“Tener con quien llorar aminora el llanto de muchos”. (Vittorio
Alfieri)
Emmi (Brigitte Mira), mujer viuda de unos sesenta años de edad, y Ali (El
Hedi ben Salem), inmigrante marroquí veinte años más joven que ella, inician,
casi por casualidad, una relación amorosa que pronto desencadena las habladurías
y el rechazo dentro de su entorno.
Todos nos llamamos Alí (el
título original significa algo así como “el miedo se come el alma”) constituye uno
de los mayores cantos a la tolerancia legados por el arte cinematográfico, una
oda al mestizaje racial y al amor libre; pero, sobre todo, una conmovedora
historia de sentimientos entre dos seres solitarios de los que nadie se ocupa.
Y es que como dijo el literato francés Guy de Maupassant: “nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos
nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad”.
Tras los títulos de crédito iniciales, Fassbinder sitúa a los
espectadores en el interior de un bar de barrio. En él, envueltos por los
acordes de música árabe, un grupo de trabajadores marroquíes, entre los que se
encuentra Ali, se divierte después de la dura jornada laboral. De repente, una
mujer mayor entra en el local, y, con aire titubeante, se ubica en la mesa más
cercana a la puerta. Es Emmi, que busca refugiarse de la lluvia del exterior.
Todos se quedan mirándola con una expresión de asombro. ¿Qué hace aquí una
mujer de su edad? Parecen preguntarse en silencio. La camarera se acerca para
saber qué va a tomar; la respuesta de Emmi evidencia que hace mucho tiempo que
no frecuenta lugares así. Finalmente opta por pedir una coca-cola. Al instante,
una amiga de Ali a la que éste ha rechazado con anterioridad, quizá despechada,
lo reta a que invite a bailar a la recién llegada. Ali, ni corto ni perezoso,
lo hace; y Emmi acepta. Una vez terminado el baile, se ofrece para acompañarla
hasta su casa. Allí, en la escalera del edificio, Emmi propone a su acompañante
que suba a tomar un café…
De ese modo tan sencillo y natural como el descrito, comienza la relación
de una de las parejas más peculiares del séptimo arte. Luego vendrán los
problemas: el rechazo por parte de los hijos de Emmi, que no aceptan la unión
de su madre con el extranjero, los cotilleos de las envidiosas vecinas, el mal
gesto de las compañeras de trabajo, la xenofobia del encargado de la tienda de
comestibles, las dudas del propio Ali, etc. Evidentemente, no les resultará
fácil seguir adelante en una sociedad tan intransigente como la alemana de los
años setenta, donde las huellas del pasado nazi eran aún demasiado recientes
para permanecer olvidadas.
El autor de Lola construye una
puesta en escena sobria y teatral, acentuando el contraste cromático de los
blancos y grises de los fondos, con los llamativos rojos, naranjas y amarillos
del mobiliario y el vestuario de los personajes. Los encuadres son perfectos y
arquitectónicos, y los movimientos de cámara, sutiles y precisos. Puro
Fassbinder.
Todos nos llamamos Alí, además
de ser uno de los mejores trabajos del cineasta alemán, supone una oportunidad
ideal para adentrarse por vez primera en la filmografía de su fascinante
hacedor.
¿Tines algún tipo de conexión extrasensorial conmigo? La mayor parte de las canciones que linkeas en Twitter son las que últimamente estoy escuchando: "Llorando" de Rebekah del Río, "Érase una vez en América" de Morricone... como pongas la BSO de "Días del cielo" me voy a mosquear. :)
ResponderEliminarLa última que he visto es "Madrid 1987" Me ha gustado pero no me ha entusiasmado... no está nada mal María Valverde aunque me gusta más verla que oírla ¿Qué te parece?
Tiene buna pinta "Todos nos llamamos Alí". Apuntada está. A ver si la consigo pronto. Salu2.
Hola, Fransico:
EliminarDebe ser la conexión cinéfila o que simplemente tenemos gustos parecidos :). No he visto "Madrid, 1987", no suelo ver demasiado cine español a no ser que algún filme en cuestión me interese mucho. María Valverde no está nada mal...
Te animo a visionar "Todos nos llamamos Alí" y cualquier Fassbinder que caiga en tus manos.
Un saludo.
No es un "happy end" pero tampoco todo lo contrario. El poso que deja es amargo. No cuenta una historia sobre el racismo, no hay base ideológica, sino sobre el rechazo visceral de una determinada comunidad ante la más mínima diferencia, que en este caso en particular está encarnado en una mujer solitaria de sesenta años y un marroquí muchos años más joven. Cuando vi "No es bueno que el hombre esté sólo" leí una crítica/comentario de la que no recuerdo nada, pero sí me quedé con el título grabado a fuego "Maldito ser humano...". Pues eso... ¡dejemos a la gente que viva como quiera!
EliminarSalu2.
Solo recuerdo de ella que me habia gustado a pesar del "repelús" que me dió en algún momento. Espero que en la próxima revisión haga aún más de tripas corazón que la primera vez que la vi y me guste bantante más, aunque recalco que ya me pareció buena.
ResponderEliminarUn saludo
PD: ¿Futuro Top Fassbinder?
Hola, David:
EliminarNecesito revisar algunos títulos del alemán para poder hacer ese "Top" como es debido. Lo que sí te puedo decir es que, probablemente, lo encabezaría "Las amargas lágrimas de Petra von Kant".
Un saludo.
Coincidimos: 'La amargas lágrimas de PvK' es el mejor título de Fassbinder. Y 'Todos nos llamamos Alí' es de lo mejor también. Me encantan las dos, pero más la primera: necesita menos para decir más, y eso es un plus.
ResponderEliminarHola Ricardo
ResponderEliminarEsta fue la primera que vi de Fassbinder y fue una maravilla, pero vale decir que estoy viendo más peliculas de él y pues tambien pondria entre sus mejores trabajos hasta ahora " El matrimonio de Maria Braun", "La Ruleta China" y " La ley del más fuerte".