Sucesión de historias dispares entrelazadas por algún personaje que conecta unas con otras: un oficial de las tropas napoleónicas entra la catedral de Toledo, donde da un beso a la escultura de doña Elvira de Castañeda y después profana su tumba; un hombre que padece insomnio, ve pasar cada noche por su dormitorio a todo tipo de animales y personajes; una enfermera que viaja para visitar a su padre enfermo, se hospeda en un hotel rural en el que se topa con un grupo de monjes carmelitas aficionados al juego y al alcohol, una pareja de sadomasoquistas y un adolescente que pretende conseguir los favores sexuales de su tía; un profesor trata de dar una clase de antropología a unos gendarmes bastante traviesos; un prefecto de policía recibe la llamada de su hermana muerta, que quiere que la vaya a visitar al panteón familiar...
Le fantôme de la liberté es, atendiendo a mi criterio, uno de los filmes más autocomplacientes y menos satisfactorios de la brillantísima carrera del maestro aragonés. Seguramente se trate de su obra más surrealista desde La edad de oro (L'âge d'or, 1930), pero lo que en aquella eran imágenes imperecederas de una provocación desconcertante, se convierten ahora en un conjunto de viñetas inconexas que alternan lo burdo con lo inteligente en su siempre absurda concepción.
Con respecto al título de la película, algunos han señalado que podría tratarse de un guiño del autor, reconocido izquierdista, a una de las más famosas frases del Manifiesto Comunista (1848) de Karl Marx: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo”. Sin embargo, es más probable que con él quisiera aludir a la imposibilidad de que el artista cinematográfico pudiese crear de manera absolutamente libre.
En su deslavazada composición, la cinta toca muchos de los temas que más interesaban al autor de Viridiana: el sexo, la religión, la crítica a las convenciones sociales, la muerte… tratados con su habitual y característico sentido del humor irreverente y socarrón, aunque con menos originalidad e inspiración que en otras ocasiones.
A pesar de su irregularidad, el filme posee destellos del mejor Buñuel. Un buen ejemplo de lo que digo sería la primera historia, basada en El beso de Gustavo Adolfo Bécquer, en la que el propio cineasta, ataviado con hábito de monje y emulando al cuadro de Goya Los fusilamientos del 3 de mayo (cuadro que servía de fondo a los títulos de crédito iniciales), es fusilado junto a otros miembros de la resistencia española. ¿Nos está anticipando Buñuel con su ejecución, la del director, el carácter arbitrario y sin control al que se encamina el resto de la película? Juzguen ustedes mismos.
Esta vez me toca disentir camarada, ya que "el fantasma de la libertad" es una de las películas que más aprecio, aún reconociendo que no está a la altura de sus obras maestras, de la filmografía del Aragonés Errante.
ResponderEliminarAún reconociendo su irregularidad, se alternan momentos buenísimos con otros un tanto insulsos, creo que Buñuel consigue en ciertos pasajes de la cinta conjugar crítica, provocación y momentos absolutamente desternillantes como en la secuencia del fustigamiento (gozoso) de Michael Londsdale (con su tremendo traje con apertura posterior) ante la mirada pasmada de los monjes y la enfermera... me parto sólo con recordarlo :).
Le fantôme de la liberté, son destellos sí, pero muy brillantes.
Un abrazo.
Hola, camarada:
EliminarReconozco que la película posee momentos realmente buenos (esa escena a la que aludes es muy divertida), pero creo que los anodinos los superan en número. Admiro muchísimo a Buñuel, y eso hace que a cada obra suya le exija lo máximo. No sé, pero en "El fantasma de la libertad" noto cierto agotamiento de sus constantes temáticas. En cualquier caso, es simplemente mi opinión y puede que no sea la más acertada.
Un abrazo.
Ahora mismo no sabría decir, quizá porque al tratarse de Buñuel en realidad no estoy interesado en establecer hit parades de su filmografía, si "EL FANTASMA DE LA LIBERTAD" es una de sus obras mayúsculas (alguna minúscula debe tener, pero pocas) pero sí me parece una de las más libres y desatadas, entendiendo este término en el sentido de que ya al final de su trayectoria, desvinculado de cualquier "ismo" y sin tener que rendir cuentas a nadie ni satisfacer las expectativas de ningún productor, en suma, haciendo lo que le daba la gana como prerrogativa de alguien que sabía lo poco que le quedaba en el convento, rodó sin inhibiciones ni premisas, ocurrentemente, hasta parir esta juguetona criatura.
ResponderEliminarSu siguiente (y última) película me parece que corrobora lo que digo de ésta.
Un abrazo.
Hola, Teo:
EliminarEfectivamente, "El fantasma de la libertad" es una de las obras más libres y desatadas del genio de Calanda, quien probablemente nunca estuvo más cerca de alcanzar el anhelado "fantasma" al que se refiere el título que en la presente película. Ahora bien, quizá ese sea también su mayor defecto, lo que acaba traduciéndose en un producto demasiado relajado y autocomplaciente. Buñuel llevaba años deseando hacer un filme que no se sujetara a ninguna línea argumental concreta, de ahí la satisfacción que le produjo realizar la obra que ahora nos ocupa. Personalmente, prefiero que su genio esté al servicio de una historia determinada, que es lo que haría unos años después al adaptar de manera libre y magistral, la novela de Pierre Louys "La mujer y el pelele" en "Ese oscuro objeto del deseo" (ésta sí que es para mí una obra mayúscula en su carrera).
Un abrazo.