"Desde que comencé con las notas iniciales de Sacrificio, y durante todo el tiempo que trabajé en el guión, me sentí constantemente preocupado por la idea del equilibrio que está implícito en todo acto sacrificial -el ying-yang, por así decir, del amor y de la personalidad individual-. Me movía el tema de esa armonía que sólo puede surgir del sacrificio. No quería hablar del amor mutuo, del amor en dos direcciones, sino del amor como entrega unilateral, total y desinteresada. Para mí, cualquier otra forma ya no es amor o, al menos, no la manifestación suprema de esta experiencia humana".
"El personaje de Sacrificio busca participar en la vida, influir en el destino de sus contemporáneos y de su país, sin dejar que sean los políticos profesionales los que decidan por él. Este individuo quiere introducirse en la corriente de la vida y cambiar su curso. Y eso es posible sólo cuando se da cuenta de que nadie hará nada por él, mientras él mismo no tome la iniciativa. De esto trata la película. Si no queremos vivir como parásitos en el cuerpo de la sociedad, disfrutando de los beneficios de la democracia; si no queremos convertirnos en conformistas y estúpidos consumistas, tenemos que aprender a renunciar a muchas cosas".
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