Por Antonio Miranda.
‘’Inside
out’’ no es un filme para niños, tampoco para adultos o, incluso, para todos
los públicos: resulta una historia claramente orientada al concepto genérico de
la infancia. Así debemos verla y entenderla. Su creatividad, en cada instante y
a cada fotograma, es tan grande que habría sido un error orientar la partitura
en un plano visible y protagonista. Michael Giacchino, inteligente como
siempre, opta por plantear una introducción fantástica, aparecer en determinados
instantes y cerrar el filme casi sin notarse su presencia. Historia basada en
cinco de nuestras humanas emociones, la composición entra en juego situándose,
claramente, en el sexto lugar. Así crecen las notas y líneas melódicas,
interesantísimas y rápidamente posicionadas (para el estudioso y curioso de la
música) como uno más de los sentimientos.
La
partitura (que el actual dominador de la música para cine, Michael Giacchino,
ha creado para la nueva producción Pixar) orienta toda su estructura hacia lo
anteriormente comentado. El empleo de unos sonidos electrónicos tipo
‘’vintage’’, sencillos y directos, junto a su siempre exprimida orquesta
clásica y unas notas nada extrañas, complicadas o intelectuales (prácticamente
escuchamos registros y golpes melódicos durante toda la extensión de cada
fragmento musical, hecho que fija la atención e inyecta el interés del público
infantil y, en general, del resto) generan un resultado final exquisito,
uniforme (pese a la variedad de sentimientos en el filme) y un compendio firme
de todo lo bueno que siempre ha mostrado su artista.
‘’Inside
out’’ (‘’Del revés’’), en el ámbito en el que nos centramos (la música),
resultará muy familiar para todos aquellos seguidores del mundo Pixar de los
cortometrajes. Giacchino ha compuesto gran parte de ellos y siempre bajo una
capa sencilla que mirase de cerca la mente de los niños y niñas, único público
al que se orientaban. Sonidos ya empleados (las trompas, el uso de la sordina,
el piano, el jazz…) y un repertorio artístico que ha quedado apartado de la
publicidad musical pero que ahí está, sin duda entrañable. Ahora, el artista
une todo su potencial y da vida a una de sus partituras serias y largas más
sólidas y entrañables. Los tres temas principales y la multitud de melodías que
aparecen son ejemplo a seguir para cualquier músico de cómo crear una amalgama
artística bien abrigada por una noción única y estructurada. Es curioso,
igualmente, cómo con tantas capas de composición que Giacchino presenta en cada
pieza, la atención que genera no es para nada difusa. Al contrario, despierta
en un servidor la misma ‘’voracidad musical’’ en sus fragmentos activos que
pudiera hacerlo en los correspondientes a sus últimas obras de aventura
(‘’Jurassic world’’, ‘’Jupiter ascending’’) y, al tiempo, la ternura absoluta
de unas melodías tan sencillas como inolvidables, casi propias de las series
más infantiles de los años ochenta o, incluso, los básicos juegos de arcade de
aquellos tiempos. Ejemplo máximo es la asociada al imaginario amigo de la niña
protagonista, una mezcla de elefante, gato y delfín, que preside la parte
central del filme y supone una figura importante en la aventura, como lo es,
sin duda, el exquisito y pegadizo tema que le asocia Giacchino y que versiona
con soltura durante varios de los minutos de esta parte de la obra.
Resulta
sorprendente, hoy día, escuchar una composición y presenciar su influencia en
pantalla para, sólo con dos de sus melodías compuestas, merezca la pena como
ninguna otra. Así sucede con ‘’Inside out’’. Su tema principal, más influyente
que presente, constituye una buena forma de sellar globalmente la historia, sin
melodía retentiva fácil o matices tan rotundamente claros como sus compañeros
de viaje. Distintos son, por el contrario, esas otras dos delicias compositivas
que le secundan y a las que me refiero: el tema que suena asociado al amigo
imaginario, ya comentado, y el tema romántico de la obra, una maravilla que el
artista versiona en multitud de ocasiones y que forma parte de la introducción
de la película, donde el compositor sí da un paso al frente para, de inicio, dibujar
el ingenuo y hermoso mundo infantil sencillamente desde su mundo musical. A
partir de entonces, Giacchino baja la cabeza y, únicamente, se asoma prudente a
este imaginario y fantástico mundo durante un par de secuencias (y puntuales
instantes) en las que actúa con fuerza y que apuntalan su línea de trabajo: la
introducción (ya comentada y basada en el tema romántico), la parte en la que
Bing Bong, el amigo imaginario, guía a Alegría y Tristeza por un mundo
desconocido y ya, dentro de éste, la estrambótica y conseguida secuencia del
pensamiento abstracto.
Michael Giacchino.
En
definitiva, una de las mejores obras del año 2015 y que, si las injusticias no
lo evitan, estará presente en la mayoría de los premios y reconocimientos.
Sutil, tímida y hermosa. De lo más bello compuesto en los últimos años para la
gran pantalla y manera de trabajar a seguir por muchos, basada en lo
sencillamente organizado de una estructura tan simple y directa como disponer tres
partes y tres temas. Dentro de tanta apariencia de simplicidad, efectivamente,
se esconde una inocente (y compleja) joya de la música de cine actual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario