Las flores de la guerra (Jin Ling Shi San Chai, 2011) de Zhang Yimou.

“La vida de la flor es muy corta. Y aun así sufre muchas penurias”.

(Fumiko Hayashi)

Nanking, diciembre de 1937. La ciudad ha caído en manos del Ejército Imperial Japonés, cuyas tropas asesinan a los civiles chinos que encuentran a su paso. El único lugar que se mantiene a salvo de la masacre, es una iglesia católica donde residen estudiantes huérfanas. Allí se refugian un grupo de prostitutas y un maquillador de cadáveres (Christian Bale) que se hará pasar por sacerdote.

Tras la excelente e intimista Amor bajo el espino blanco, uno de los mejores filmes estrenados en España durante el pasado año, Zhang Yimou retoma un tipo de cine más comercial en esta superproducción titulada Las flores de la guerra, apreciable drama bélico que ensalza los valores humanos en medio de un contexto de atroz destrucción. La película adapta una novela de la famosa escritora china Geling Yan.

Cuando uno se planta ante un trabajo del autor de Sorgo rojo, debe dar por hecho que se encontrará con una historia bien contada, calidad emocional, caracteres interesantes y momentos de gran belleza visual. Estas virtudes se hallan presentes, unas en mayor medida que otras, en Jin Ling Shi San Chai; sin embargo, no parece existir pasión alguna en la mirada del cineasta, con lo que el resultado final termina siendo más rutinario que inspirado. A ello habría que sumarle un maniqueísmo ideológico ciertamente exagerado, que en nada contribuye a la credibilidad de lo expuesto. Con todo, la pericia narrativa del director, su sensibilidad en el tratamiento de personajes y situaciones, el lirismo de algunos pasajes y la presencia de la hermosa actriz china Ni Ni, hacen que la cinta se mantenga a flote durante sus casi dos horas y media de metraje, lo cual no es poco, aunque sí escaso para un realizador del bagaje y el talento de Zhang Yimou.

Las secuencias bélicas, en las que se abusa del ralentí, se concentran en los primeros minutos del filme. El resto del metraje se desarrolla en el interior del templo religioso, resultando muy interesante la confrontación inicial que se produce entre el modo de vida de las niñas y el de las prostitutas: la sobriedad, educación y timidez de unas contrasta con el colorido, la fragancia y el descaro de las otras. Ambos grupos aunarán esfuerzos, estableciéndose emotivos lazos afectivos que suponen lo más destacable de la película. 

Para entender mejor, en clave cinematográfica, lo que ocurrió en la ciudad de Nanking, les recomiendo Ciudad de vida y muerte (2009) de Lu Chuan. La de Yimou no está mal, pero la que ahora cito es bastante superior.