Tras la derrota de Japón en la Segunda Guerra Mundial, Yukiko (Hideko Takamine) regresa a Tokio para buscar a Tomioka (Masayuki Mori), el hombre que fue su amante cuando trabajaban juntos en la Indochina francesa. Tomioka le prometió entonces que se divorciaría de su esposa; sin embargo, Yukiko se encontrará con una realidad bien distinta.
A partir de un sobresaliente guión de Yoko Mizuki (la guionista que ya había colaborado con Naruse en otras obras maestras como Madre [okasan, 1952] y La voz de la montaña [Yama no oto, 1954]), Naruse construye la que es probablemente su mejor película; un relato duro y trágico que muestra como pocos otros la devastación, el pesimismo y la ruina moral del Japón de posguerra.
El director nipón vuelve a poner en práctica lo que Kurosawa, que había sido su asistente en el filme Avalancha (Nadare, 1937), denominaba “estilo río”. Un estilo que se basa en la sucesión de planos cortos y fijos con cortes que apenas resultan visibles, derivando hacia una narración fluida y armoniosa similar al curso de un río. También hay que resaltar como rasgo característico del cine de Naruse, la importancia que adquieren las miradas y el lenguaje corporal, a veces incluso por encima de los diálogos, y que se debe a su etapa de formación en el período mudo.
La trama gira en torno a la tormentosa y desigual relación que se establece entre Yukiko y Tomioka, magistralmente interpretados por los dos actores principales.
Tomioka es un tipo aparentemente insensible, pendenciero y mujeriego, incapaz de mantener un relación estable basada en la fidelidad. Yukiko, por su parte, representa todo lo contrario, convirtiéndose en la auténtica heroína del filme al soportar todo tipo de penurias y adversidades como consecuencia de su amor hacia un hombre que no la merece. El trabajo interpretativo de la hermosa Hideko Takamine (la musa del director, con el que rodó diecisiete películas) rebosa sensibilidad y emoción, ganándose el favor del espectador desde el principio frente a la frialdad de su compañero. No hay que olvidar que Naruse es, junto a Mizoguchi y Ophüls, el gran cineasta de la intimidad y el universo femeninos.
La eterna devoción de Yukiko hacia su amado, irá desarmando a lo largo del filme la resistencia de éste, que, no obstante, no se dará cuenta del amor que siente hacia ella hasta el final; un final terriblemente doloroso, que golpeó duramente el alma de quien escribe estas líneas.
Completan la redondez del filme, la gran fotografía de Masao Tamai y la exótica y bella partitura de Ichiro Saito.
En conclusión, Ukigumo o Nubes flotantes es una de las mayores obras maestras de la filmografía japonesa de todos los tiempos. A la altura de los mejores trabajos de Ozu, Mizoguchi y Kurosawa.
¡Que bien escribes, Ricardo! Leyéndote uno quiere salir corriendo a buscar la película; que es lo que haré una vez más. Y dicho esto, te dej el comentario aquí, porque no puedo hacerlo en ninguna otra entrada, no comprendo porqué. Cuando pincho en los comentarios, la pantalla se me queda en blanco y no me deja hacer nada. Lo estoy intentando en el ciber, por si era cosa de mi ordenador, pero me está ocurriendo lo mismo.
ResponderEliminarSeguramente cuando deje este, luego no podré leer tu respuesta...¡Esto sí es un tormento!
Espero que los duendes informáticos dejen de jugar conmigo.
Un abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarMe sonrojas... Desconocía mi capacidad de persuasión con respecto al cine, aunque un amigo me dijo una vez algo similar a lo que señalas tú, en cuanto a que sabía "vender" muy bien las películas. De verdad que siento mucho lo que te pasa, no sé a qué se puede deber, pero me fastidia. A lo mejor algo se ha estropeado en el blog y hay que esperar a que se solucione solo. En cualquier caso, muchas gracias por estar ahí, eres un verdadero encanto.
Un abrazo.
Hola, Ricardo: He engañado a los duendes, y por fín he entrado en los comentarios;con perseverancia todo se consigue. Espero que "el truco" me siga funcionando. En cuanto a la persuasión, si ya somos dos los que lo decimos (que seguro que son más), es que es verdad.
ResponderEliminarBueno, si no aparezco por el blog, ya sabes a que se debe.
Gracias por lo de "encanto", pero no tiene mérito, porque es muy gratificante pasearse por aquí.
Un abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarUna lástima lo que te pasa, puesto que eres una de las seguidoras más participativas del blog. Ojalá se arregle pronto y puedas dejar tus impresiones en cualquier entrada. Y sí, seguro que eres un encanto tanto dentro como fuera de Esculpiendo el tiempo :).
Un abrazo.
Tú tienes la "culpa" de que participe a menudo, porque me animaste la primera vez, diciéndome que "no hay aportación pequeña". Gracias por darme la pista del navegador. De momento lo resuelvo clikando en "vista de compatibilidad"
ResponderEliminarBueno, volveré aquí cuando haya visto esta película.
Gracias por tu ayuda. otro abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarAsumo la "culpa" e insisto en animarte para que participes en el blog :). Creo que esta película te puede encantar, ya me contarás.
Otro abrazo para ti.
Hola, Ricardo: He tenido la oportunidad por fín, de ver "nubes flotantes" y la verdad es que sobrecoge la historia. Aunque con la información que ya tenía de tu comentario, me imaginaba el final, uno espera todo el tiempo que él reaccione, cosa que , como bien dices, ocurre al final cuando ya es demasiado tarde. Se podrían decir muchas cosas sobre ella, pero sería repetir lo que tan bien has expresado tú.
ResponderEliminarA pesar de la tristeza, ha valido la pena verla. Gracias por descubrírmela, como tantas otras!
Un abrazo
Hola, selegna:
EliminarLo cierto es que se trata de una película muy triste. Me alegra que, al fin, la hayas podido ver y disfrutar. Si te ha gustado, te recomiendo que veas alguna otra obra de Naruse.
Un abrazo.
sinceramente Nuber dispersas me pareció muchisima mejor
ResponderEliminar