El sueño de Casandra (Cassandra´s Dream, 2007) de Woody Allen.

“Es pecado lo que inflige remordimiento”.

(Cesare Pavese)

Ian (Ewan McGregor) y Terry (Colin Farrell) son dos hermanos londinenses que, debido a sus problemas económicos, de diferente matiz, se ven envueltos en un crimen.

Cassandra´s Dream supone uno de los trabajos más oscuros, pesimistas e infravalorados de la filmografía de Woody Allen. En él, el autor de Delitos y faltas reflexiona sobre la vileza de algunos actos humanos y las terribles consecuencias que estos acarrean. De fuerte contenido moral, la película, con resonancias del Dostoievski de Crimen y castigo, se erige a partir de esa concatenación de sutiles ironías que presiden nuestra arbitraria existencia.

En El sueño de Casandra (el título alude tanto a la pequeña embarcación que los protagonistas compran al principio del filme como al mito griego) encontramos a dos hermanos con diferente personalidad, en apuros económicos por distintas razones. Ian, el mayor, necesita el dinero para complacer a Ángela (Hayley Atwell), una actriz de teatro a la que considera la mujer de sus sueños, cuando en realidad se trata de una fulana interesada; mientras que Terry, un pobre diablo, lo necesita para hacer frente a sus deudas de juego. Ambos consideran que el tío Howard (Tom Wilkinson), un pariente rico que recuerda en determinados aspectos al tío Charlie de La sombra de una duda (Shadow of a Doubt, 1943), de Alfred Hitchcock, es su solución, pero, he aquí la paradoja, lo que desconocen es que también será el origen de sus problemas (omito el spoiler). Lo que verdaderamente parece interesar a Allen, es cómo sus dos personajes principales se enfrentan a un mismo hecho y a las consecuencias de éste de desigual manera. En ese sentido, la extrema frialdad con la que actúa Ian contrasta con el sufrimiento de conciencia que padece Terry. Ewan McGregor y Colin Farrell (dos actores a reivindicar) están espléndidos en sus respectivos roles.

El realizador neoyorquino opta por una puesta en escena sobria, manejando con habilidad una gran gama de recursos técnicos y narrativos como las tomas largas, el travelling, la elipsis o el fuera de campo (magnífica la escena del asesinato), y reforzando el suspense de algunas secuencias gracias la inquietante partitura de Philip Glass.

Junto a Match Point, cinta con la que la presente comparte bastantes cosas, el mejor Allen de la última década.