Narra la vida y obra de Jesús de Nazaret (Enrique Irazoqui) a partir del evangelio de Mateo (año 80 d. C. aproximádamente).
No deja de resultar paradójico que el filme más bello que jamás se haya realizado sobre la figura de Jesucristo, sea obra de un homosexual ateo de reconocida ideología marxista. En Il Vangelo secondo Matteo encontramos al primer Pasolini, aquel controvertido intelectual y talentoso cineasta que todavía seguía los patrones del neorrealismo y que aún no había amanerado su estilo en pos de un cine más atrevido y personal.
La película que nos ocupa es sorprendentemente fiel al evangelio de Mateo, trasladando sus pasajes a la pantalla en el mismo orden en el que estos aparecen en el texto bíblico. Básicamente sólo se omiten episodios referidos a curaciones de enfermos y narraciones de parábolas. Es por ello que no comparto la opinión mayoritaria de quienes afirman que el director italiano dotó al relato de una lectura marxista, ya que simplemente se limitó a exponer lo más fidedignamente posible aquello que ya estaba presente en el citado evangelio. Sería más correcto señalar que Pasolini no excluyó, como sí que hicieron otros, determinadas escenas de la vida de Jesús y discursos muy concretos en los que quedaba claro el signo político del libertador de los judíos. De hecho, si el autor de Teorema no hubiese considerado a Cristo un revolucionario de izquierdas, ni siquiera se habría planteado filmar una obra acerca de él.
Al margen de meras consideraciones políticas e ideológicas, que particularmente son las que menos me interesan cuando contemplo un trabajo cinematográfico, la cinta de Pasolini supone el acercamiento más hermoso, sincero y emotivo del cine a ese hombre que nació hace dos milenios con el objetivo de cambiar el mundo.
En términos de puesta en escena, el filme destaca por su carácter extremadamente sencillo, sobrio y telúrico. Parece evidente que Pasolini y su director de fotografía, Tonino Delli Colli, debieron inspirarse en las composiciones de los pintores del Quattrocento italiano, especialmente en los frescos de Piero della Francesca. A lo largo del metraje, el equilibrio entre primeros planos y planos generales es admirable.
El español Enrique Irazoqui, un estudiante de economía por aquellos años, se situó a la cabeza de un reparto de actores no profesionales que otorgaron a la película una autenticidad y naturalidad pasmosas.
Pasolini envolvió sus poéticas imágenes con piezas musicales de Bach, Mozart, Prokofiev y Webern. También utilizó fragmentos del Gloria de la Misa Luba y el espiritual negro Sometimes I Feel Like a Motherless Child.
Inspiradora, sentida y de una humanidad desbordante. Así es El evangelio según San Mateo, uno de los grandes títulos religiosos de todos los tiempos.