Otilia (Anamaria Marinca) y Gabita (Laura Vasiliu) comparten habitación en una residencia universitaria durante los últimos años del comunismo. La segunda de ellas ha quedado embarazada y decide abortar, por lo que se ponen en contacto con el señor Bebe (Vlad Ivanov) para interrumpir el embarazo de forma clandestina.
Filme rumano que se alzó con la Palma de Oro en el Festival de Cannes de 2007, cuyo título alude al período de gestación en el que se encuentra una de sus protagonistas.
Se trata de un drama de austera y realista puesta en escena que aborda el siempre polémico tema del aborto, y lo hace sin emitir juicios al respecto, presentando el asunto en su cruda desnudez, evitando efectismos y sermones.
La película se beneficia de una acertada exposición de ambientes sórdidos por los que transitan sus personajes, retratados con una fotografía tenebrista en la que predominan los grises y azules de tonalidades apagadas.
El uso en muchas secuencias de la cámara de mano refuerza el realismo de un relato duro en el que no caben las concesiones, y en el que ni siquiera se utiliza la música para enfatizar los estados de ánimo. Abundan, además, elaborados planos secuencia y largos planos fijos que relegan al montaje a una simple función ensambladora.
Su objetiva frialdad es quizás el mayor logro de una cinta que, por otra parte, es incapaz de ir más allá de la premisa que plantea. De hecho, apenas se hace alusión al turbulento contexto sociopolítico en el que se desarrolla, del que sabemos por un par de pinceladas y por el secretismo con el que actúan los personajes.
Uno de sus puntos a favor es la convincente interpretación de Anamaria Marinca, cuya Otilia se convierte en la verdadera y sacrificada heroína del filme. Sus angustiosos paseos por la desasosegante noche rumana con el objetivo de deshacerse del feto de su amiga son de lo mejor de una película que, aunque sobreestimada por buena parte de la crítica, resulta recomendable.