“Siempre
habíais sido lo más caro a mi corazón, mi posesión y mi obsesión; por eso
tuvisteis que morir prematuramente”.
(Friedrich
Nietzsche)
Afectada
por la muerte de su mejor amiga, Claire (Anais Demoustier) decide hacer una
visita a David (Romain Duris), el marido de ésta, que vive junto con la pequeña
Lucie, su hija. Es entonces cuando Claire descubre la afición de David por
travestirse.
Desde
Rainer Werner Fassbinder, no recuerdo una reflexión tan compleja, original y
atrevida sobre la identidad sexual (y emocional) del individuo como esta
deliciosa extravagancia del cineasta galo François Ozon (Dans la maison, 2012). Lamentablemente, por lo que leo y escucho,
no todos han sabido apreciarla como merece.
Une nouvelle amie
se inicia con una sucesión de planos detalle de un cadáver que está siendo
maquillado y vestido en el interior de un ataúd. Se trata del cuerpo sin vida
de Laura (Isild Le Besco), la amiga de siempre de Claire, la protagonista, que ha
muerto joven a consecuencia de una grave enfermedad. Como se irá viendo con el
paso de los minutos, la decisión por parte del realizador de empezar así no es en
absoluto arbitraria, puesto que los actos de maquillarse y vestirse jugarán un
papel muy importante en el desarrollo de la trama. Estos diez primeros minutos
de metraje, acompañados por la delicada partitura de Phillippe Rombi, son de
una condensación y economía narrativas en verdad admirable. Mientras Claire lee
su discurso de despedida hacia Laura en la iglesia, Ozon inserta un flashback (no será el único durante la
película) en el que se nos muestra la estrecha relación que han mantenido ambas
a lo largo de la vida, desde que se conocieron de niñas en la escuela, hasta
que contrajeron matrimonio con sus respectivas parejas. En general, todo el
filme está exquisitamente escrito (el guión es obra del propio Ozon a partir de
un relato corto de la escritora británica Ruth Rendell), rodado e interpretado,
destacando el magnífico trabajo de Romain Duris en su doble rol de
David/Virginia.
Como ocurría en Rebeca (Rebecca, 1940), de Alfred Hitchcock, o Laura (ídem, 1944), de Otto Preminger; o incluso Vértigo (Vertigo, 1958), también de Hitchcock (la rubia y la pelirroja), la
ausencia permanentemente presente de un personaje condiciona el comportamiento
del resto. Aquí, el dolor por la pérdida de Laura, convertido en obsesión, provoca
en los dos protagonistas la irrupción de sus deseos más profundos, hasta ese
momento velados, reprimidos: el travestismo en el caso de David, y la
homosexualidad en el caso de Claire. Ambos han compartido el mismo objeto de
deseo: Laura. Es por esa razón que el primero intenta transformarse en ella
(utiliza sus vestidos y se pone una peluca rubia similar al cabello que lucía
la fallecida); y la segunda, poseerla a través del primero.
Duelo,
sorpresa, incredulidad, acercamiento, comprensión, amistad, deseo, temor,
¿amor? Así podrían definirse los distintos estadios por los que atraviesa la
relación entre Claire y Virginia (que no David). Ozon, que vuelve a dar
muestras de sus dotes como narrador y de una elegante sencillez en la puesta en
escena, enfatiza durante toda la película la dualidad identitaria de sus
personajes a través del uso metafórico de los espejos (muy abundantes), el
vestuario y el maquillaje.
Un
trabajo notable, en definitiva. Equilibrado en su mezcla de drama y humor, complejo,
audaz y sumamente entretenido.
Tuve la oportunidad de verla el pasado lunes en pantalla grande y versión original subtitulada, y pese a que mis expectativas eran bajas, pues no había leído buenas críticas, me llevé una grata sorpresa y coincido tu apreciación de valorarla como un film muy digno que está por encima de la media. Es un thriller sentimental con elementos de melodrama y comedia, que te mantiene atento toda la película en espera de ver como se desenlaza esta historia tan singular. La puesta en escena me ha gustado mucho, y las primeras escenas que presentan la relación de amistad intima y lesbianismo latente entre Laura y Claire pueden considerarse magistrales. También considero destacable las dos interpretaciones y en especial la de Roman Duris en el papel de David. Creo que Ozon muestra con gran sutilidad y elegancia el tema del travestismo, y la relación de Claire con David, que como bien has destacado tiene como telón de fondo el recuerdo de Laura y el lesbianismo latente entre ésta y Claire. Por otra parte me sorprende la polémica y disparidad de criticas que ha recibido la película, a la que se la odia o se la ama sin término medio. Puede que ello sea debido a que así como la homosexualidad, poco a poco, está siendo aceptada como algo normal, a los travestis se les ve como pervertidos - así lo expresa varias veces Claire - o como extravagantes en el mejor de los casos, y tales perjuicios, que a veces laten en el subconsciente, han podido llevar a ciertos críticos a considerarla como una película extravagante e inverosímil, e incluso decir que es ridícula. Es la cuarta película que veo de Ozon - “La piscina“, “En la casa“, “Joven y bonita” son las otras tres - y todas me han gustado en mayor o menor medida. Como director me recuerda a Chabrol con su mirada incisiva sobre la burguesía gala. Dicho esto, quedo en espera de la publicación de la lista de los mejores directores franceses, a ver como sitúas a los directores de la “Nouvelle Vague” que ya se que no son santos de tu devoción. Saludos Ignacio 65
ResponderEliminarHola, Ignacio65;
EliminarMiedo me da publicar mi lista de los mejores directores franceses :). Más de uno se está afilando los dientes ya...
Un saludo.
Coincido plenamente con tu crítica, Ricardo (com siempre, ¡vaya síntesis!), y también con el comentario de Ignacio65. Solo añadiría como valor la pasmosa facilidad con la que Ozon consigue que el espectador pase casi sin solución de continuidad de la carcajada (la película es muy muy divertida) a la emoción (la película es muy muy tierna, y está impregnada de patetismo, en el mejor sentido de la palabra). Todavía me pregunto donde está el secreto de tal habilidad. Se ha señalado repetidamente la mezcla de géneros de la película (comedia/drama), pero quizá sería más apropiado hablar no de mezcla de géneros, sino de película transgénero, en el sentido de que más que combinación o alternancia hay fusión. También se ha comparado la película con algunos films de Almodóvar, pero no comparten más que el tema del travestismo o el transformismo, pues el tratamiento es completamente diferente: Almodóvar no pasa de ser un costumbrista trasnochado que, como Alaska, siempre subraya el resultado, que en este caso es la ‘diferencia’ (“yo soy así, nunca cambiaré”) –como si la diferencia fuera algo ya dado de antemano, no una construcción, algo a lo que, en el mejor de los casos, ‘se llega’, que es lo que le interesa a Ozon--, y crea comunidades de submundo (locas todas de atar, histéricas artistas llenas de ínfulas, de citas y de películas) más que conflictos de identidad. En la película de Ozon hay un ser (David) que necesita a otro (Claire) para ‘sacar del armario’ (socializar) su travestismo, y otro ser (Claire) que necesita a otro (Virginia) para asumir su homosexualidad. Todo se debate en esta especie de ménage à trois (o à quatre, pues también hay que lidiar con la difunta, Laura). Se le pueden achacar a la película algunas secuencias mal resueltas (Claire acaba imaginando que su marido y David se lo montan en la ducha del polideportivo, después de jugar al tenis; la secuencia tiene mucho misterio y mucho morbo en todo su desarrollo, pero su desenlace es un gatillazo) o sobrantes (el sueño homosexual de Claire: ¿era necesario?). Alguien verá en el desenlace un ‘happy end’ demasiado obvio y complaciente, pero bueno, el mismo Ozon problematiza esta lectura presentando un paisaje y un horizonte, al que se dirigen Claire, Virginia y Lucie (y las vemos de espaldas, de manera que lo que se subraya es precisamente este paisaje y este horizonte), que son puro cliché rosa. Maravillosa.
ResponderEliminarHola, Josep:
EliminarSería incapaz de etiquetar con un género determinado a esta película. Lo que tengo claro es que me parece mucho más dramática que cómica; y creo que das en el clavo al definirla como "tierna" y cargada de "patetismo". Muy de acuerdo con tu comentario. Me alegra que te haya gustado tanto como a mí.
Un saludo.