“Los
sueños poseen un elemento de locura, y ese veneno no debe ser ocultado. El
anhelo de algo demasiado hermoso puede destruirte. Bordear la belleza tiene un
precio”.
(Hayao
Miyazaki)
Jirō
Horikoshi sueña desde niño con convertirse en ingeniero aeronáutico para
diseñar aviones.
El viento se levanta,
testamento cinematográfico de Hayao Miyazaki, es una especie de biografía
animada de Jirō Horikoshi, ingeniero aeronáutico
japonés que diseñó algunos de los cazas que su país utilizó durante la Segunda
Guerra Mundial. Probablemente se trate de la película más realista y
convencional del autor de El viaje de Chihiro (aquí la fantasía queda
reducida a las ensoñaciones del protagonista, en las que siempre aparece Giovanni
Battista Caproni, su ídolo y uno de los padres la ingeniería aeronáutica
moderna), y está destinada a un público más adulto que el de buena parte de su
filmografía anterior.
Aun siendo una delicia visual, cosa que no se
discute, el filme que nos ocupa carece de la magia y creatividad de los mejores
trabajos del realizador japonés. La acción transcurre a lo largo de varios
años, desde que Jirō es sólo un niño que sueña con ser piloto primero y, debido
a su miopía, ingeniero después, hasta que entra a formar parte de la empresa
Mitsubishi para diseñar aeroplanos para el ejército. Su metraje es excesivo, algo
ya habitual en Miyazaki, con un desarrollo a ratos tedioso y un final
precipitado. Bajo mi punto de vista, se redunda demasiado en las secuencias
oníricas, obviando ahondar en uno de los temas más interesantes que la trama
propone: el desarrollo tecnológico puesto al servicio de la actividad militar.
En cambio, sí que se tiende a subrayar el resobado tema de la lucha del
individuo por la consecución de sus sueños como principal motor del relato. La
historia de amor entre Jirō y Nahoko, joven a la que conoce durante el Gran
terremoto de Kanto de 1923, tampoco destaca por su originalidad, resultando melodramática
en su tópico tratamiento. Lo mejor de la cinta, al margen de las bellas
imágenes que la componen, son su narrativa clásica y la música de Joe Hisaishi.
Kaze tachinu, con sus
defectos y virtudes, constituye un meritorio, que no ideal, cierre a la
trayectoria profesional de un creador que ha sabido dotar al cine de animación
de unas cotas de expresividad y autoría impensables hace tan sólo unas décadas.
Hasta siempre, maestro.
Suerte que hay alguien más que opina que Miyazaki se excede en los metrajes. A mi me cansan algunas de sus películas. Pero "Mi vecino Totoro" es una obra maestra. Saludos.
ResponderEliminarHola, ricard:
ResponderEliminarNo creo que seamos los únicos que lo pensamos. Más de dos horas para una película de animación es, a todas luces, algo excesivo. Como para llevar a un niño...
Un saludo.
LOS NIÑOS SOMOS NOSOTROS...ESO NO LO DEBEMOS OLVIDAR....
ResponderEliminarnecesito la contraseña para poder descomprimir la pelicula alguien me la puede dar por favor se lo agradeceria mucho?
ResponderEliminarme equivoque de blogger jaja lo siento!
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