El abrazo de la muerte (Criss Cross, 1949) de Robert Siodmak.

“Lo que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia”.
(William Faulkner)

Tras pasar un año fuera, Steve Thompson (Burt Lancaster) regresa a su ciudad natal, Los Ángeles, donde espera volver a ver a su ex mujer, Anna (Yvonne De Carlo), de la que sigue enamorado y que ahora está casada con Slim Dundee (Dan Duryea), un peligroso matón.


Criss Cross constituye otro ejemplar ejercicio de cine negro por parte del realizador alemán Robert Siodmak (La escalera de caracol, Forajidos, A través del espejo), un auténtico maestro a la hora de plasmar ambientes expresionistas en relatos sobre la corruptible y retorcida condición humana. Como buen modelo del noir clásico, en El abrazo de la muerte no faltan ni las típicas figuras del pardillo de turno o la mujer fatal, ni, por supuesto, los recursos inherentes al género como la voz en off, el flashback o las atmósferas sombrías. Todo ello trufado, además, con intensas dosis de fatalismo romántico.


Los primeros quince minutos de la película son utilizados por Siodmak para agarrar al espectador por la solapa. Presenta a los personajes, pero no queda claro qué tipo de relación existe entre ellos, salvo el affaire que parecen mantener Steve y Anna. La banda de la que ambos forman parte, liderada por Slim Dundee, se dispone a asaltar un furgón blindado conducido por el propio Steve, quien trabaja para la empresa de seguridad encargada de su transporte. El mismo día del asalto, Steve, manos al volante, recuerda lo que le ha llevado a esa situación. Ahí comienza un extenso flashback donde se narra todo lo sucedido con anterioridad. Es entonces cuando sabemos de la obsesión de Steve por Anna, su ex esposa, a la que no pudo olvidar durante su año en el exilio. Ésta, ahora mujer del matón Slim Dundee (Dan Duryea interpreta nuevamente a un chuleta, como ya hiciera junto a Fritz Lang), lo terminará manipulando para que lleve a cabo actos impensables en un hombre honrado como él. Y mira que el bueno de Steve recibe sabios consejos, tanto de su madre como de un amigo policía, pero nada, el pobre diablo anda empecinado con la mala pécora. El poder del amor, que dirán algunos. O el de las posaderas de Yvonne De Carlo, que afirmarán otros. Sea cual fuere la verdadera causa, platónica o carnal, el caso es que nuestro protagonista se verá envuelto en un lío de mucho cuidado.


Siodmak imprime a su historia tensión narrativa, precisión, pero no evita que el interés de la trama decaiga un poco tras el flashback, lo que da lugar a un último tramo irregular y pesadillesco que se erige de nuevo con una magnífica resolución embargada de fatalidad.


1 comentario:

  1. Hola Ricardo: Muy buena tu reseña de Criss Cross que en Argentina se conoció como El abrazo de la muerte. Coincido plenamente en la capacidad de Siodmak para el cine clásico negro. No ví A través del espejo. Sí La escalera de caracol y Forajidos que es la que más me gustó. En un libro de Taschen sobre los 100 mejores noirs incluyen de este director, además de Forajidos, una película de la cual me gustaría conocer tu opinión porque no la puedo conseguir. Se llama LA DAMA DESAPARECE. Siguiendo con Criss Cross te comento que a mi me pasó exactamente igual que a vos: las dos veces que la ví me parece que su falla está en los últimos 15 minutos que son los que hacen que no sea una película redonda. Saludos.

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