Jonathan Harker (Bruno Ganz) viaja desde la ciudad de Bremen hasta la inhóspita zona de los Cárpatos con el objetivo de cerrar un trato inmobiliario con el misterioso Conde Drácula (Klaus Kinski).
Werner Herzog consideraba que el filme de F.W. Murnau Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, 1922), era la película más importante que se había realizado en Alemania. Se trataba de una libre adaptación de la novela de Bram Stoker Drácula, en la que para evitar pagar los derechos de autor, se utilizaron nombres que no aparecían en el texto original, algo que no se produce en el remake de Herzog, donde se utilizan los mismos que en la obra de Stoker.
La trama es prácticamente la misma, incluso hay secuencias que se repiten de forma exacta; sin embargo, el mayor logro de Herzog radica en que consigue crear una película sumamente estilizada que goza de personalidad propia.
La puesta en práctica de un tempo lento y contemplativo, a veces tedioso, casi somnífero, dotan a la cinta de un aura sobrenatural que se deriva de la propia naturaleza incomprensible del vampiro; donde el terror y el horror de la obra de Murnau, dan paso a la poesía y el hipnotismo de la que ahora nos ocupa. Un ejemplo de ese extraño lirismo sería la parte en la que Jonathan transita por el neblinoso y montañoso espacio de los Cárpatos mientras suena el Das Rheingold-Vorspiel de Richard Wagner.
El filme comienza con planos de momias mexicanas decrépitas que anticipan la decadencia y el tormento interior del Conde Drácula (magníficamente interpretado por Kinski): un ser que vive en un estado de depresión crónica, asqueado de la eternidad, de ahí que diga que “La muerte no es lo peor, es mucho más cruel no poder morir”. De este modo se aferrará a la pureza femenina, personificada en la hermosa Isabelle Adjani, que le servirá como breve consuelo que conduce a la destrucción (¿acaso deseada?).
Hay que destacar la excelente labor fotográfica de Jörg Schmidt-Reitwein, con el predominio de unos simbólicos blancos y grises que se asocian a la palidez de la muerte.
En definitiva, un extraordinario trabajo que, en opinión de quien suscribe estas líneas, supera incluso al clásico de Murnau.
Una obra verdaderamente increíble, que en mi opinión debería ser de visionado obligatorio para todos aquellos directores que tengan pensado hacer un remake.
ResponderEliminarUna de las mejores películas que he visto en mi vida. Y no he visto pocas.
ResponderEliminarMe ha decepcionado un poco esta versión de Drácula. Es cierto que tiene algunos momentos muy sugerentes, pero me esperaba una versión más misteriosa y erótica.
ResponderEliminarYo me sigo quedando con el diabólico "Nosferatu" de Murnau.