“La naturaleza nos da
las dotes sin pedir nada a cambio, pero nos las quita sin pedir permiso”.
(Proverbio
árabe)
Un
viejo campesino (Ilyas Salman) y su nieta (Mariam Buturishvili) se instalan en
un pequeño islote en medio del río Inguri (al oeste de Georgia) para cultivarlo de maíz durante los
meses de verano.
Algunos
directores actuales parecen haber olvidado el sentido originario del cine,
menospreciando el poder narrativo de la imagen (cultivado por el hombre desde
el Paleolítico) en beneficio del uso de la palabra. Hoy en día son muchos los que
confunden a un buen dialoguista con un buen cineasta, cuando, en realidad, una
cosa no es sinónimo de la otra. El realizador georgiano George Ovashvili,
demuestra con Simindis kundzuli, su
segundo y extraordinario largometraje, que, afortunadamente, no todos han
olvidado las lecciones legadas por maestros como Aleksandr Dovzhenko o Serguéi
Paradjánov. Aquí es la imagen, de una fuerza ancestral, cuasi mítica, la que
sirve para articular un portentoso ejercicio minimalista que, como un cuadro
del pomerano Caspar David Friedrich, enfrenta al ser humano con la naturaleza.
Con
el conflicto georgiano-abjasio como telón de fondo (hasta que deja de ser un simple telón), lo que recuerda a Mandarinas (Mandariinid, 2013), de Zaza Urushadze, otra coproducción georgiana
de reciente estreno en nuestro país, el filme que nos ocupa se atiene a las
unidades de lugar y acción aristotélicas: un único espacio (la isla) y una
única acción principal (el curso entero de la cosecha de maíz). Ovashvili nos
muestra de un modo sobrio y realista, el quehacer diario de un abuelo y su
nieta; su esfuerzo por sacar adelante una cosecha de la que depende su
supervivencia durante los crudos meses de otoño e invierno. El director apenas
utiliza unas cuantas líneas de diálogo, optando por una narración puramente
visual que descansa sobre los gestos de los personajes y los movimientos y
sonidos de la naturaleza. A través de un magistral uso de la elipsis no marcada,
Ovashvili omite todo lo que acontece a los protagonistas cuando estos no se
encuentran en la isla. Los vemos llegar al alba y marcharse al atardecer a
bordo de una barca, pero no sabemos nada de ellos más allá de las reducidas
dimensiones del islote. El paisaje de la isla se va modificando a lo largo del
relato (el hombre transforma al medio para garantizar su subsistencia), del
mismo modo que lo hace el personaje de la niña, quien, casi sin percibirlo, va
transitando en su camino hacia la edad adulta. Como vemos, el curso de la naturaleza y el de
la propia vida van de la mano.
La
película cuenta con una bellísima dirección de fotografía a cargo de Elemér Ragályi, lentos
desplazamientos de cámara con abundancia de travellings
laterales a ras del suelo (y del agua), y una gran agudeza en la captación de
los sonidos de la naturaleza que remite al cine de Andrei Tarkovsky.
Sin
duda, una obra mayor dentro del panorama europeo reciente. Cine con mayúsculas.
Joder, tio!, primera vez que veo que le pones cinco estrellas redondas a una película, o tal vez últimamente no caigo mucho por aquí. Como la pintas suena a otra rara obra naturalista, entrañable y exquisita que es menester conseguirla de cualquier modo. El solo hecho de evocar a Paradjanov es una razón poderosa para disfrutarla. Tomo nota. Un abrazo desde tierras bloguivianas.
ResponderEliminarHola, José:
EliminarHay bastantes películas en este blog con cinco estrellas, aunque no tantas que sean recientes. Cito a Paradjánov porque fue un realizador en el que siempre primó el poder simbólico de la imagen sobre todo lo demás. Aquí también prima, pero en un sentido más naturalista que simbólico.
Un abrazo, amigo.
Con esta reseña nos pones un caramelo en la boca que no podemos dejar de degustar, si la has calificado con cinco estrellas seguro que es una obra maestra. “Corn Island” y “Mandarinas” son las dos películas de estreno que más ganas tengo de visionar. A ver si tengo suerte y en una estancia en Madrid que tengo prevista para el próximo mes puedo verlas en pantalla grande y VOSE. Coincido plenamente con tu observación en que siendo el cine un arte visual el peso de la narración debe recaer en la imagen, ,y si bien por regla general no me suelen gustar las peliculas cuyo peso recae en el diálogo e incurren en verborrea, también es cierto que echo mucho de menos en el cine actual los diálogos inteligentes y llenos de fases ingeniosas del cine clásico, en especial el americano. Bueno, ahora no quiero dejar la oportunidad de preguntarte por una serie de peliculas relativamente recientes que han tenido buena crítica y que a mi por lo menos a mi me han gustado en mayor o menor medida: 1) “Mommy” de Xavier Dolan, 2º) “El año más violento” de JC Chandor,3) “El capital humano” de Paolo Virzi; 4º) “La fiesta de despedida” de Tal Granit y Sharon Maymon.¿Las has visto? ¿ Podemos esperar reseña próxima? Saludos Ignacio 65
ResponderEliminarHola, Ignacio65:
EliminarLamento decirte que, por unas razones u otras, aún no he visto ninguno de los títulos que citas. Intentaré verlos para satisfacer tu petición.
Un saludo.
Un servidor, la reseña que espera con más ansia de nuestro crítico preferido es la anunciada, o sea, la de la nueva peli de Ozon, un director que aprecio mucho porque casi siempre arriesga y me divierte. Por lo demás, 'Corn Island' tiene realmente muy buena pinta --'Mandarinas' no me atrae suficientemente (por lo que se dice de ella sobre el tratamiento de los personajes, más bien superficial).
ResponderEliminarHola, josep:
EliminarMe consta, por otras entradas dedicadas al director, que te interesa mucho el trabajo de Ozon. Espero tu comentario en la reseña de "Una nueva amiga".
Un saludo.
Sí, ten por seguro que habrá comentario. Vi la peli ayer y no consigo quitármela de la cabeza.
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