Por Antonio Miranda.
Gran trabajo del conocido compositor
griego para el mundo del cine, concretamente moviéndose en el ámbito de la
descripción. Pocas bandas sonoras se han compuesto tan centradas,
voluntariamente, y con gran éxito, en este matiz, desligándose prácticamente
por completo del vital cometido narrativo de la música en el séptimo arte (algo
que, por otro lado, tampoco resulta novedoso en la carrera de Vangelis). La
partitura se centra, por tanto, en el apoyo continuo de las imágenes como si de
otro edificio, estructura, color o textura se tratase, y deja a dos o tres
instrumentos solistas (piano, voz, leads, saxo…) los deberes complicados de
hacer brotar, de unas notas que adormecen ligeramente la atención, el
sentimiento que fluye de la historia. Lo veremos.
Visual inicio de la trama. Tras el
mensaje de texto y situación, la pantalla rebosa imagen, luz y espectáculo
óptico bien medido; primera escena. La música centra su ámbito: no puede ser
más claro lo comentado sobre la descripción en esta obra y Vangelis no da
opción alguna a otra cosa que no sea la pura referencia a lo que se ve y no a
lo que se cuenta (la inmensidad numérica de puntos de luz de la secuencia de la
ciudad es rápidamente sostenida por ese electrónico ‘’trinar’’ de leads, el
glockenspiel, como si cual punto iluminado fuera cada golpe de sonido, y que a
lo largo de la obra es usado de forma desmedida, a mi entender). Iniciamos el
progreso de la historia incluso escuchando de fondo, durante las
conversaciones, los pads empleados para describir siempre los lugares. Es como
si la música se apartase descaradamente de la trama y, aun así, permaneciese
impasible y presente con desfachatez controvertida. Un dato arriesgado, mucho,
ya que se corre el riesgo fácil de perder sintonía entre argumento e imagen,
entre lo que se nos cuenta y lo que vemos. Es decir, la música se adapta a las
imágenes pero poco al argumento. Blade Runner es un claro y extremo
ejemplo, en su concepto global, dentro de la historia del cine; ahora bien,
¿voluntario? ¿Ostentosa pretensión del director? ¿Buen resultado? ¿Innovador
recurso?...
A la media hora de la historia
aparece la primera intención más allá de lo puramente visual: el protagonista
habla con la posible ‘’replicante’’; Vangelis toma ahora el sonido voluntario
del piano desafinado para evocar recuerdos y llevarnos al posible pasado
sentimental de la mujer (primer instrumento solista importante). El compositor
surge de pronto y nos sorprende gratamente con este giro repentino de
propuesta. Y es curioso: aun así, ¡Vangelis describe! Está evocándonos sentires
pasados mientras en la pantalla se habla, precisamente, ¡de sentires pasados!
Podríamos atrevernos a decir que esta secuencia, muy interesante, parece
llevarnos a otros parajes pero, en realidad, no es sino una nueva y literal
descripción (ahora no de imágenes, sino de palabras). El instante tratado
enlaza directamente con la aparición de una nueva ‘’replicante’’, bajo la
lluvia intensa de la ciudad. Estas dos secuencias y su unión musical son la parte
más rica y una de las más importantes de la composición. Resulta un giro brusco
pero, al tiempo, suavizado por la intención ya que el artista, consciente de su
pureza descriptiva, opta por este matiz primordial, escaso, delicado y
estudiado con el que pasa una y otra vez de la autenticidad descriptiva a la
pícara evocación de sentimientos. Ahora, con la mujer aparecida, el artista
juguetea jazzísticamente con el sonido del lead electrónico simulando la
intensidad nocturna y evocadora de la trompeta sorda. Es magnífico el
paralelismo musical que Vangelis nos crea viendo las dos escenas, primero con
el piano y luego con la simulación de la trompeta. De absoluto acierto.
Otro logro de la composición cae
ahora sobre la música que nos delinea los ambientes étnicos de los suburbios de
la ciudad. Nada de narraciones de acontecimientos, repito, por más que los
temas no sean estrictamente electrónicos y basados en pads elegantes y eternos.
Vangelis no alardea de arreglos y estructuras complejas. Es directo, como en
toda la obra, y firme en su idea, algo que le ha identificado fielmente como
gran genio del arte actual. Blade Runner se compone, como vemos, a base de
ideas claras y directamente contrapuestas unas con otras, si bien enlazadas
hábilmente. Su eje central, las atmósferas suaves y etéreas mediante sonidos
acolchados y notas prolongadas, enfrentadas astutamente a los sentimientos que
brotan desde los instrumentos solistas e, igualmente, a la parte étnica que
comentamos. En principio podría parecer poco estructurado (si a esto sumamos un
final con temas y organizaciones musicales más oscuras y tenebrosas, que antes
no han aparecido); realmente es una afirmación del buen resultado, aunque
abierta la puerta a la controversia y la duda. Estos sonidos más raciales
llegan a rozar también la parte descriptiva hasta el punto de hipnotizarnos y
mantener su estructura continua y lineal incluso en secuencias de acción. Es
curioso cómo, en alguna de ellas, la música sigue sonando como si de una
sugestión se tratara y somos conscientes del ir y venir de acontecimientos
cuando únicamente los efectos de sonido mantienen el pulso al dinamismo. Ocurre
a la hora de metraje. Gran enlace de secuencias que terminan con el alcance y
final de la ‘’replicante’’ y cuya estructura musical se divide en tres
apartados, un primero étnico en el sentido ya explicado, el segundo con
silencio de partitura (coincidiendo con la persecución) y un último en el que
aparece Vangelis para dar a la imagen el sentimiento que le corresponde: muerte
y uso del lead electrónico simulando la trompeta sorda de jazz (a mi entender,
simulación jazzística, antes también mencionada, más importante que los propios
sonidos de jazz, desgarradores, eso sí, que salen del saxo de Dick Morrissey
para identificar el tema de amor). Gran combinación de estructuras e
intenciones. Importantísima parte de la historia, musicalmente hablando.
Llegamos a otro punto reseñable; la
parte intermedia, musicalmente tratada, es la zona más intensa y seductora. Nos
adentramos en una escena sin aparente pomposidad melódica hasta que somos
conscientes de la trascendencia de esos efectos electrónicos que escuchamos.
Vangelis sigue dibujando, pintando sucesos, pero ahora incrementa un punto más
su intención. Una de las ‘’replicantes’’ conversa con Rick Deckard; crucial
charla para ella, que piensa y siente, como ‘’replicante’’ sospechosa que es.
Las notas asonantes denotan claramente sus pensamientos. Si los instrumentos
solistas sacan a la luz el aspecto más sentimental del filme, ahora Vangelis
nos describe misteriosamente el lado más ‘’humano’’ de la chica y,
sorprendiendo a cualquier seguidor afín a la música de cine, concluye la escena
de amor matizando instantes cortísimos de narración que dan a esta parte
intermedia de la película un nivel artístico exquisito. Es la llave que nos
abre a la comprensión musical de Blade Runner, sin duda.
El matiz descriptivo que el
compositor griego consigue en la segunda mitad de la cinta es cada vez más
directo y fuerte. En la primera, su base radicaba en ser una partícula más de
la fotografía. Ahora, sin duda, ha derivado en la descripción de escenas. Pocas,
muy pocas veces opta por narrarlas (como hemos señalado ahora mismo) pero el
nivel de ‘’pegada’’ que consigue es muy grande. Lástima que la cota compositiva
sea más débil, pero la potencia con la que Vangelis nos pinta las secuencias de
esta parte, acercándonos cada vez más al final, es abrumadora. Ejemplo claro lo
tenemos en la visita del ‘’replicante’’ a la residencia de su creador. El tema
musical es simplísimo pero contundente y ya se inicia bastante antes de que las
acciones nos lleven al desenlace de esta parte como interesantísima idea que el
músico desarrolla ya en forma de aviso, como motivo de la intención presente en
los robots, en su mente y pensamiento (hemos apuntado que Vangelis incrementa
un punto más su intención y la música denota los pensamientos de los
‘’replicantes’’).
El desenlace abarca un espectro
amplio de efectos y texturas continuas y electrónicas, pero nada nuevo. El
director así lo quiso y centra el desarrollo en la acción y el diálogo. El
artista deja clara la idea de un romanticismo idealista absoluto, eso sí, ya
sea en un camino u otro a seguir, puesto que las interpretaciones varían con
cada versión del filme (libro original incluido). Nuestro ámbito, el musical,
plasma perfectamente las intenciones sin dejar dudas. El efecto de los latidos
de corazón aparece por segunda vez como espada juez que se clava directa entre
vida real y vida robótica; referencias a vida y muerte, a vida y deseo; a
querencias, a sueños vitales y frustraciones. En resumen, una obra que engloba
tantas circunstancias vitales que podríamos escribir cientos de elucubraciones
sobre ella. Una película visual que nos lleva a la meditación existencial
genérica. Un jugueteo con la dualidad vital de la existencia y la muerte, la
realidad y lo artificial. En fin, la expresión musical de un mundo claramente
óptico a través del cual se ven y se sienten la tristeza, la pasión, los
afectos, la ternura y todo un sinfín de conmociones vitales, ya sean humanas o
autómatas.
Evangelos Odysseas Papathanassiou, "Vangelis".
Concluyendo, una partitura de gran
nivel pero que carece de una composición equilibrada y sobresaliente como obra
musical pura, algo débil (exceptuando el conocido y exquisito tema de los
créditos finales). Alcanzando niveles máximos en intención y estudio de
secuencias e imágenes, descripciones y ligeras narraciones, igualmente el
pequeño caos que nos da la impresión de haber escuchado durante la obra hace
bajar de los escalones más altos de la composición para cine hasta un nivel
notable. Una lástima ya que, aun siendo una creación muy buena, siempre
tendremos la sensación de que director y músico podrían haber dado vida a una
de las bandas sonoras más importantes de la historia. Estuvieron a poco de
conseguirlo.
Hola, Antonio:
ResponderEliminarEn principio, me he sentido apabullada al leer tu reseña. Tus reflexiones son depuradas y exquisitas, y de gran nivel. ¡Mi más sincera enhorabuena! Dicho esto, he de confesar que me la he leído varias veces, para así tener un concepto global más claro de tu estudio. Mi ignorancia es estos temas me impide debatir más de lo que quisiera, aunque estoy en ello, siempre con miras de aprender. Ya sabes de las ganas que tenía de leer tu reseña sobre “Blade Runner”, así que me voy a permitir el atrevimiento de añadir mi punto de vista. Creo que la ocasión lo merece:).
Casualmente la semana pasada revisé la película y noté esa “irrupción” musical de algunos de sus temas. Pienso que aunque su composición no sea equilibrada, quizás fuera esa precisamente una de las intenciones del compositor, bien premedita, bien inintencionada. En un ambiente dominado por la polución, la penumbra, la lluvia, la soledad, y dentro de un contexto social de valores humanos desgarrados, la connotación visual que desprenden sus imágenes convierten el escenario en propicio para esa meditación existencial, en un mundo caótico y desmoronado; pero para ello se requiere que la música se desligue de su cometido narrativo. Aquí las notas musicales no persiguen la descripción -en el sentido amplio de la palabra-, sino dar cobijo a la emoción, al sentimiento, a la evocación, a la búsqueda de lo que nos hace humanos... Cuando dices que “la música se adapta a la imagen, pero poco al argumento”, sintetizas perfectamente, a mi modo de ver, la idea para la cuál se concibió. Distinto es cuando se trata de un acompañamiento de música preexistente, en cuyo caso se produciría una asociación instantánea, impura, como tú la defines. Tal vez sea una ostentosa pretensión, o tal vez solo sea un intento de “emancipación artística" por parte de ambos. Eso la hace más hermosa aún,si cabe. “Blade runner blues",“Memories of green” y "Tear in Rain"me parecen temas de una belleza inigualables. En definitiva, para mí sigue siendo una de las bandas sonoras más importantes de la historia del séptimo arte, una obra maestra holísticamente hablando. Espero que no siempre sientas esa "insatisfacción" en esa inalcanzable plenitud artística manifiesta en sus descensos.
Un saludo de tu amiga, que no amigo:).
Hola Lumiére, primero disculpa por mi ignorancia sobre tu identidad. Segundo, a mi entender cualquier postura es lícita y nada hay que ser experto en temas de música de cine para intuir, para opinar, para ver posturas, orientaciones. De hecho, sólo la del propio compositor es la verdadera y, a veces, ¡creo que ni esa!
ResponderEliminarLa insatisfacción, orientada hacia la reseña aplicada, es un elogio, y más teniendo en cuenta que, personalmente, Vangelis nunca me ha llegado a atrapar de forma definitiva. Pero sé discernir entre el gusto y la calidad y el compositor que tratamos es un genio, no tengo duda. He dejado de lado también el gusto y por eso concibo esta obra a tan alto nivel, que lo está. Tu comentario es acertadísimo y anímate siempre a ofrecerlo porque ten por seguro que todos aportamos a todos. Es más, veré la película nuevamente teniendo presente tu punto de vista, interesantísimo. Disfruté mucho con ''Blade Runner'; mucho. Y, siempre que quieras, plantea películas para estudiarlas, ya ves que tengo en cuenta tus peticiones, jejeje. Un saludo afectuoso.