“La vida es un montón
de insignificantes e irónicas ruinas”.
(Pier
Paolo Pasolini)
Se
narra el último día en la vida del escritor, poeta y director de cine italiano
Pier Paolo Pasolini (Willem Dafoe) antes de ser asesinado en la madrugada del 2
de noviembre de 1975.
Interesante,
aunque insuficiente acercamiento/homenaje a la controvertida figura de Pier
Paolo Pasolini a través de la descripción de sus últimas horas de vida en Roma,
y de la plasmación en imágenes de algunos de sus escritos y de la que debía
haber sido su siguiente película (Porno-Teo-Kolossal)
tras la filmación de Saló o los 120 días
de Sodoma (con imágenes de ésta proyectadas sobre una pantalla arranca el
filme). Lo mejor de la cinta que nos ocupa es, sin duda, la magnética presencia
de Willem Dafoe, quien, ataviado con gafas oscuras y ropa al estilo de los
setenta, y a pesar de hablar en inglés americano, ha sabido resucitar en tono
elegíaco al fantasma del autor de Accattone.
Abel
Ferrara, con guión de Maurizio Braucci, crea desde el respeto y la más profunda
admiración, el retrato de un hombre insatisfecho, provocador y sumamente
crítico con la sociedad de su tiempo (conocidos son sus feroces ataques al poder,
al consumismo y al nuevo fascismo). La película funciona mientras Dafoe está
presente. Es decir, cuando se describe el último día de vida del cineasta, al
que vemos leer por la mañana sobre la convulsa situación social que vive Roma
en el Corriere della Sera, sentarse a escribir a máquina, comer
junto a su amada madre y unos amigos a mediodía, jugar al fútbol con los chicos
del barrio, conceder su última y premonitoria entrevista a Furio Colombo de La Stampa durante la tarde (“Estamos todos en
peligro”, le dice al periodista), o salir a cenar por la noche antes de que
la búsqueda de sexo con un joven lo conduzca a la perdición en una solitaria playa
de Ostia. Sin embargo, tropieza cuando Ferrara intenta emular a Pasolini con la
recreación de fragmentos del último guión escrito por el artista italiano (como
decíamos, Porno-Teo-Kolossal, la
historia de un hombre de mediana edad que, junto con su nuncio o ángel de la
guarda, sigue al cometa que anuncia la llegada de un nuevo mesías). Y es que el
universo pasoliniano, guste más o menos, es tan personal, pintoresco e intransferible, que resulta
ridículo en manos de cualquier otro realizador.
Con
respecto al brutal asesinato de Pasolini, del que probablemente nunca sepamos
toda la verdad, Ferrara no opta, al menos de una forma abierta, por la teoría
conspirativa del crimen político, sino que lo muestra como el crudo resultado
de una sociedad que se regodea en la violencia.
En
definitiva, con Pasolini uno tiene la
sensación de que el autor de Teniente
corrupto se queda a medio camino en casi todo. Una pequeña decepción.
La vi anoche y sí, lo mejor es Dafoe.
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