“La
intolerancia puede ser definida aproximadamente como la indignación de los
hombres que no tienen opiniones”.
(Gilbert Keith Chesterton)
Se narran, de manera paralela, cuatro historias
ubicadas en diferentes épocas: la caída de Babilonia en el año 539 a.C.; la
Pasión y muerte de Jesucristo en la Judea del siglo I; la Masacre de la noche
de San Bartolomé en la Francia de 1572; y otra ambientada en la etapa
contemporánea.
Si hay una película monumental por excelencia en la
historia del séptimo arte, esa no es otra que Intolerancia, el proyecto más ambicioso del realizador
estadounidense David Wark Griffith (costó alrededor de doce millones de dólares
de la época), y uno de los títulos esenciales de la cinematografía silente. Esta
reflexión acerca de la intolerancia, el amor, la traición y el odio a través de
los tiempos, sigue sorprendiendo, casi un siglo después de su estreno, por su
mastodóntica concepción visual y su vigor narrativo.
En principio, Griffith había rodado un solo filme, La madre y la ley, un drama sobre la
injusticia social de carácter folletinesco con una pareja de origen obrero como
protagonista. Sin embargo, el éxito obtenido con El nacimiento de una nación (The
Birth of a Nation, 1915), le hizo filmar otras tres historias ubicadas en
distintas épocas, por lo que La madre y
la ley terminó siendo simplemente una de ellas, la que acontece en el
período moderno; aunque, por motivos obvios, se mantuvo como la de mayor
metraje. La parte menos extensa, es la correspondiente al martirio y muerte de
Jesús, en la que sólo se exponen algunas escenas del Nuevo Testamento como las
bodas de Caná, el intento de lapidación a María Magdalena o la crucifixión. Su
importancia dentro de la película no deja de ser bastante residual, limitándose
a otorgar al conjunto de la obra un sentido cristiano. Mucho más conseguidos
están, bajo mi punto de vista, los pasajes relativos a la Masacre de la noche
de San Bartolomé y, sobre todo, los que ilustran la caída de Babilonia, donde
destaca la impresionante reconstrucción de la antigua ciudad mesopotámica.
Desde un punto de vista técnico, Intolerancia debe ser considerado uno de
los títulos más influyentes de todos los tiempos gracias al uso que hace del
montaje paralelo (llevado a límites insospechados hasta entonces), a ciertas
innovaciones con la cámara (prodigioso el plano en el que la cámara parece
descender desde los cielos de Babilonia para posarse sobre la ciudad), a la
profundidad de campo de determinadas escenas (Griffith la enfatiza dotando de
movimiento a las figuras que aparecen en un segundo y un tercer término), y a
la movilización de grandes masas dentro del encuadre (los extras que
participaron en la película se cuentan por miles).
Recomiendo ver la presente obra acompañada de la
maravillosa música que para ella compuso Carl Davis en 1989. Les aseguro que
jamás olvidarán semejante experiencia. Imprescindible.
oye que harás para el cuarto aniversario.
ResponderEliminarHola, antisuper2011:
EliminarNo tengo ni idea. Quizá otra macrolista actualizada sobre las mejores películas de la historia. De todos modos, acepto propuestas.
Un saludo.
la ya mencionada macrolista o un top sobre las mejores bandas sonoras
EliminarGriffith, el primer director que se tomo en serio el hecho de hacer cine, creo que fue el primero en utilizar el montaje no? Gran pelicula gran.
ResponderEliminarHola, Mauro:
EliminarDe los pioneros, Griffith es el más importante. Fue él quien sentó las bases del lenguaje cinematográfico y quien hizo del cine un arte adulto. Además, inspiró a otros muchos cineastas. Una figura capital, en definitiva, dentro de la historia del séptimo arte.
Un saludo.
Ay, lamento no poder comentar nada al respecto, desgraciadamente las dos joyas de Griffith son asignatura pendiente, por razones de distancia y accesibilidad, tú sabes estimado colega, a ver si me las descargo algún día de internet, aunque sea por partes. El solo ver sus impresionantes fotogramas como el de cabecera (montaje y organización increíble para la época) es una poderosa razón para verlas. Felicitaciones por la barba onda George Michael ¿ y cómo le haras con el calor del verano? jeje. Saludos bloguivianos.
ResponderEliminarHola, José:
EliminarLa barba no da calor, es un mito. Al menos ésta al estilo George Michael, la de Hernán Cortés que tú llevas no sé :P
Un abrazo, amigo.
su mejor trabajo con el nacimiento de una nacion.
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