Tras la muerte de su marido, Reiko (Hideko Takamine) se hace cargo de la pequeña tienda familiar de comestibles, a pesar de que la competencia de los grandes supermercados convierte en una tarea cada vez más ardua el mantenimiento del negocio. Su cuñado Koji (Yûzô Kayama), un joven bastante holgazán que la ama en secreto, tratará de ayudarla.
El cine de Naruse, al igual que el de Ozu, posee la admirable virtud de transformar lo corriente en algo extraordinario. Sus historias sobre mujeres abnegadas que aceptan su destino con solemne resignación, serían simples folletines melodramáticos en manos de cualquier otro director; en las suyas, en cambio, se elevan como susurradas piezas de arte difícilmente comparables con ninguna otra cosa. Es una lástima que las sombras de Mizoguchi, Kurosawa y el citado Ozu, sean tan alargadas que, en ocasiones, impidan valorar la estatura cinematográfica del autor de Crisantemos tardíos.
Midareru es uno de los títulos mayores de Naruse, a la altura de Madre, La voz de la montaña o Nubes flotantes. En esta obra, es tal el nivel de sabiduría y sutileza alcanzado por su lenguaje, que tan sublime sencillez puede no ser apreciada en su justa medida. Son de nuevo los gestos y las miradas, más que las palabras, los que nos transmiten la evolución de los sentimientos de unos personajes cuyos deseos se ven oprimidos por las, a veces ciegas, convenciones sociales. Qué injusto es el hombre cuando fija normas que constriñen sus propias emociones. Reiko y Koji se aman, pero la diferencia de edad (ella es doce años mayor) y, sobre todo, el hecho de que él sea el hermano de su fallecido esposo, impiden la consumación de su relación.
En esas circunstancias, se entiende el trágico e inolvidable final impuesto por Naruse: metáfora que refleja cómo la muerte nos separa para siempre de nuestros seres queridos, por muy rápidos y sofocados que corramos tras ella.
La hermosa y frágil Hideko Takamine, realiza una contenida y memorable interpretación (una más) de la sufrida protagonista. A su lado, también destaca el trabajo de Yûzô Kayama, a quien muchos recordarán como el joven médico que recibe una lección de humanismo en la obra maestra de Akira Kurosawa, Barbarroja.
Para concluir, tan sólo señalar que viendo la presente película, uno comprende que Kurosawa considerase a Naruse el mejor montador del mundo. Y es que las transiciones entre planos son tan sutiles, tan delicadas, que aunque se perciban, uno tiene la sensación de estar asistiendo a un filme de montaje invisible.
Simplemente magistral.
Hace una eternidad que la vi en un ciclo de cine japonés que presentaron por donde vivo y no me acuerdo prácticamente de nada; es el problema de cuando te toca estar en el mismo lugar que una película de Ozu, jeje. Pero recuerdo una escena (y espero no estar confundiéndola) en tren que me dejó pasmado. Voy a intentar conseguirla para comentar. Gracias por mencionarla. W
ResponderEliminarEsta es una pelicula que quiero ver!
ResponderEliminarHola, Woland:
ResponderEliminarSí que se produce un viaje en tren durante el tramo final del filme...
Un saludo.
Hola, Dan Chaplin:
ResponderEliminarConociendo algo tus gustos, creo que es una película que te gustará.
Un saludo.
Por supuesto, yo también la quiero ver. Buscándola, me he encontrado con "Cuentos de la luna pálida" y como también tengo pendiente a
ResponderEliminarMizoguchi, pues la veré; y Stalker, como no!.
Un abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarPues menuda sesión de obras maestras te vas a pegar :). "Stalker" y "Cuentos de la luna pálida" son dos de mis filmes favoritos de todos los tiempos. Espero que las disfrutes.
Un abrazo.
Buenos días,
ResponderEliminarSi alguien pudiera ayudarme se lo agradecería mucho; me gustaría compar la película "Tormento" de Naruse.
Buen día
Muchas gracias