“El pasado nunca se
muere, ni siquiera es pasado”
(William
Faulkner)
Tras
cuatro años de separación, Ahmad (Ali Mosaffa) llega a París desde Teherán para
firmar el acuerdo de divorcio con su mujer francesa, Marie (Bérénice Bejo),
quien ahora pretende casarse con Samir (Tahar Rahim), su nueva pareja. Sin
embargo, la hija mayor de ésta, Lucie (Pauline Burlet), se opone al matrimonio,
e intenta encontrar en Ahmad un aliado para evitarlo.
Después
de Nader y Simin, una separación (Jodaeiye Nader az Simin, 2011), cinta
que le valió al director iraní Asghar Farhadi el Óscar a la Mejor película de
habla no inglesa y el Oso de Oro en Berlín, entre otros galardones
internacionales, uno esperaba que Le
passé, su nuevo trabajo, fuese bastante más de lo que es: un telefilme de
sobremesa impecablemente rodado e interpretado. Su nada relevante argumento, un
drama familiar donde el pasado se muestra como un ente vivo, “resucitable”, que
constriñe las aspiraciones futuras de los personajes, no da para mucho, a pesar
de la eficiente labor en la dirección del autor de A propósito de Elly, que también firma el guión de la historia.
Si
en su película anterior la separación del matrimonio protagonista servía a Farhadi
para exponer las relaciones socio-patriarcales, así como la dualidad y las
contradicciones que caracterizan al régimen teocrático iraní, el mismo acontecimiento
es utilizado aquí para reflexionar acerca de las consecuencias de un trágico hecho
pasado. Ese hecho es el causante de que Lucie, la hija adolescente de Marie, fruto
de un matrimonio anterior al de Ahmad, desconfíe del nuevo pretendiente de su
madre. El realizador suministra a cuentagotas toda la información relativa a
dicho suceso, con el objetivo de generar de ese modo cierto suspense. Sin
embargo, tal suspense resulta fallido bajo mi punto de vista, puesto que en
realidad no existen verdaderos cimientos sobre los que se pueda sustentar. La
trama se alarga innecesariamente, reiterando en los mismos motivos a la espera
de que ocurra algo interesante, lo cual nunca llega. Tampoco se profundiza demasiado
en las motivaciones de unos personajes contradictorios que parecen no saber lo
que quieren. Desconocemos, por ejemplo, las razones que llevaron a Ahmad y
Marie a separarse cuatro años atrás. Al menos Farhadi filma el relato de manera impecable,
optando por una puesta en escena de elegante sobriedad formal y cuidada
composición del encuadre.
En
el plano actoral, las magníficas composiciones de Bérénice Bejo, ganadora del
premio a la Mejor actriz en Cannes, y Ali Mosaffa, qué peluquín tan conseguido
el suyo, contrastan con el deficiente trabajo de un Tahar Rahim desubicado a lo
largo de toda la cinta.
Su
final abierto, en lugar de resolver las incógnitas despertadas, no hace sino
contribuir a la confusión, dejando a criterio del espectador lo que pudiera suceder
a continuación.
A mi me ha gustado mucho pero menos que la anterior. Coincido en que la parte de suspense podría haberse enfocado de otra forma ya que como suspense no convence demasiado y en que los actores están estupendos.
ResponderEliminarUna buena película de un director cuyas tres últimas películas son estupendas y por ello habrá que seguirle la pista.
Saludos.
Hola, Manderly:
EliminarA mí me ha decepcionado bastante. Me parece netamente inferior a su anterior trabajo. Farhadi es muy buen director, en cualquier caso.
Un saludo.
Qué duro eres, Ricardo... Mira que darle solo dos estrellas y media... Coincido bastante con tu comentario (aunque Rahim no me parece que haga un mal trabajo, y tampoco me parece que el final sea abierto: esta mano está más muerta que mis bisabuelos. Tampoco echo en falta expliaciones sobre los motivos de la separación de Ahmad y Marie: está claro que a ella le va la marcha). Pero sí, comparada con "Nader y Simin", esta peli es delgada, anecdótica y trivial.
ResponderEliminarHola, Josep:
EliminarNo te creas, a veces soy benévolo y también me lo echáis en cara :). A mí la película me gustó muy poco, la verdad. Una decepción.
Saludos.
yo no veo una mano muerta...y sí una lagrima
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