El ministerio del miedo (Ministry of Fear, 1944) de Fritz Lang.

“A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo”.
(Jean de La Fontaine)

Tras permanecer dos años recluido en un manicomio, Stephen Neale (Ray Milland) sale dispuesto a llevar una vida tranquila. Sin embargo, por cuestiones del azar, se verá envuelto en una peligrosa trama de espionaje nazi.


Existen, al menos, un par de razones que permiten explicar por qué Ministry of Fear nunca ha gozado del reconocimiento crítico que, a criterio de quien suscribe estas líneas, realmente merece. La primera de ellas es que se trata de un filme de propaganda, antinazi en este caso, con las connotaciones peyorativas que esta etiqueta siempre conlleva. La segunda, que fue una obra de encargo a la que el propio Lang repudió siempre que tuvo ocasión, como en la famosa entrevista que le hizo Peter Bogdanovich durante el verano de 1965: “Hollywood me obligó a hacer esta película sin modificar una sola palabra. No creo que sea una buena película. Está muy lejos de mis intenciones”. Pero todo ello, incluido el intrusivo y nada langiano happy ending con el que se cierra, no debe impedirnos reconocer que estamos ante un ejercicio fílmico de gran fuerza expresiva; quizá el trabajo más expresionista de su prolífica etapa norteamericana.


La película adapta una novela de Graham Greene, y mezcla con eficacia el suspense, la trama de espionaje y el thriller psicológico. Se advierte en ella una clara influencia de algunos de los filmes que Alfred Hitchcock rodó durante su etapa británica, como El hombre que sabía demasiado (The Man Who Knew Too Much, 1934), 39 escalones (The 39 Steps, 1935) o El agente secreto (Secret Agent, 1936). Paradójicamente, El ministerio del miedo terminaría influyendo en obras posteriores del director británico como Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959). Hitchcock y Lang, Lang y Hitchcock: dos extraordinarias filmografías en constante retroalimentación. La acción se desarrolla en un Londres sombrío y semiderruido por los bombardeos aéreos alemanes de la Segunda Guerra Mundial. La puesta en escena expresionista (soberbia fotografía en blanco y negro de Henry Sharp) refuerza el clima opresivo y claustrofóbico del relato. 


El filme contiene varias escenas inolvidables, entre las que destacaría el inicio en el manicomio, con un Ray Milland absorto y envuelto en sombras mientras contempla el paso de los minutos en el reloj de pared de su habitación (¿qué terrible secreto oculta este hombre?), o la escalofriante sesión de espiritismo que tiene lugar en la mansión de la señora Bellane (Hillary Brooke). A lo que habría que sumar el magnífico pulso narrativo que Lang imprime durante todo el metraje.

Notable trabajo, en definitiva, este Ministry of Fear. Un título a reivindicar. 


2 comentarios:

  1. Aun recuerdo al bueno de Pumares indicando que esta notable película del maestra Lang, era una obra maestra. Yo coincido contigo en que no llega a tal nivel, pero sí es una más que notable película, magníficamente dirigida y que en su aparente sencillez de guión, saca un espléndido partido.

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    1. Hola, francisco:
      Me alegra que coincidas conmigo y no con Pumares :). No es una obra maestra ni de coña, pero sí un trabajo muy bien hecho con momentos de gran cine.

      Un saludo.

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