“Somos
la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos. Sin memoria no
existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”.
(José
Saramago)
Ivan
Locke (Tom Hardy), profesional de la construcción, atraviesa de noche una
autopista con dirección a Londres.
Locke
es la segunda película como director del escritor británico Steven Knight, al
que se conoce fundamentalmente por ser el autor del guión de Promesas del este (Eastern Promises, 2007), de David Cronenberg. Se trata de un filme
minimalista, con un solo personaje presencial y un único escenario, el interior
de un automóvil y la autopista por la que se desplaza, cuya acción transcurre
casi a tiempo real. El tema principal de la cinta es la asunción de responsabilidades
por parte del protagonista, un espléndido Tom Hardy al que veremos perder todo
lo que posee debido a su empeño por asumir las consecuencias derivadas de un
error cometido en el pasado. Su fuerte sentido del deber, en el que mucho tiene
que ver el sentimiento de rencor que profesa hacia su difunto padre, quien al
parecer se caracterizaba por todo lo contrario, le impide desentenderse de sus
obligaciones personales y laborales, lo que le ocasiona no pocos problemas con
su entorno. Como indicábamos con anterioridad, el de Locke es el único
personaje que aparece en escena; del resto (su mujer, sus hijos, su amante, su
jefe, un compañero de trabajo…) sólo escuchamos sus voces a través del manos
libres conectado al BMW que conduce durante los ochenta minutos aproximados del
metraje. Knight utiliza diferentes ángulos de filmación, tanto desde dentro como
desde fuera del vehículo, con el objeto de que su relato no caiga en la
monotonía, pero olvida que ésta surge del reiterativo desarrollo de su guión. Pese
a ello, logra mantener el ritmo narrativo, incitando al espectador a continuar
visionando su película aunque sólo sea por la simple curiosidad de ver cómo termina.
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