Durante la posguerra, en una zona rural de Cataluña, un niño llamado Andreu (Francesc Colomer) encuentra en el bosque los cadáveres de un padre y su hijo. Él cree que el doble asesinato ha sido obra de un fantasma al que llaman Pitorliua, pero pronto las autoridades comienzan a sospechar de su padre.
El filme dirigido por Agustí Villaronga, que supone la enésima incursión de la industria patria en los años posteriores al conflicto civil, se convirtió en el sorprendente (por inesperado) fenómeno cinematográfico del pasado año en nuestro país. No en vano se hizo con nueve Premios Goya, incluyendo los de mejor película y director, y recientemente fue seleccionado para competir por el Oscar. ¿Hay para tanto? No, rotundamente no.
Es cierto que un contexto tan deprimente como el del cine español actual, cualquier atisbo de calidad y autoría (no negaremos que la cinta de Villaronga posee algo de ambas cosas), se recibe como si de la llegada del Mesías se tratase, y con tanta efusión espontánea, se tiende a estimar lo que se juzga por encima de su verdadero valor.
Pa negre es una película interesante y nada más. Posee un arranque enérgico y prometedor, con cierta querencia por el fantástico (el supuesto fantasma que habita la cueva), pero acaba resultando demasiado rutinaria, convencional y previsible en su desarrollo. El guión no está especialmente conseguido (demasiados intentos de subrayado emocional), la mayoría de los personajes son bastante planos y, para colmo, no logra desprenderse, en ningún momento, de ese tufillo maniqueo habitual en este tipo de producciones y vinculado a un único discurso ideológico que ya resulta, por repetitivo, cansino y poco convincente.
A favor de la cinta cabe reseñar el talento visual de Villaronga en determinadas secuencias, un adecuado diseño de producción para captar la época y el medio en que tienen lugar los acontecimientos, una gran fotografía y un excelente trabajo de su intérprete principal, quien siempre resulta creíble en ese proceso de pérdida de la inocencia y endurecimiento vital al que es sometido su personaje a lo largo del metraje.
Estoy de acuerdo contigo en que la película empieza con fuerza pero que va decayendo conforme pasan los minutos, pierde interés, el tema está bastante manido y los personajes poco definidos; aunque eso sí, bien defendidos, los niños están muy coherentes en sus interpretaciones, junto con la madre del protagonista.
ResponderEliminarMe quedo con la fotografía y la ambientación.
Ah, espero que el caballo estuviera muerto, ya sabes lo que pienso de las escenas rodadas con animales.
Un besito muy fuerte
Hola, María:
ResponderEliminarVeo que tenemos una percepción muy similar de la película. Es cierto que los niños y la madre están realmente bien. Otra cosa es el personaje del padre, muy poco creíble, además de mediocremente interpretado.
La secuencia del caballo a la que aludes es bastante cruda, pero hoy en día los animales están muy protegidos, así que no te preocupes, que seguro que hay truco :). Donde no había truco era en "Andrei Rublev" de Tarkovsky...
Un beso, preciosa.