos!
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