“Las
emociones son como las obras de arte, pueden falsificarse. Parecen idénticas al
original, pero son falsas”.
Virgil
Oldman (Geoffrey Rush) es un reconocido subastador y tasador de obras de arte. Un
día, una misteriosa chica llamada Claire (Sylvia Hoeks), se pone en contacto
con él para que tase y ponga en venta una serie de viejas piezas que ha
heredado de sus padres.
El
realizador italiano Giuseppe Tornatore, conocido entre los cinéfilos principalmente
por su entrañable y algo sobrevalorada Cinema
Paradiso (Nuovo Cinema Paradiso,
1988), firma el que quizá sea su trabajo más logrado en La migliore offerta, cinta de misterio y suspense deudora de la
mejor tradición literaria gótica, la de Edgar Allan Poe o Ann Radcliffe, que
retrata de un modo exquisito, a ratos fascinante, la obsesión amorosa del
individuo hacia su objeto de deseo con resonancias del Vértigo de Hitchcock. Durante la pasada edición de los premios
David de Donatello que cada año reparte la industria cinematográfica italiana, se alzó con un
total de seis galardones, incluyendo los de Mejor película y Mejor director.
La
película cuenta con un personaje principal bien descrito por Tornatore y mejor
interpretado por el excepcional Geoffrey Rush. Su Virgil Oldman es un tipo
solitario, huraño y maniático hasta el extremo. Las excentricidades que lo
caracterizan, como el hecho de llevar siempre guantes, son fruto de una
personalidad obsesiva compulsiva. Apenas tiene vida social, y habita una lujosa
residencia ordenada de manera casi matemática. A lo largo de su periplo vital,
aprovechándose de su inmaculada reputación como subastador y experto en arte, se
ha ido haciendo con una gran colección de retratos femeninos de distintas épocas
que guarda bajo llave en una sala de seguridad convenientemente sellada. Allí
pasa sus momentos más felices, extasiado ante la mirada fija de cientos de
féminas procedentes de los pinceles más ilustres de todos los tiempos. No
habría podido reunir tamaño repertorio sin la inestimable ayuda de su viejo
amigo Billy (Donald Sutherland), con quien se encarga de amañar y falsear las
subastas que dirige con el objetivo conseguir las mejores piezas al menor
precio. Hay otros dos personajes que resultan clave en el desarrollo de la
trama: la huidiza Claire, de tez marmórea, presencia frágil y fantasmal mirada;
y Robert (Jim Sturgess), ocasional consejero amoroso de Virgil y un manitas de la ingeniería
mecánica que lo mismo arregla un tostador que reconstruye un autómata
centenario.
Al
sólido guión, escrito por el propio realizador, cabe reprocharle cierta previsibilidad
y algo de confusión en su desenlace. Pocas pegas, en cambio, pueden ponérsele a
la elegante, refinada y decadente puesta en escena (espléndida fotografía y dirección
artística). Nunca el autor de Malèna concibió un filme visualmente más perfecto que el que ahora nos ocupa. Y es que La mejor oferta, a mi entender, constituye
un ejercicio notable desde cualquier punto de vista desde el que se analice. Mención
especial merece el legendario Ennio Morricone, que nos regala otra de sus
maravillosas y personales partituras, llena de virtuosismo y sentimiento.
Concluyo
aludiendo al bellísimo plano final: un travelling en retroceso, embargado de profunda tristeza, que transcurre entre milimétricas piezas
de ingeniería artesanal en un restaurante de Praga.
También me ha gustado mucho. Un Russ estupendo, lo que es la clave para el argumento. Argumento, como dices, un tanto quizás previsible pero que mantiene al espectador enganchado.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Manderly:
EliminarGeoffrey Rush es un actor impresionante. Yo también creo que el espectador se huele el pastel antes de que éste se sirva. No obstante, pienso que el suspense no es lo que más le interesa a Tornatore en esta historia.
Un saludo.
Cinema Paradiso será un pelín sensiblera o sobrevalorada, pero es un emotivo homenaje al cine, a los cinéfilos puros con alma de niños. Por lo menos a mí me recordó mi niñez (recién la vi de viejo) con eso de las proyecciones de películas antiguas que tanto disfruté cuando vivía en un pueblo donde teníamos luz eléctrica con generador diesel y por escasas horas y cuando aún no había llegado la televisión a mis valles floridos, je je. Tomo nota para esta nueva película; Malena, salvo la sensual y espléndida Bellucci me ha dejado con sabor a poco. Por ahí decían que el maestro Tornatore había perdido la inspiración. Me alegra que se recupere por lo que nos reseñas. Un saludo.
ResponderEliminarHola, José:
EliminarSólo por la Bellucci ya merece la pena ver "Malena". Por dios, ¡qué mujer! Siempre he pensado que la popularidad de "Cinema Paradiso" ha ensombrecido otras películas más interesantes de Tornatore, como la que nos ocupa, por ejemplo.
Un saludo, estimado colega.
Me uno a los reconocimientos sobre Rush, qué actorazo, las secuencias de cuando entra en rehabilitación y lo hacen girar en una máquinas son magníficas. Cómo bien señalas, el último travelling es conmovedor, tal como comenzó, rodeado de engranajes.
ResponderEliminarRecuerdo que en Shine también se robó la película. Una lástima que la mayoría de la gente lo reconozca por su papel de Capitán Barbosa en "Piratas del Caribe"
Saludos!
Hola, Esteban:
EliminarEn "Shine" estaba genial, al igual que en "Quills", donde para mí realiza su mejor interpretación.
Un saludo.
Bueno, bueno... me acabo de reconciliar con el cine ¡sí señor!. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una película aunque como dices es algo previsible a ratitos.
ResponderEliminarComo curiosidad la habitación de los mil cuadros me ha recordado a algunas obras de Johann Zoffany.
Saludos.