“A
menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo”.
(Jean
de La Fontaine)
Tras permanecer dos años recluido en un manicomio, Stephen Neale (Ray
Milland) sale dispuesto a llevar una vida tranquila. Sin embargo, por
cuestiones del azar, se verá envuelto en una peligrosa trama de espionaje nazi.
Existen, al menos, un par de razones que permiten explicar por qué Ministry of Fear nunca ha gozado del
reconocimiento crítico que, a criterio de quien suscribe estas líneas,
realmente merece. La primera de ellas es que se trata de un filme de
propaganda, antinazi en este caso, con las connotaciones peyorativas que esta
etiqueta siempre conlleva. La segunda, que fue una obra de encargo a la que el
propio Lang repudió siempre que tuvo ocasión, como en la famosa entrevista que
le hizo Peter Bogdanovich durante el verano de 1965: “Hollywood me obligó a hacer esta película sin modificar una sola
palabra. No creo que sea una buena película. Está muy lejos de mis intenciones”.
Pero todo ello, incluido el intrusivo y nada langiano happy ending con el que se cierra, no debe impedirnos reconocer que
estamos ante un ejercicio fílmico de gran fuerza expresiva; quizá el trabajo más
expresionista de su prolífica etapa norteamericana.
La película adapta una novela de Graham Greene, y mezcla con eficacia el
suspense, la trama de espionaje y el thriller
psicológico. Se advierte en ella una clara influencia de algunos de los filmes
que Alfred Hitchcock rodó durante su etapa británica, como El hombre que sabía demasiado (The
Man Who Knew Too Much, 1934), 39
escalones (The 39 Steps, 1935) o El agente secreto (Secret Agent, 1936). Paradójicamente, El ministerio del miedo terminaría influyendo en obras posteriores
del director británico como Con la muerte
en los talones (North by Northwest,
1959). Hitchcock y Lang, Lang y Hitchcock: dos extraordinarias filmografías en
constante retroalimentación. La acción se desarrolla en un Londres sombrío y
semiderruido por los bombardeos aéreos alemanes de la Segunda Guerra Mundial. La
puesta en escena expresionista (soberbia fotografía en blanco y negro de Henry
Sharp) refuerza el clima opresivo y claustrofóbico del relato.
El filme contiene varias escenas inolvidables, entre las que destacaría el
inicio en el manicomio, con un Ray Milland absorto y envuelto en sombras mientras
contempla el paso de los minutos en el reloj de pared de su habitación (¿qué
terrible secreto oculta este hombre?), o la escalofriante sesión de espiritismo
que tiene lugar en la mansión de la señora Bellane (Hillary Brooke). A lo que
habría que sumar el magnífico pulso narrativo que Lang imprime durante todo el
metraje.
Notable trabajo, en definitiva, este Ministry
of Fear. Un título a reivindicar.
Aun recuerdo al bueno de Pumares indicando que esta notable película del maestra Lang, era una obra maestra. Yo coincido contigo en que no llega a tal nivel, pero sí es una más que notable película, magníficamente dirigida y que en su aparente sencillez de guión, saca un espléndido partido.
ResponderEliminarHola, francisco:
EliminarMe alegra que coincidas conmigo y no con Pumares :). No es una obra maestra ni de coña, pero sí un trabajo muy bien hecho con momentos de gran cine.
Un saludo.