“No pida a un moribundo que
mienta y se condene”.
Un perspicaz inspector de seguros (Edmond O'Brien) decide investigar el
asesinato de un asegurado de su compañía al que apodaban “el sueco” (Burt
Lancaster). Hurgando en su pasado, descubre que se trataba de un ex boxeador
que terminó inmiscuyéndose en asuntos delictivos por culpa de una mala pécora (Ava
Gardner).
Dos matones llegan de noche a un pequeño pueblo. Su objetivo no es otro
que el de acabar con la vida de un simple gasolinero. Tras comprobar que éste
no ha ido al restaurante en el que cada noche acostumbra a cenar, deciden
hacerle una visita en la pensión donde se hospeda. Allí, en su cuarto, lo
acribillan a balazos. La víctima no opone la menor resistencia. De hecho,
parecía esperar resignada a sus verdugos… Así comienza The Killers, un soberbio ejercicio de cine negro filmado por Robert
Siodmak a partir de un relato corto de Ernest Hemingway publicado en el año
1927. John Huston colaboró en la escritura de su preciso guión, pese a no
aparecer acreditado. Además, la película supuso el descubrimiento de una
jovencísima Ava Gardner, que hasta ese momento sólo había participado de manera
testimonial en unas pocas producciones de irrisorio presupuesto.
El filme posee una estructura narrativa similar a la de la obra maestra
de Orson Welles Ciudadano Kane, al articularse en varios flashbacks
que provienen de los testimonios aportados por diversos personajes a lo largo
del metraje. Aquí, en lugar de un periodista anónimo, es Jim Riordan, inspector
de seguros, el que se encarga de armar las piezas del puzzle en torno a la trágica
figura del sueco. Las distintas revelaciones irán sacando a la luz una compleja
historia de engaño y ambición que casi siempre culmina con la muerte. La
presencia de esos flashbacks, sumada
a la de otros elementos como la voz en off,
el marco urbano, la iluminación expresionista o la mujer fatal, convierten a Forajidos en un ejemplo canónico del noir clásico. Es una lástima que el guión,
en su afán de que todo encaje, contenga algunas situaciones no demasiado
creíbles (el testimonio del moribundo en la cama del hospital, por ejemplo).
No quisiera finalizar la reseña sin aludir a dos de las escenas que
más me gustan de la cinta. La primera de ellas es la presentación del personaje
de Kitty, irresistible junto al piano, durante la fiesta organizada por el
mafioso Big Jim (Albert Dekker); la segunda, el brillantísimo plano secuencia
que muestra el asalto a la fábrica desde la llegada de los ladrones, hasta su
posterior huida en coche escapando de la policía. Sencillamente magistral.
No se deben perder The Killers,
uno de esos clásicos que de verdad hacen justicia a su denominación.
Una de las mejores películas del género!! Creo que el comienzo es de lo mejorcito.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Manderly:
EliminarTienes razón, el inicio de la película es magnífico. Clasicazo.
Un saludo.
Clásico y arquetípico negro, ¡sí, señor!. Coincido en el pero que comentas de la escena del moribundo con su flashback "metido con calzador" pero es "pecata minuta"...la secuencia del atraco es puro cine. Y no sólo lanzó a la Gardner, esta película fue el debut de Burt Lancaster y ¡vaya estreno!: El Sueco es un auténtico perdedor. Ale, voy a ver ahora mismo el fantástico "remake" de Siegel, que el hombre se quedó con el "gusanillo" al realizar el primer tratamiento del guión de esta película y se despachó a gusto "sacándose la espinita" unos años más tarde. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ca:
EliminarUn "noir" impresionante, la verdad. Una pena esos "peros" que impiden que alcance la absoluta redondez. En cualquier caso, cien por cien disfrutable. "Código del hampa" también es magnífica, aunque algo inferior a ésta.
Un saludo.