Mientras se dirige a visitar a su novia Katherine (Sylvia Sidney), que ejerce como maestra en la pequeña localidad de Strand, Joe Wilson (Spencer Tracy) es detenido como sospechoso de un secuestro que no ha cometido. Poco después se organiza una turba popular con el objetivo de lincharle. La cárcel en la que permanece arrestado será incendiada, dándose a Joe por muerto, aunque realmente ha conseguido escapar. A partir de ahí, Wilson, ansioso de venganza y valiéndose de la ley, aprovechará su supuesta muerte para intentar condenar a la horca a quienes lo “asesinaron”.
Impresionante y sobrecogedor debut de Fritz Lang en Hollywood, adonde llegó huyendo de los nazis acompañado por su inherente concepción pesimista de la naturaleza humana. Fury es una película soberbia que se eleva por encima de sus imperfecciones (algunos elementos del guión le restan credibilidad a la historia y el happy end impuesto no resulta del todo adecuado con el tono general de la cinta), para alcanzar la categoría de obra maestra.
La dualidad del hombre, su irrefrenable tendencia a dejarse llevar por los impulsos y deseos más bajos, la maleabilidad de las masas o la crítica social y política, son varios de los temas recurrentes en la filmografía langiana que se tratan a lo largo del filme que ahora nos ocupa.
El autor de Metrópolis, dota a su película de una precisa estructura narrativa en la que los detalles, filmados con extrema minuciosidad, acabarán por resolver un relato que saca a la luz las lagunas del estado de derecho y cuestiona la preparación de una comunidad que prefiere hacer uso de la pura violencia, antes que recurrir a los instrumentos de sanción fijados por la ley. Este asunto ya había sido abordado con anterioridad por el cineasta en M, el vampiro de Düsseldorf.
El filme posee algunas secuencias memorables, como el asalto de la furibunda turba a la prisión, la identificación de los acusados mediante la proyección de una película en la sala en la que se celebra el juicio o el pesadillesco acoso que sufre el personaje de Joe por parte de los “fantasmas” de quienes van a ser ejecutados. Esta última secuencia, anticipa otra muy similar que unos años después veríamos en Perversidad (a mi entender, el mejor y más complejo trabajo de Lang), aunque en ese caso, el que sufriría las alucinaciones sería un desquiciado Edward G. Robinson.
No se puede finalizar el comentario sin hacer alusión a la excelente performance de un encolerizado Spencer Tracy.
Totalmente de acuerdo: una obra maestra.
ResponderEliminar"FURIA" es un drama estremecedor que partiendo de un afilado guión insuperable en su perfecta arquitectura, apuntaba con poderosas y certeras imágenes hacia la inquietante facilidad con que una colectividad, cuya forma de vida se asienta en la democracia, puede decantarse hacia la violencia fascista. Entre las virtudes del film, como dices, hay que destacar también la portentosa composición de Spencer Tracy. Efectivamente, en este primer trabajo americano de Fritz Lang tras salir de Alemania en 1933 huyendo del nazismo (y probablemente de su mujer, la guionista Thea von Harbou) continuaba en cierto modo con el discurso iniciado en "M, EL VAMPIRO DE DUSSELDORF".
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, ricard:
ResponderEliminarA mí también me lo parece. Un placer coincidir contigo.
Un saludo.
Hola, Teo:
ResponderEliminarLa verdad es que no sé si asustan más los nazis o la buena de Thea :). Como bien dices, hay bastantes puntos de conexión entre la presente obra y la mítica "M". Me alegra ver que tenemos una consideración similar de "Furia".
Un cordial saludo.
Hola, Ricardo: No sé si es un problema mio, pero cuando quiero ver tu comentario sobre "El Topo", me sigue saliendo este como el más actual. No sé como solucionarlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Selegna:
ResponderEliminarNo es un problema tuyo, el error se debe a un fallo que se produjo al colgar la entrada. Trataré de solucionarlo a lo largo del día.
Un abrazo y gracias por tu fidelidad.
¡Suerte! Que tengas un buen día.
ResponderEliminarSólo por el montaje de las gallinas, ya merece la pena ver Fury.
ResponderEliminarQuizá sea porque conozco el pasado del director, pero la escena del incendio de la cárcel me recordaba mucho al incendio del Reichstag en 1933.
Muy buena película.
Hola, Raúl:
EliminarCuanto más años tengo y más reviso el cine de Lang, mayor me parece la envergadura del cineasta. Cualquiera de sus películas es un portentoso ejemplo de cómo usar los diferentes recursos cinematográficos. Muy buen paralelismo el que estableces entre el incendio de la prisión y el del Reichstag.
Un saludo.