“Los
únicos goces puros y sin mezcla de tristeza que le han sido dados sobre la
tierra al hombre, son los goces de familia”.
(Giuseppe
Mazzini)
Tres
hermanas, Sachi (Haruka Ayase), Yoshino (Masami Nagasawa) y Chika (Kaho),
comparten casa en la ciudad de Kamakura. Cuando reciben la noticia de la muerte
de su padre, al que no han visto en quince años, se desplazan hasta Yamagata
para asistir al funeral. Allí conocen a Suzu (Suzu Hirose), su hermanastra
adolescente a la que pronto invitan a vivir junto a ellas.
Hirokazu
Koreeda, uno de los referentes de la cinematografía japonesa actual, nos regala
con Umimachi Diary un delicioso
melodrama familiar en clave femenina, que parece recoger ecos de la novela Mujercitas y del cine de Yasujiro Ozu.
Las relaciones familiares y su trasfondo diario, vuelven a centrar el punto de
mira de este poeta de lo cotidiano que, poco a poco, va cimentando una sólida
carrera sustentada sobre una singular mezcla de ternura, melancolía y
sensibilidad. La película, adaptación del manga homónimo de Akimi Yoshida,
recibió el Premio del Público durante el pasado Festival de Cine de San Sebastián.
El
cine de Koreeda, es un cine de personajes en el sentido más pleno de la palabra. Sobre ellos,
sus interrelaciones y su problemática, descansa toda su filmografía. En Nuestra hermana pequeña tenemos a cuatro
personajes principales, los de las cuatro hermanas, cada uno de ellos con personalidad,
carácter y motivaciones propias: Sachi,
de veintinueve años, es la hermana mayor y pieza angular de la familia Kôda. Es
madura y responsable. Se encarga de limpiar y cocinar. Tiene dotes de liderazgo
y le gusta ocuparse de los demás. Trabaja como enfermera y está planteándose
entrar a formar parte de la sala de cuidados paliativos que se va a abrir en el
hospital donde ejerce su profesión/vocación. Es una persona muy apegada al
hogar y a las tradiciones familiares. Tan apegada que ha descuidado su vida
personal y social. Nada tiene que ver con ella Yoshino, de veintidós años. Ésta es mucho más frívola, coqueta y superficial. Le gusta ir a la moda, pintarse las uñas y salir con chicos que no le
convienen. Trabaja para un banco, pero su única preocupación es tener novio.
Desde un punto de vista emocional, probablemente sea la más inestable de todas.
Chika, por su parte, de diecinueve
años, es medio jipi, despreocupada y poco agraciada. Trabaja junto a su novio,
también jipi, como dependienta en una pequeña tienda de deportes. Koreeda le concede menos peso en la
trama que a ninguna otra. Y por último está Suzu, de trece años, hermana de las demás sólo por parte de padre.
Es algo tímida, bondadosa e inteligente. Debido a su edad, aún está
en proceso de forjación de su personalidad. No obstante, apunta a que se
parecerá más a Sachi que a las otras. De hecho, no parece casual que el director
conceda a ambas y a su relación el mayor protagonismo. Como se puede apreciar,
los personajes de las cuatro hermanas están muy bien definidos. Y no sólo eso,
sino que a lo largo del metraje, todas ellas irán evolucionando de distinta
manera a partir de las situaciones que la vida les va planteando. Porque, en
realidad, el objetivo de Koreeda no es otro que el de mostrarnos el maravilloso
misterio de vivir. El día a día de unos seres humanos comunes con sus momentos de
alegrías y tristezas. Ese efímero periplo que todos afrontamos hasta el día de
nuestra muerte. Muerte que está muy presente durante todo el filme, y que el
autor de Still Walking, como ya
hiciera el maestro Ozu, presenta del modo más natural posible.
Aun
siendo una película intimista que brota esencialmente del interior de sus hermosos personajes, Umimachi Diary tampoco descuida su
fachada visual, constituyendo un bello ejercicio cinematográfico en el que
cobra una gran relevancia el impresionante entorno natural nipón (los árboles, la montaña,
los jardines y las flores, la playa y el mar, etcétera).
No hay comentarios:
Publicar un comentario