“Como
fuerza social, un individuo con una idea vale por noventa y nueve con un solo
interés”.
(John
Stuart Mill)
Irlanda,
1932. James Gralton (Barry Ward) vuelve a su pueblo natal, en el condado de
Leitrim, después de pasar unos años exiliado en Estados Unidos por motivos
políticos. Sus viejos amigos lo animan para que reabra su salón de baile, lo
que le acarreará nuevos problemas.
Gustará
más o menos, pero lo que no se le puede discutir al veterano realizador
británico Ken Loach es la coherencia de su filmografía. En Jimmy´s Hall, película basada en la figura histórica de James
Gralton, primer deportado político de la República de Irlanda, el autor de Tierra y libertad (Land and Freedom, 1995)
regresa a una temática, la lucha de clases; un paisaje, el irlandés; y unos
personajes, jornaleros activistas, propietarios intransigentes y sacerdotes
reaccionarios; bastante comunes dentro de su ya extensa obra. Como resultado
obtiene un filme quizá menor, de escasa relevancia, aunque muy bien hecho.
Partiendo
de un planteamiento ciertamente maniqueo, cosa típica en Loach, Jimmy´s Hall centra su atención en el conflicto ideológico que
surge en una pequeña comunidad irlandesa a consecuencia de la reapertura de una
suerte de salón cultural en el que, además de celebrarse bailes nocturnos, se
imparten clases de canto, literatura, boxeo o música. Salvo excepciones, los
asistentes suelen ser miembros de las capas sociales menos favorecidas,
trabajadores en su mayoría, lo que enfurece a los estamentos más conservadores
de la población, encabezados por el padre Sheridan (Jim Norton), quien, desde
su púlpito, censura las actividades que tienen lugar en el salón, incitando a
sus feligreses a que actúen contra el “comunista
Gralton” y los suyos. Loach opta por una puesta en escena sobria, destacando
el equilibrio existente entre las escenas de interiores y las de exteriores. El paisaje
irlandés aparece bellamente captado por la bonita fotografía de Robbie Ryan.
Bien
escrita (el guión es de Paul Laverty, colaborador habitual del director) bien
rodada, bien contada, bien interpretada y, pese a todo, rutinaria, carente de
pasión, intrascendente.
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