Tres colores: Azul (Trois couleurs: Bleu, 1993), de Krzysztof Kieslowski.

“Soy nada más que un observador” 
(Kieslowski).

Después de sufrir un grave accidente de tráfico en el que han perdido la vida su marido, prestigioso compositor de música, y su hija, Julie (Julieta Binoche) decide aislarse del mundo, desprenderse de sus posesiones e iniciar una solitaria existencia. Sin embargo, la presencia de Olivier (Benoît Régent), antiguo ayudante de su marido, ahora enamorado de ella, y la de una obra inacabada que éste dejó, un concierto para la conmemoración de la unificación europea, la empujarán a enfrentarse con su doloroso pasado.


Trois couleurs: Bleu, constituye la primera entrega de la trilogía que el cineasta polaco Krzysztof Kieslowski dedicó a los colores de la bandera francesa, inspirándose libremente en los valores que cada uno de ellos representa: el azul, la libertad; el blanco, la igualdad; el rojo, la fraternidad. No obstante, el director desposee a esos valores de su anticuado contenido político para encaramarse sobre cimas más metafísicas. La película se alzó con el León de Oro en el Festival de Venecia, donde también se premió el trabajo realizado por su actriz principal.


El filme, bello, enigmático, misterioso y evocador, se beneficia de la hermosa fotografía de Slawomir Idziak, la magistral partitura de Zbigniew Preisner, el gran trabajo interpretativo de una hermosa Juliette Binoche y el ornamental estilo visual y narrativo de su particular realizador. Sin embargo, el conjunto ofrece menos de lo que en principio promete, contiene pasajes que poco aportan al devenir de la trama (la relación de “amistad” entre Julie y su vecina prostituta, o el episodio de la rata y sus crías), carece de la emotividad necesaria y desaprovecha a algunos personajes secundarios, como el de la madre enferma de la protagonista, a quien da vida Emmanuelle Riva. Eso sí, el autor de La doble vida de Verónica hace un uso exquisito de la banda sonora, además de filmar cada plano con suma elegancia y delicadeza. El color azul, como indica el título, está presente a lo largo de toda la película, aunque a veces sea de un modo sutil, apenas perceptible (la lámpara, la piruleta, la luz que se filtra a través de las ventanas…).


Tres colores: Azul, es una historia sobre el dolor y la superación, un relato que gira en torno a la libertad emocional del individuo, a su capacidad por desligarse de las emociones inherentes a su débil condición humana. Quizá no sea esa obra maestra de la que tanto se ha hablado, pero sigue siendo un ejercicio profundamente inspirador.


8 comentarios:

  1. Una película que podría ser una obra maestra pero que adolece de eso que precisamente pones en la cita. Si en vez de limitarse a ser un mero observador hubiera sido capaz de implicarse más, los espectadores nos sentiríamos mas cerca del dolor de la protagonista. Yo incluso le quitaría media estrellita.
    Saludos.

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    1. Hola, Francisco:
      Estoy de acuerdo en que a la película le falta carga dramática, emotividad.

      Un saludo.

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  2. La vi hace mucho tiempo pero también me pareció algo sobrevalorada, estéticamente impecable pero poco más. Del director prefiero "La doble vida de Verónica" o la serie sobre los diez mandamientos. Saludos.

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    1. Hola, ricard:
      Para mí "La doble vida de Verónica" es su obra cumbre.

      Un saludo.

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  3. Vaaaaale reconozco que aquí la Binoche está genial ;) Eso sí, coincido en que "Azul" está algo sobrevalorada, como toda la trilogía a mi parecer...yo tambien prefiero las que menciona ricard.

    Un saludo.

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    1. Hola, David:
      De "Blanco" y "Rojo" hablaré en breve. La Binoche siempre está bien :)

      Un saludo.

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  4. Algo sobrevalorada, pero se ve haecha con buen gusto, yo disfrute con su visionado, entiendo que el director podía haberse implicado más en el personaje de Binoche.

    Un saludo.

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    1. Hola, Susan:
      Kieslowski era un director exquisito en el plano estético, eso resulta indudable. Quizá algunas de sus películas sean demasiado frías.

      Un saludo.

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