“Como
los tiburones, enloquecidos con su propia sangre, devorándose a sí mismos”.
Michael
O´Hara (Orson Welles), marinero irlandés, es contratado por Arthur Bannister
(Everett Sloane), un rico abogado criminalista, para que trabaje en su yate
privado como compensación por haber ayudado a su hermosa mujer, Elsa (Rita
Hayworth). Fuertemente atraído por la fémina en cuestión, Michael se inmiscuirá
en un falso asesinato.
Pese
a resultar mutilada en la sala de montaje, The
Lady from Shanghai, inspirada en la novela negra de quiosco If I Die Before I Wake, de Sherwood
King, constituye uno de los títulos más fascinantes de la carrera de Orson
Welles. Un filme perfecto en su imperfecta perfección.
Según
se cuenta, el proyecto surge como consecuencia de un préstamo de 25.000 dólares
que Welles había recibido del presidente de Columbia, Harry Cohn, para
financiar la puesta en escena teatral de La
vuelta al mundo en ochenta días. A cambio, el enfant terrible se comprometió a dirigir una película protagonizada
por la que por entonces seguía siendo su mujer, la estrella Rita Hayworth. En realidad,
ambos estaban ya prácticamente separados, lo que viene a explicar la desglamourización
a la que la actriz fue sometida por parte de su ex, quien la obligó a cortarse
su famosa cabellera y teñírsela de rubio platino.
Debido
a los recortes sufridos, la trama se vuelve ininteligible por momentos. Además,
cuesta tragarse la ingenuidad del protagonista. Da igual, ustedes saben que en
una obra del autor de Ciudadano Kane,
más que lo que se cuenta, lo que de verdad importa es el modo en que se cuenta.
Y ahí no hay peros que valgan. Impresionante su imaginería visual. El filme, de
turbadora atmósfera expresionista, está repleto de los primerísimos planos, las
angulaciones de cámara, los ampulosos planos secuencia y el juego de picados/contrapicados
característicos de su director. Son varias las secuencias antológicas que contiene:
el encuentro entre Michael y Elsa en el acuario, la persecución en el interior del
teatro chino, el alucinado paseo del protagonista por la “Casa de los locos” o
el tiroteo final en el laberinto de los espejos. Esta última, fragmentada como
la propia película, supone una de las escenas más inolvidables de la historia
del séptimo arte.
Lo
dicho, amputada, desigual, imperfecta pero decididamente genial. Casi una obra
maestra.
¡Rita, así no te conocía! Igual es una mujer que soltaba deslumbrante belleza y presencia. Gracias por la reseña, me dieron ganas de verla. Me gusta revisar tanto tu blog, siempre encuentro algo nuevo, incluso con viejas publicaciones y listas. Sólo ayudas a expander el acervo cinematográfico de estupenda manera :) Un abrazo.
ResponderEliminarHola, punkvh:
EliminarMe alegra que te guste "bucear" en el blog. Para eso está :)
Un abrazo.