“¿Cómo
iba yo a saber que a veces el asesinato tiene un aroma parecido al de la
madreselva?”
Walter
Neff (Fred MacMurray) es un vendedor de seguros que se enamora perdidamente de Phyllis
Dietrichson (Barbara Stanwyck), la atractiva esposa de uno de los clientes de
su compañía. Entre los dos elaboran un minucioso plan para asesinar a éste y
así cobrar la correspondiente indemnización de la póliza contra accidentes que tiene
suscrita.
Obra
maestra absoluta y auténtico paradigma del género negro. Double Indemnity, adaptación de la novela homónima de James M.
Cain, constituye uno de los mejores trabajos de Billy Wilder, quien trasladó el
texto original a la gran pantalla con la ayuda del escritor Raymond Chandler.
El resultado es un portentoso y sórdido ejercicio noir marcado por el deseo, la ambición, el asesinato, los celos, el
chantaje y la traición.
Medianoche,
un vehículo atraviesa a toda velocidad las calles de Los Ángeles sin respetar
las señales de tráfico que encuentra en su camino. A tenor de una conducción
tan temeraria, pareciera como si al conductor le fuese la vida en ello. Tal vez
sea así. El vehículo estaciona al lado de un edificio de oficinas. Un tipo
malherido, ataviado con gabardina y sombrero oscuro, desciende lentamente de
él. El portero del edificio le abre la puerta para, a continuación, acompañarlo
en el ascensor hasta el piso duodécimo. Allí, el tipo en cuestión, entra en la
oficina central de una compañía aseguradora. Está vacía, a excepción de tres
empleados de la limpieza que realizan su trabajo en completo silencio. Nuestro
hombre se dirige hacia un despacho. Abre la puerta, entra, enciende la luz y toma
asiento junto a un escritorio sobre el que hay una especie de grabadora. Tras
encender un cigarrillo con cierta dificultad, comienza a hablar al aparato en
los siguientes términos: “Memorándum de
trabajo. De Walter Neff a Barton Keyes, gerente de reclamaciones. Los Ángeles,
16 de julio de 1938. Estimado Keyes, me imagino que dirás que esto es una
confesión cuando lo oigas. Bueno, no me gusta la palabra confesión. Sólo quiero
dejar en claro algo que no viste porque estaba en tus narices. Crees que eres
el mejor en reclamaciones, que nadie te engaña con una reclamación falsa. Quizá
sea cierto, pero hablemos de la reclamación de Dietrichson. Indemnización doble
por accidente. Te fue muy bien al principio, Keyes. Dijiste que no fue un
accidente. Correcto. Que no fue un suicidio. Correcto. Que fue un homicidio. Correcto.
Creías que lo sabías todo, ¿no? Que habías cerrado el caso sin ningún cabo
suelto. Todo estaba perfecto. Pero no es así, porque cometiste un error, un
pequeño error. Te equivocaste con el asesino. ¿Quieres saber quién mató a
Dietrichson? Que no se te vaya a caer tu puro barato, Keyes. Yo maté a
Dietrichson. Yo, Walter Neff, vendedor de seguros. 35 años de edad, soltero,
sin ninguna cicatriz visible… bueno, hasta hace poco. Sí, yo lo maté. Lo maté
por dinero y por una mujer. Perdí el dinero y perdí a la mujer. Estupendo,
¿no?” Así comienza el filme, de este
modo tan directo, con la confesión que Walter hace a su compañero de trabajo y
amigo, Barton Keyes (Edward G. Robinson), lo que da lugar a un extenso flashback que abarca la práctica
totalidad del metraje, y que se inicia en la “casona española” a la que el
protagonista acude con la intención de renovar unas pólizas de automóviles que
han vencido. Es ahí donde se encuentra por vez primera con Phyllis, recién
salida de la ducha y envuelta en una toalla. Minutos más tarde, ésta descenderá
por las escaleras de la casa luciendo una sexy cadenita al tobillo. ¡Flechazo!
Como
señalaba al principio de la reseña, Perdición
es un ejemplo canónico de los atributos que comúnmente adornan al género negro:
la voz en off, el flashback, la mujer fatal, el ambiente
urbano, la tensión, los giros inesperados de la trama, las dosis de fatalismo… Por
cierto, esta vez sí que se acertó con el título en castellano, ya que confiere
a la película un sentido trágico del que carecía por completo el original.
Impresionantes
composiciones de Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson. También
son dignas de mención, la expresionista fotografía en blanco y negro de John F.
Seitz, y la adecuada partitura del gran Miklós Rózsa.
Lo
dicho. Imprescindible.
Bueno... contento me dejas. Estoy de acuerdo contigo en todo.
ResponderEliminarEs una de las mejores de un autor imprescindible [uno de los treinta mejores directores de la historia:-)], del cine negro y del cine en general.
Se trata de una historia brillante llevada a término de una manera brillante también. Aunque lo de la peluca no tenga nombre.
Saludos.
Hola, Francisco:
EliminarLo de la peluca se lo perdonamos por ser de la época que es :). Por cierto, en la primera historia de "Chungking Express", Wong Kar-Wai homenajea a "Perdición" colocándole un pelucón rubio y gafas oscuras a Brigitte Lin.
Un saludo.
Hola, Ricardo! De acuerdo contigo en todo. Esta película es una de mis favoritas. Fred McMurray y Barbará Stanwyck están inmensos en sus papeles, así como Edward G. Robinson. Una película redonda, como redonda es también tu descripción de ella. Me encanta el cartel que has puesto. felicidades por la entrada.
ResponderEliminarAh! De acuerdo también con Francisco en lo de la peluca...ja,ja,ja
Un abrazo.
Hola, selegna:
EliminarPues sí, un filme redondo al que ni sobra ni falta nada. Para mí, obra maestra absoluta del cine clásico americano. El cartel es bonito, sí :)
Un abrazo.
Una buena película, sin embargo nunca le vi lo de obra maestra, ni del cine negro (prefiero "El tercer hombre" o "El halcón maltés"), ni de Wilder (mis favoritas son "El crepúsculo de los dioses" o "El apartamento"), pero como dije antes, buena película, como la mayoría de este genial director.
ResponderEliminarHola, Malzzzz:
EliminarCreo que "El halcón maltés", aun siendo espléndida, está excesivamente mitificada. Prefiero "Perdición", "Retorno al pasado" o "Perversidad".
Un saludo.
En realidad no se porqué escribí "El halcón maltés", me encanta, pero la que más me gusta es "El sueño eterno", ¿Que te parece? "Perversidad" la tengo pendiente, pero siendo de Lang, y estando Edward G. Robinson, tengo las expectativas muy altas.
Eliminar"El sueño eterno" me parece otra obra maestra indiscutible. De lo mejor de Hawks.
EliminarQué me gusta Barbara Stanwyck en esta película, por favor, qué me gusta.
ResponderEliminarComo diría Trueba: I would like to believe in God in order to thank him. But I just believe in Billy Wilder, so thank you Mr. Wilder.
Hola, Lara:
EliminarFernando Trueba es un admirador declarado de Wilder. Es una pena que no se le haya pegado nada...
Un saludo.
Hombre, algo se le ha pegado ("Belle Époque", por citar). Otra cosa es que se crea conseguido o no.
EliminarSaludos!
Impagable el diálogo, lleno de dobles sentidos, en el primer encuentro de la pareja protagonista. Saludos.
ResponderEliminarHola, ricard:
EliminarTotalmente de acuerdo contigo, amigo. Más que los tejos, lo que hace Walter es tirarle el edificio entero a Phyllis :)
Un saludo.
Yo tampoco veo la obra maestra por ningun lado, me parece una de las películas más sobrevaloradas de la historia, no doy una.
ResponderEliminarPor cierto Ricardo has "investigado" sobre el director que te dije hace tiempo Yoshishige Yoshida?
Hola, sabela:
EliminarNo he conseguido encontrar nada en la red de Yoshida. ¿Has probado a ver "Perdición" con gafas? :)
Un saludo.
Puro cine negro, canónico para el género. Obra Maestra de vigencia absoluta y de revisión obligatoria cada cierto tiempo. A veces las cosas están así de claras. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Ca:
EliminarOpino como tú, en este caso ni siquiera hay debate. Obra maestra.
Un saludo.
Una de las mejores películas de la historia, sin duda. Se coló un error de guión (Wilder era consciente) pero no importó porque no era muy grave y resultaba imprescindible: cuando G. Robinson llega al apartamento de MacMurray y Stanwyck se esconde tras... ¡una puerta que se abra hacia fuera!
ResponderEliminarImperdonalbe que no nominaran a Edward G. RObinson como actor de reparto I-M-P-E-R-D-O-N-A-B-L-E.
Saludos ;)
Hola, Luis:
EliminarJa, ja, ja. No había caído en lo de la puerta :). En cualquier caso, obra maestra absoluta. Robinson siempre estaba genial, era un actor maravilloso al que aprecio mucho.
Un saludo.