“Es una gran pérdida
para las sociedades que se olviden de sus ancianos”.
(Mary
Lou Cook)
Shukichi
y Tomiko Hirayama (Isao Hashizume y Kazuko Yoshiyuki) son un anciano matrimonio
que viaja hasta Tokio para visitar a sus tres hijos, a los que no ven desde
hace algún tiempo. Sin embargo, estos están tan ocupados en sus asuntos que
parecen no tener tiempo para atenderlos.
El
octogenario realizador nipón Yôji Yamada nos regala con Tôkyô kazoku una maravillosa puesta al día de la obra maestra de Yasujiro
Ozu Cuentos de Tokio (Tokyo monogatari, 1953), para mí uno de
los diez títulos cinematográficos más importantes de todos los tiempos. Yamada muestra
un enorme respeto hacia la película original, a la que emula tanto formal como argumentalmente,
introduciendo sutiles matices que la actualizan (las referencias a la tragedia
de Fukushima, por ejemplo) y ponen de manifiesto la vigencia de su mensaje.
Como decía Gaudí: “la originalidad
consiste en volver al origen”. El filme se alzó con la Espiga de Oro
durante la pasada Seminci de Valladolid.
Los
planos de transición para ubicar espacialmente la escena que sigue, el tren
en marcha como metáfora del carácter pasajero de la existencia, la cámara a
escasa altura del suelo, su estatismo (apenas un par de movimientos en casi dos
horas y media de metraje), la geométrica composición de los planos, la filmación de
estancias vacías… son muchos los elementos y recursos que remiten a la
escritura de Ozu. En ese sentido, cabe recordar que Yamada fue discípulo suyo en
los míticos estudios Sochiku, por lo que es conocedor de primera mano del modo
de trabajar del maestro. En cuanto al argumento, la principal novedad tiene que
ver con el personaje de Noriko (Yu Aoi), la nuera viuda de los ancianos en la
cinta original, interpretada entonces por la virginal Setsuko Hara, que aquí se
convierte en la novia de Shoji (Satoshi Tsumabuki), el hijo menor. Su relevancia
no es ahora tan significativa, aunque siga resultando esencial, lo que favorece
al propio Shoji, que tiene una presencia mucho mayor que su ascendiente en la
gran pantalla. Hay escenas calcadas a las de la película de 1953, diálogos
incluidos, pero también existen otras que son variantes de aquellas o
simplemente no aparecían. Esa sensación de estar viendo algo que ya se ha visto,
pero filtrado desde una nueva mirada, es permanente a lo largo de todo el
filme, lo que no impide volver a empatizar, sonreír y emocionarse con los
personajes de esta entrañable historia como si fuese la primera vez. Ahí radica
el logro de Yamada, que consigue reproducir la maestría de un modo maestro.
Una
vez terminado el metraje, uno tiene la impresión de que el ser humano cambia
poco, por no decir nada. Las relaciones familiares entre padres, hijos y nietos, siguen siendo las mismas que las de hace sesenta años. Las alegrías, las
preocupaciones, los miedos… todo es igual. Para algunos, los que se quedan en
la superficie, Una familia de Tokio
no será más que un simple remake;
bien hecho, sí, pero remake al fin y
al cabo. Otros, en cambio, la recordaremos como una de las películas más bellas,
serenas y nostálgicas de este 2013 que toca a su fin.
A mí la cámara de Ozu me parece más estática si cabe, por lo demás, yo mismo podría firmar la reseña. Obra maesta o casi y muy emocionante.
ResponderEliminarSobre los remakes:
Si la enorme cantidad de ellos que se hacen hoy en día fueran de películas como esta y realizadas a este nivel fijo que no nos quejariamos tanto.
Y Ricardo, con este trabajo descubro a Yamada, no se muy bien por donde tirar para ir descubriendo su obra ¿me soplas algunos títulos?;)
Un saludo.
Hola, David:
EliminarDe lo que he visto de Yamada, te recomendaría su trilogía sobre samuráis, especialmente "El ocaso del samurái", y "Kaabee". Por desgracia, no es fácil hacerse con sus películas anteriores.
Un saludo.
Esta pendiente, cuando se estrene ya comentaré a ver que tal el remake, de Japón vi la semana pasada "De tal padre, tal hijo" de Hirokazu Koreeda, una maravilla, de las mejores de este 2013. ¿La has visto?
ResponderEliminarHola, Dan Chaplin:
EliminarLa de Koreeda se estrena la próxima semana en España, aunque aquí no va a llegar ni de coña. Le tengo muchas ganas, ya que su director me gusta bastante.
Un saludo.
Me ha encantado, mucho. El único problema es que no sé si lo ha hecho por ser una grandísima película (que seguro que lo es) o por ser un remake tan bueno de una de las obras cumbre del cine como es 'Cuentos de Tokio'. Un 'remake muy remake' en mi opinión. ¿Cualidad propia o saber explotar con maestría una obra maestra? Creo que Yamada deja patente lo buen director que es y lo bien que entiende la obra de Ozu pero en ningún momento dota a su película de personalidad propia. Entonces, aun siendo una película enorme me cuesta reconocerla como tal más allá de un homenaje a Ozu. Ha añadido matices, ha tocado personajes y ha explotado su argumento en un contexto contemporáneo, ¿pero es suficiente el grado en el que lo ha hecho? La verdad es que no lo sé. Quizás deba reposarla más.
ResponderEliminarComo leí que era un remake libre entendí (Dios sabe por qué) que sólo estaría inspirada en la obra de Ozu sin ser una revisión estricta, quizás de ahí mis controversias con la película.
Dejando de lado eso, como digo: es maravillosa. La fotografía es preciosa, el reparto es espléndido (difícil igualar sobre todo a los abueletes y a la Noriko del 53, pero todos están a la altura) y me han encantado ciertas cosas que en de Ozu no se pueden ver. Revivir al hijo menor me parece un muy grato acierto y escenas tan costumbristas como ver a Yu Aoi andando en bicicleta por ahí se me antojan preciosas con una fotografía a color.
Me parece un muy buen complemento a la obra de Ozu, un fantástico homenaje y una buena forma de acercar la obra original a la gente que hoy en día no la conozca, pero no puedo evitar pensar que la película por sí sola no tiene personalidad propia. Por otra parte es un grandísimo mérito homenajear a una obra como Cuentos de Tokio creando un producto final que entiende completamente a los personajes de la obra original y sabe captar su esencia, y todo filmado con maestría... No me aclaro ni yo.
Por último decir que coincido totalmente contigo y con la película en lo poco que hemos cambiado. Pese a que todo a nuestro alrededor avance nosotros seguimos siendo los mismos. Seguro que uno de los motivos de Yamada para rodar esta película ha sido acercarnos esa lección. Es curioso porque los niños de la obra de Ozu aquí serían más o menos los mayores. El ciclo de la vida...
¡Gran blog, por cierto! ¡Llevo ya unos días cuchicheándolo! Un saludo.
Hola, Rdosdedos:
EliminarEs cierto que no te aclaras :). Tienes razón en casi todo lo que dices. ¿Recuerdas el horrible remake en color que Gus Van Sant hizo hace unos años de "Psicosis"? Te lo pongo como ejemplo de lo difícil que resulta hacer un remake fiel de un clásico atemporal del cine. Lo de Yamada tiene mucho mérito, ha filmado una película admirable. Como señalas, creo que hay que entenderla como complemento actualizado de la obra de Ozu. A mí me parece casi perfecta; lo único que le impide serlo es su condición de remake. Memorable, en todo caso.
Un saludo.