“Escribo
sobre las verdades eternas que unen a la humanidad en todo el mundo: comer,
cagar, follar, matar y morir”.
París,
comienzos del siglo XIX. El marqués de Sade (Geoffrey Rush), autor polémico
debido al contenido sexual pervertido de las obras que escribe, permanece
encerrado en el asilo para locos de Charenton, institución dirigida por el
piadoso abate Coulmier (Joaquin Phoenix), un hombre de fe. Allí, con la ayuda
de una lavandera llamada Madeleine (Kate Winslet), se las ingenia para seguir
enviando manuscritos a su editor, de modo que éste los pueda publicar. Para
evitar que esto suceda, el mismísimo Napoleón Bonaparte, harto de los
escándalos que tales escritos provocan en el conjunto de la nación francesa,
envía al manicomio al severo doctor Royer-Collard (Michael Caine), cuyos métodos
medievales de cura tratarán de aplacar las ansias de expresión del marqués.
Notable
farsa de época que refleja como pocas otras películas, quizá como ninguna, la
necesidad que tiene el artista de dar rienda suelta a su incontrolable torrente
creativo. Posiblemente se trate del mejor trabajo tras las cámaras del irregular Philip
Kaufman (La invasión de los ultracuerpos,
Elegidos para la gloria, La insoportable levedad del ser), y,
gracias a la enorme composición de Geoffrey Rush (de las más apasionadas,
brillantes y arrebatadoras que yo haya podido contemplar en una pantalla de
cine), un claro ejemplo que permite trazar la frontera que diferencia al gran
actor del genio de la interpretación. Lástima que sea un filme relativa e
injustamente poco (re)conocido.
Quills articula su trama mediante la contraposición de los diferentes elementos que en
ella aparecen: la religión, personificada en el abate Coulmier, frente a la ciencia
(la vieja ciencia, más bien), personificada en el doctor Royer-Collard; la pureza,
representada por el personaje de Madeleine, aún virgen, frente a la corrupción,
cuya máxima expresión sería el propio marqués (ojo a los curiosos juguetitos
sexuales que guarda en su celda); la libertad, entendida como el afán expresivo
de éste, frente al cautiverio que supone su encierro permanente en el manicomio
de Charenton; el deseo amoroso (Madeleine ama en secreto al abate), frente a
la abstinencia (él siente lo mismo, pero debe renunciar a ello por respeto a
sus votos). El inteligente guión de Doug Wright, bien estructurado aunque de
brusca evolución en su tramo final (el desenlace peca de efectista), contiene algunos
debates dialécticos excelsos, como los que mantienen el abate y el marqués en
torno a temas como la moral, el arte, la libertad o la religión.
El
reparto es ciertamente inmejorable, de lo más florido de la década, sobresaliendo,
como apuntaba al principio, la genial performance
de un Geoffrey Rush que compone a un personaje complejo, rico en matices, capaz
de, según el momento, parecer lúcido, pervertido, malévolo, jovial, blasfemo o del
todo perturbado.
La
reconstrucción de época está bastante conseguida, sin adornos, con un diseño de
producción, una dirección de fotografía y un diseño de vestuario igualmente
destacados.
No
es una obra perfecta, ni mucho menos, pero su visionado, a ratos fascinante, bien merece la
pena.
Ciertamente se trata de un muy buen filme. Como apuntas, escasamente reconocido.
ResponderEliminarCoincido en que lo más destacable del mismo son sus interpretes y los excelentes diálogos.
Un saludo Ricardo.
PD: Como he visto que muchos aprovechan sus comentarios para "reclamar" o sugerir listas, yo lo haré para pedirte una sobre las mejores trilogías de la historia del cine. No es sencillo, lo sé, pero creo que seria muy interesante.
Hola, ViriIII:
EliminarEs cierto que, pese a contar con un rutilante reparto, se trate de una película poco conocida. Ni siquiera creo que la hayan dado por televisión (yo, al menos, nunca la he visto). Geoffrey Rush es un genio de la interpretación, incluso cuando interpreta al capitán Barbosa :)
¿Una lista sobre las mejores trilogías de la historia del cine? ¿Crees que hay tantas buenas? No sé, no sé. Déjame pensarlo.
Un saludo.
Por hacer alguna sugerencia para una futura crítica propongo a una joyita del stop-motion: "Coraline" un verdadero cuento antiguo como los de antes de los hermanos Grimm, que no dudaban en ser aterradores con tal de enseñar a los niños a tener cuidado.
ResponderEliminarHola, Raz:
EliminarPreferiría (y esto sirve para todos) que las sugerencias me las propusieras a través de la dirección de correo electrónico del blog. En las entradas prefiero hablar sobre las películas comentadas en cuestión. "Coraline" me gustó mucho, muy siniestra, aunque debería revisarla para dedicarle un post como es debido.
Un saludo.
Ok, la próxima vez recibirás un email.
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