Aguirre, la cólera de dios (Aguirre der Zorn Gottes, 1972) de Werner Herzog.


Siglo XVI. Una expedición española encabezada por Don Pedro de Ursúa (Ruy Guerra), se adentra en el Amazonas con el objetivo de encontrar la legendaria ciudad de El Dorado. Lope de Aguirre (Klaus Kinski), segundo al mando, pronto se hará con el control de la misión, conduciéndola al más profundo de los abismos. 


Cuarenta años después de su estreno, podemos afirmar que Aguirre der Zorn Gottes, la película que dio a conocer internacionalmente al singular e imprescindible cineasta alemán Werner Herzog, no ha perdido ni un solo ápice de su poder hipnótico y de fascinación.

El filme fusiona acontecimientos y personajes de dos expediciones reales: la de Francisco de Orellana, que en 1540 descendió el río Napo, y la de Pedro de Ursúa y Lope de Aguirre sobre el río Marañón en 1560. A través del diario de Fray Gaspar de Carvajal (Del Negro), quien realmente fue partícipe y cronista de la primera, aunque aquí se le sitúe en la segunda, Herzog nos introduce en esta demencial odisea que, sin duda, debió inspirar a Francis Ford Coppola para su también extraordinaria Apocalypse Now (los paralelismos entre los personajes de Aguirre y el coronel Kurtz son más que evidentes).


El autor de Fitzcarraldo dota a la cinta de un sentido hiperrealista y semidocumental (adecuado uso de la cámara en mano), heredero en parte de las obras paisajísticas de pintores como Caspar David Friedrich y Arnold Böcklin, de quienes también toma el sentido simbólico que estos otorgaban a los escenarios naturales como reflejo de la personalidad de los individuos ubicados en ellos.

La película se filmó con un presupuesto irrisorio, lo que agravó las dificultades del rodaje en tierras peruanas. Al parecer, los roces entre Herzog y Kinski, ambos de personalidades muy vehementes, fueron una constante. El actor amenazó en más de una ocasión con la idea de abandonar el proyecto, pero las advertencias del director (según se cuenta llegó a decirle que le pegaría un tiro si finalmente lo hacía) lograron evitarlo.

De la mano del megalómano Aguirre (memorable, impulsiva y grotesca composición del camaleónico intérprete alemán), la expedición, en su paso por el río, irá progresivamente sucumbiendo ante los ataques de los indios, el hambre, la fiebre y la locura.


El delirante final, captado mediante un travelling circular, nos muestra al enloquecido Aguirre como soberano de una balsa habitada por cadáveres y macacos roñosos. Inolvidable cierre para una obra cuasi genial.

6 comentarios:

  1. Hola, Ricardo: Estoy de acuerdo contigo. La ví hace tiempo ya, pero la recuerdo bien; más con todos los datos que nos ofreces sobre ella. ¡Cómo se las gastaba este director; cualquiera le decía que no! Gracias por refrescarnos la memoria de las buenas películas.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Saludos estimado Ricardo. Esta pelicula es demencial, cuesta creer que sea una ficcion, parece un documental auténtico. Fascinantes las escenas de una naturaleza terriblemente hostil que se va tragando paulatinanente a los hombres como si fueran hormigas. Por demas decirte que viendola, parece que fueran las selvas de mi pais (Peru y Bolivia son muy parecidos, topografica y culturalmente). Solo hazte la idea de que tus abuelos (lo digo por tu origen extremeño, jeje) Pizarro, Cortes y sus arrojados soldados tuvieron que caminar sorteando abismos, montañas infranqueables, rios caudalosos y selvas opresivas, amen del acoso constante de los indigenas, buscando el Gran Dorado, que muchas veces no era mas que una quimera. Ese es el gran aporte de Werzog, plasmar lo mas cercana posible aquella realidad de entonces. Y la actuacion de Kinski es simplemente monumental.

    ResponderEliminar
  3. Hola, selegna:
    La verdad es que, independientemente de que te guste más o menos, se trata de una película que difícilmente olvidas. Werner Herzog siempre ha estado bastante loco, yo tampoco le habría dicho que no :).
    Un abrazo y gracias a ti por dejar tu opinión.

    ResponderEliminar
  4. Hola, José:
    Me agrada no sólo que hayas visto el filme, sino que además te guste tanto. Es cierto que por momentos la película parece un documental, y ya sabemos todos que eso de hacer documentales a Herzog se le da de maravilla (lo mejor que ha hecho en los últimos tiempos son precisamente documentales). La verdad es que "mis abuelos" debieron pasarlo fatal por esas tierras inhóspitas :), aunque no creo que mucho peor que los indígenas que cayeron bajo su yugo. Creo que junto con la primera parte de "El nuevo mundo" de Terrence Malick, "Aguirre, la cólera de dios" es la obra cinematográfica que mejor ha sabido captar lo que aquellos hombres debieron sentir al llegar a un territorio tan hostil como fascinante.
    Un abrazo, estimado colega.

    ResponderEliminar
  5. Hola camarada, recuerdo vivamente la sensación de WTF que me produjo mi primer encuentro con "Aguirre". Yo andaba poco versado todavía en cuestiones de "auteurías" cinematográficas (de esto hace casi 20 años) y me acerqué a la peli de Herzog buscando una cinta de aventuras al uso Hollywoodiense (incauto de mi).

    Tras completar el visionado, era tal la estupefacción, que no sabía si la película me había gustado o no, lo que sí tenía claro es que la caracterización que Klaus Kinski hacía de Aguirre era a la vez excesiva y apabullante, magnética, brutal...

    Después de tanto tiempo, con muchas más horas de cine a las espaldas y con unas cuantas revisiones de la película, puedo decir que la película me gusta y mucho. Con "Aguirre" Herzog consigue fusionar dos lenguajes, en principio bastante distantes entre sí, como son el documental y la pintura, consiguiendo con ello un tono extraño y sugestivo que te atrapa.
    Como bien comentas el viaje de Aguirre por el río es un viaje hacia el corazón de las tinieblas, hacia la locura; así conforme avanza el metraje Herzog va introduciendo el delirio en ese coctel de verismo y plasticidad.
    Kinski-Aguirre es el vector, el agente infectante de ese delirio, una infección que se apodera de la película en su tramo final y que tiene su clímax en el megalonaníaco soliloquio de la balsa, rodeado de monos, compañeros agonizantes y cadáveres.
    Tremendo.

    A parte de este "cuasi genial" final hay otros momentos puntuales de la peli que me cautivan igualmente, uno de ellos es el plano fijo con Aguirre y el flautista indio. Éste toca su melodía y Kinski se mueve mínimamente, pasando de frente a perfil o viceversa, desarticulado, grotesco, con la mirada llena de determinación pero a la vez alucinada sin parpadeos (no creo que Kinski parpadee en toda la peli)... un momento sumamente hipnótico.

    Y podría seguir rescatando más y más detalles de esta sorprente y atemporal película, que pese a esos 40 años sigue completamente vigente.

    Un abrazo y felicidades por la fantástica reseña.

    ResponderEliminar
  6. Hola, camarada:
    Creo la primera vez que vi esta cinta, sentí la misma estupefacción de la que tú hablas. Desde luego no es una película de aventuras al uso made in Hollywood. Es simplemente Werner Herzog en estado puro. Lo tomas o lo dejas. A mí, a pesar de sus imperfecciones (creo que ninguna obra de su autor es perfecta), es un filme que me apasiona. Me quedo embobado con esa captación tan realista y misteriosa de la naturaleza, con ese ritmo sedante tan herzogiano, con ese demonio de intérprete llamado Kinski... Es, como digo en el comentario, una película cuasi genial. No me había fijado, pero es posible que tengas razón en eso de que Kinski no parpadee durante toda la película. Me sigue pareciendo una verdadera lástima que un cineasta de esta categoría se haya desviado del modo en el que lo ha hecho. Ya nadie se atreve a acometer epopeyas como la que aquí se nos ofrece. A los pies del loco de Herzog por trabajos como este :).
    Un abrazo y gracias por tus siempre acertados comentarios.

    ResponderEliminar

Recent Posts

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...