“Hacer
una película es como cortejar a una chica. La ves, la deseas y la sigues. Llega
el gran momento. Luego, la desilusión. La tristeza después de filmar”.
Hollywood.
Jonathan Shields (Kirk Douglas) es un productor de éxito capaz de cualquier
cosa con tal de lograr lo que pretende. A través de tres personajes con los que
se relacionó en diferentes etapas de su carrera, un director (Barry Sullivan),
una actriz (Lana Turner) y un guionista (Dick Powell), conocemos los rasgos de
su ambiciosa y megalómana personalidad.
Partiendo
de una serie de anécdotas reales atribuidas a David O. Selznick, Val Lewton, Darryl
F. Zanuck, Orson Welles, Jacques Tourneur o Alfred Hitchcock, entre otros
personajes célebres del celuloide, el guionista Charles Schnee, sobre una
historia original de George Bradshaw, escribió uno de los libretos más redondos
del cine norteamericano de los años cincuenta. Vincente Minnelli se encargó de
plasmarlo en pantalla de manera magistral, consiguiendo uno de los mejores
filmes que sobre el mundo del cine se han realizado.
La
película comienza con los fallidos intentos de Shields, quien permanece fuera
de campo, de intentar comunicarse por teléfono con Fred Amiel, director de reconocido
prestigio, Georgia Lorrison, actriz estrella, y James Lee Bartlow, guionista
ganador del Pullitzer, para que participen en la que va a ser su nueva
producción. Los dos primeros hacen como que no están, ignorando su llamada, mientras
que el tercero le suelta un sentido “muérete”
a través de la línea telefónica. ¿Qué les ha hecho Jonathan para que lo reciban
así? Poco después, los tres son citados en las oficinas de la productora Shields,
presididas por un antiguo escudo nobiliario, donde el viejo Harry Pebbel
(Walter Pidgeon), productor ejecutivo, intenta convencerlos. Es entonces
cuando, mediante tres largos flashbacks
que abarcan la práctica totalidad del metraje, asistimos a la relación que
Shields mantuvo con cada uno de ellos tiempo atrás. Ciertamente a los tres les
jugó malas pasadas, pero ninguno sería lo que es en ese momento de no haber
sido por él.
The Bad and the
Beautiful expone los turbios tejemanejes sobre los que se cimenta
la industria de Hollywood: fábrica de sueños, pero también de pesadillas. Allí,
el poderoso Jonathan Shields, que asciende casi de la nada tomando su apellido
como único punto de partida (su padre también había sido un conocido productor),
ejerce de cacique que hace y deshace a su antojo. Es un tipo cínico,
manipulador, soberbio, autoritario. Sin embargo, también sabe ser persuasivo
cuando quiere, posee carisma y un gran talento para el negocio del cine. Lo
mismo produce un filme barato de terror (La
maldición de los hombres gato en clara referencia a La mujer pantera, de Jacques Tourneur) que una película de más de
un millón de dólares. Es capaz de escribir un guión, moldear a una estrella o
colocarse él mismo detrás de las cámaras para rodar una escena. Nada ni nadie
se le resiste.
Kirk
Douglas, que está realmente impresionante, encabeza un reparto de lujo en el que
también sobresalen las composiciones de Lana Turner y Gloria Grahame. Esta
última se llevó el Óscar a la Mejor actriz secundaria por interpretar a la
frívola esposa del personaje de Dick Powell. Muy destacables son, asimismo,
tanto la fotografía en blanco y negro de Robert Surtees como la elegante
partitura de David Raksin.
Lo
dicho, obra maestra absoluta.
Es un título muy interesante, por su descripción del universo cinematográfico y el carácter peculiar del personaje protagonista, inspirado como dices en Val Lewton y otros nombres de Hollywood. Años después, Minnelli se copiaba a sí mismo en "Dos semanas en otra ciudad". Saludos.
ResponderEliminarHola, ricard:
EliminarCitas otro peliculón, amigo. Vincente Minnelli es un enorme director a redescubrir.
Un saludo.
Esta película es una absoluta obra maestra, un prodigio de cine dentro del cine donde se disecciona la ambición y se tocan los principales ejes sobre los que pivota un largometraje (dirección, guión, interpretación y producción). Recomiendo verla en versión original porque si no se pierden muchos matices, como la sensacional actuación de Gloria Grahame. Sencillamente magnífica.
ResponderEliminarUn saludo
Hola, Cuttlas:
EliminarSiempre recomiendo ver las películas en versión original, sobre todo si se trata de obras maestras como ésta. Una de las grandes películas norteamericanas de siempre.
Un saludo.
Una de las 10 mejores películas Estadounidenses de la historia. Perfecta.
ResponderEliminar