“Amo
como ama el amor. No conozco otra razón para amar que amarte. ¿Qué quieres que
te diga además de que te amo, si lo que quiero decirte es que te amo?”
(Fernando
Pessoa)
Pandora
Reynolds (Ava Gardner) es una mujer de arrebatadora belleza que enamora a todos
los hombres que la rodean, conduciéndolos a la destrucción; sin embargo, ella
parece incapaz de corresponder a ninguno, hasta que conoce a Hendrik van der
Zee (James Mason), un misterioso marinero holandés que oculta un terrible
secreto.
Exquisita
fantasía romántica que mezcla con acierto la mitología griega, la leyenda del
holandés errante y el folclore español. Desdeñada en la época de su estreno
por sus pretensiones, Pandora and the
Flying Dutchman constituye el que probablemente sea el mejor y más personal
trabajo de Albert Lewin, director que siempre dotó a sus películas de una
fuerte carga literaria. El filme, que se ubica en una población ficticia del
mediterráneo español a la que se denomina Esperanza, fue rodado en la pequeña
localidad gerundense de Tossa de Mar.
La
obra se inicia con el hallazgo por parte de unos pescadores de los cuerpos sin
vida de un hombre y una mujer. Mediante una serie de flashbacks narrados por el personaje de Harold Warrender, un
arqueólogo llamado Geoffrey, se nos cuenta la historia de Pandora Reynolds, hermosa
cantante norteamericana, y su encuentro con Hendrik van der Zee, quien resulta
ser el mismísimo holandés errante en persona. Como vemos, la película funde el
mito clásico de Pandora, la Eva griega cuya curiosidad destapó la caja que
encerraba los males del mundo, con la leyenda popular centroeuropea del
holandés errante, marinero que fue condenado a vagar eternamente por los
océanos a bordo de un barco fantasma. Partiendo de ese planteamiento
inverosímil, casi demencial, Lewin consigue crear uno de los melodramas
amorosos más fascinantes, febriles y apasionados de la historia del cine. Un
filme que nos habla del amor y de su capacidad para redimir nuestros pecados.
Una obra que sorprende por su original argumento, su enorme calidad literaria y
su elegancia formal (bellísima envoltura la que le confiere la fotografía en
Tecnicolor de Jack Cardiff).
El
conjunto ofrece momentos difíciles de olvidar, como el primer encuentro entre
Pandora y Hendrik a bordo del lujoso yate de éste, o el shakesperiano flashback que nos retrotrae al siglo
XVII para asistir al origen de la maldición que lo atormenta. Lástima que el
interés decaiga, aunque sólo sea en parte, con la aparición del personaje de
Mario Cabré, actor español que interpreta al engreído matador de toros Juan
Montalvo. Ojo a su inglés.
Ava
Gardner nunca estuvo tan guapa como aquí (el rodaje de esta película supuso el
inicio de su idilio con España y con el mundillo taurino), mientras que James
Mason vuelve a demostrar que han existido pocos actores más refinados y con una
voz más perfecta que la suya.
Pandora y el holandés
errante, una película a redescubrir.
Pinta increíble. Apuntada queda.
ResponderEliminarVeo además que me has hecho caso con lo de Allen, ¡no puedo esperar!:)
Un saludo.
Hola, David:
EliminarOs hago más caso de lo que creéis :). Te recomiendo encarecidamente "Pandora y el holandés errante".
Un saludo.
Excelente película, aquí Ava Gardner se luce como nunca. Yo la interpreto como una especie de cuento donde se debate fantasía y realidad, narrado de manera original, que te engancha desde el primer momento. También decir que sin Ava no sería lo mismo. Es cierto que ese primer encuentro de Pandora en el yate del holandés es de un misterio inquietante. Imprescindible para los seguidores del mejor cine clásico.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Mar:
EliminarAva Gardner está impresionante. Es comprensible la reacción de los hombres ante ella :). Como dices, ningún aficionado al cine clásico debería perderse esta joya.
Un saludo.