Esta película, que se sitúa en la Inglaterra del S.XV, narra las conspiraciones y actos truculentos llevados a cabo por el Duque de Gloucester (Basil Rathbone), con la ayuda del verdugo patizambo Mord (Boris Karloff), hasta llegar al trono y convertirse en Ricardo III.
Singular filme de la Universal , cuya originalidad estriba en que mezcla, con éxito, una trama de reminiscencias shakesperianas con el cine de terror que tantos éxitos dio a estos estudios durante la década de los treinta.
Ese mismo año, Rowland V. lee, también junto con Rathbone y Karloff, filmó El hijo de Frankenstein (Son of Frankenstein, 1939), la más interesante de las incursiones de la Universal en el mito creado por Mary Shelley tras las dos obras maestras de James Whale. Película que ejerció una gran influencia en El jovencito Frankenstein (Young Frankenstein, 1974) de Mel Brooks.
Ciñéndonos a la presente obra, hay que resaltar el trabajo realizado por su reparto, del que también forman parte Bárbara O´Neil, Ian Hunter y un jovencísimo Vincent Price. Resulta especialmente genial, la interpretación de Rathbone como el crudelísimo y jorobado Ricardo.
La película cuenta también con un sólido guión de Robert N. Lee, cargado de diálogos inteligentes, y en el que sólo flaquea la habitual historia de amor que había que incluir de cara al público.
En cuanto a secuencias destacables; despuntan las dos batallas, envueltas en lluvia y niebla, así como las escenas en las que Ricardo juguetea con su particular “casa de muñecas”, de la que van desapareciendo los sucesores al trono a los que consigue eliminar.
En 1962, Roger Corman realizó una especie de remake bastante inferior, en el que lo más destacado era la interpretación de Price como un Ricardo III atormentado por los espíritus de sus víctimas.
En definitiva, nos encontramos ante un interesante título, digno de ser revisitado.
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