A
María.
“La
sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni
siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al
hombre de sus miedos”.
(Dario
Fo)
Segunda
Guerra Mundial. Tras la ocupación de Varsovia por los nazis, una compañía
teatral encabezada por el actor Joseph Tura (Jack Benny) y su esposa, María
Tura (Carole Lombard), urde un plan para entrar en el cuartel general de las SS
y evitar que una importante información relativa a los grupos de resistencia
caiga en manos alemanas.
To Be or Not to Be,
cuyo título hace referencia al célebre soliloquio de Hamlet, de William Shakespeare, se estrenó en Estados Unidos el
seis de marzo de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Hacía muy poco que los
norteamericanos habían entrado en el conflicto después del ataque japonés a su
base naval de Pearl Harbor el siete de diciembre de 1941. En Europa, sólo el
Reino Unido y la Unión soviética parecían aguantar el empuje conquistador de la
Alemania de Hitler. La guerra aún no se había decantado hacia ningún lado,
aunque pronto empezaría a hacerlo. En ese turbulento contexto internacional, el
gran Ernst Lubitsch, judío alemán que emigró a América huyendo precisamente de
los nazis, convencido por el guionista Melchior Lengyel, quien también concibió
Ninotchka, decidió realizar esta
magistral sátira anti nazi que continúa siendo una de las comedias más
brillantes de la historia del cine. Mi favorita, desde luego.
Un
falso Adolf Hitler dando un paseo por el centro de Varsovia, un joven oficial
de aviación que se levanta de su butaca cada vez que se inicia el soliloquio con
anterioridad citado, un divo del teatro que parece más celoso de su profesión
que de la fidelidad de su esposa, una mascarada delante de las narices del
mismísimo Führer, la suplantación del profesor Siletsky por parte de Joseph …
son muchos los momentos, personajes, situaciones y diálogos, a cual más
antológico, que no se pueden olvidar después del visionado de Ser o no ser. No obstante, existe uno
que refleja, quizá como ningún otro, la profunda tristeza de los acontecimientos
que aquí se revisten con los ropajes del humor. Me refiero al monólogo
que uno de los actores secundarios de la compañía, al que interpreta Felix
Bressart, recita al llegar el clímax del filme. Se trata de un texto extraído
de otra obra de Shakespeare, en este caso El
mercader de Venecia, y dice lo siguiente: “… ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿Es que el judío no tiene ojos?
¿Es que el judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos,
pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas,
víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene
calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? Si nos pincháis, ¿no
sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos? Si nos envenenáis, ¿no
morimos? Si nos ultrajáis, ¿no nos vengaremos?”. Al escucharlo, resulta
imposible no pensar en los campos de exterminio nazis donde tantos y tantos
judíos perdieron sus vidas.
El
reparto en su conjunto está perfecto, destacando las composiciones del poco
prolífico Jack Benny, y de la guapísima y malograda Carole Lombard, por
entonces mujer de Clark Gable, que falleció en un trágico accidente aéreo semanas
antes del estreno de la película. Tenía sólo treinta y tres años. Una lástima
la prematura muerte de esta enorme actriz de comedia que ya había trabajado con
directores de la talla de Howard Hawks, Gregory La Cava o William A. Wellman. Entre
los secundarios sobresalen el mencionado Felix Bressart, Lionel Atwill o Sig
Ruman. Este último da vida al idiotizado Coronel Ehrhardt, uno de los personajes
más divertidos de toda la función.
Ya
termino. “Ser o no ser, he aquí la
cuestión…”. Pero bueno, ¿ustedes también se levantan? Obra maestra.
Simplemente magistral Ricardo, como bien apuntas, una obra maestra.
ResponderEliminarPara mi, el mejor trabajo de Lubitsch.
Hola, Virilll:
EliminarPara mí también es la mejor película de Lubitsch. Seguida de cerca por esa otra maravilla que es "Ninotchka"
Un saludo.
Ricardiño, para cuando 'Post Tenebras Lux'? :)
ResponderEliminarHola, Raúl:
EliminarNunca he sido muy de Carlos Reygadas, la verdad, pero si te interesa mi opinión acerca de su última película, me comprometo a dedicarle una reseña en cuanto la revise y tenga tiempo.
Un saludo.
Yo tampoco eh, digamos que sus anteriores películas en mi Filmaffinity no pasan del 6, pero la verdad que su última obra me pareció rara y atractiva.
EliminarUn saludete y feliz puente.
Feliz puente para ti también, Raulete :)
EliminarFelicidades por el texto, que toda lisonja es poca para esta virguería... Aunque procure huir de absolutismos y fanfarrias por el estilo, lo cierto es que cada vez que la recupero me sobreviene la misma sensación de "esto es la mejor comedia que existe on screen y punto" (y más allá de términos como "comedia clásica" o el recluirla temporalmente con coletillas tipo "la mejor de su década/época"). Y van pasando lo años, y que no bajo del burro. Maestría total. Saludos, gran entrada (y espacio), sí señor. Saludos.
ResponderEliminarHola, Guzz:
EliminarGracias por tus palabras. "Ser o no ser", es, desde luego, la mejor comedia que yo he visto.
Un saludo.
Lo más sorprendente de "Ser o no ser" es que fue copiada plano a plano por Mel Brooks y resultó una película horrorosa. Moraleja: el toque Lubitsch es intransferible. Saludos.
ResponderEliminarHola, ricard:
EliminarCiertamente el "remake" de Brooks era bastante desastroso e innecesario.
Un saludo.
Peliculón por donde se le mire, sin duda mi favorita de Lubitsch, y de mis preferidas de lo que he visto de cine.
ResponderEliminarConsidero a Lubitsch un director completísimo y con mayor profundidad que su discípulo Billy, rescatando desde luego la grandeza de éste último.
¿Por cuál te decantas Ricardo, el maestro o el "aprendiz"?
Hola, Esteban:
EliminarA favor de Wilder hay que señalar que era más polifacético que Lubitsch. No obstante, a mí me gusta más el segundo.
Un saludo.