“Sólo
la fantasía permanece siempre joven; lo que no ha ocurrido jamás no envejece
nunca”.
(Friedrich Schiller)
España, 1944. Ofelia (Ivana Baquero), una niña de trece años aficionada a
los cuentos, se traslada junto con su madre, Carmen (Ariadna Gil), quien se
encuentra en avanzado estado de gestación, a un pequeño pueblo del Pirineo
Aragonés donde el nuevo marido de ésta, Vidal (Sergi López), despiadado capitán
de la Policía Armada franquista, trata de acabar con los reductos de la
resistencia republicana que aún permanecen escondidos en el monte. Una noche,
Ofelia descubre las ruinas de un viejo laberinto en el que habita un fauno (Doug
Jones), el cual le revela que ella es, en realidad, una princesa de un mundo desconocido
que lleva tiempo esperando su vuelta. Para poder regresar, Ofelia tendrá que
superar tres pruebas antes de que llegue la luna llena.
Sobrevalorado filme de producción hispano-mexicana que recibió multitud
de premios, incluidos tres Óscars, y granjeó fama internacional a su irregular
director, el guadalajarense Guillermo del Toro. Se trata de un drama fantástico
que incide en el poder de la imaginación infantil como medio de evasión en un
contexto deprimido, siguiendo así la línea marcada por Lewis Carroll en su Alicia en el país de las maravillas, pero con un tono más lúgubre y cercano al universo del autor de Cronos. En el plano visual, la película evidencia
el influjo estético de algunos trabajos de Tim Burton como Sleepy Hollow.
De las dos realidades que se entremezclan a lo largo de El laberinto del fauno, la más
interesante, sin el menor atisbo de duda, es la fantástica. En ella, del Toro
crea atmósferas de inquietante imaginería, acercándose por momentos al cine de
terror. Destacan los encuentros entre Ofelia y el fauno, además del tenso
pasaje en el que la niña se ve obligada a escapar de una monstruosa criatura
ciega. La labor del equipo de maquillaje resulta extraordinaria, constituyendo
lo mejor de la cinta junto con la preciosa fotografía de Guillermo Navarro. La
parte realista ya es otro cantar, con una resobada trama sobre la guerra civil, un discurso ideológico maniqueo y una pobre descripción de personajes
que en ocasiones bordea la mera y grotesca caricatura (véase el personaje del
capitán, por ejemplo). Ese desequilibrio perjudica seriamente la valoración del
conjunto.
Por último y en relación con el reparto, sólo subrayaría la cándida
presencia de la joven Ivana Baquero, todo un descubrimiento. Sergi López está
sobreactuado, y el personaje de Maribel Verdú es tan simplón que parece difícil
sacarle mayor partido.
Lo dicho, una obra estimable sin más.