Durante un trayecto en tren de Sevilla a Madrid, Mathieu (Fernando Rey), un francés maduro y adinerado, relata a sus compañeros de viaje su tormentosa relación con una joven española llamada Conchita (Carole Bouquet/Ángela Molina).
Luis Buñuel, uno de los mayores genios de la historia del séptimo arte, se despidió del cine con esta infravalorada obra maestra inspirada en la novela de Pierre Louÿs La femme et le pantin (la mujer y el pelele). El texto de Louÿs ha sido llevado a la gran pantalla en varias ocasiones; destacando, además de la presente adaptación, la que Josef von Sternberg filmó en 1935 junto a Marlene Dietrich en El diablo es una mujer (The Devi is a Woman).
Dejando atrás las experimentaciones narrativas que habían caracterizado a sus anteriores filmes franceses, el maestro aragonés nos ofrece un relato de corte más clásico que utiliza el flashback como recurso esencial de la narración.
La incapacidad del hombre de liberarse de las pulsiones sexuales que lo esclavizan y reducen a un estado precivilizado, las relaciones hombre-mujer basadas en la dicotomía atracción/repulsión, la obsesión amorosa y sexual, la futilidad de la existencia burguesa y las diferencias económicas y de clase, son los principales temas buñuelianos que se tratan a lo largo de una película plagada de simbolismo y metáforas visuales.
El genio de Calanda hace uso de dos actrices que se alternan en diferentes escenas, e incluso dentro una misma, para interpretar a un solo personaje. Su objetivo es plasmar la complejidad y los infinitos matices que componen la personalidad femenina. La Conchita de Carole Bouquet es gélida e inalcanzable; la de Ángela Molina, carnal y vulgarmente cercana; huidizas y manipuladoras ambas. Frente a ellas un soberbio Fernando Rey, actor de porte elegante y señorial como ningún otro, realiza uno de los trabajos más destacados de toda su carrera. El actor gallego casi siempre dio vida a personajes muy similares para Buñuel: maduros de posición social acomodada, que acaban por sucumbir ante los encantos sexuales de alguna hermosa joven. Aquí, en una posición no muy alejada de un masoquismo cómico y patético, se verá expuesto a todo tipo de humillaciones a causa de su obsesión por desflorar (ella le asegura que es virgen) a una mujer despreciable. Especialmente cruel y degradante resulta la escena en la que Mathieu, impotente, observa a través de la verja de la casa que acaba de comprar a Conchita, cómo esta, tras insultarle y burlarse de él, se acuesta con otro hombre.
Uno de los elementos más enigmáticos del filme, dando lugar a diversas interpretaciones, es la continua presencia en el mismo de atentados terroristas. Por todos es conocido que Buñuel, antes de morir, tenía en manos un proyecto que iba a versar sobre el terrorismo (el argumento giraba en torno a una terrorista que, encerrada en su celda, sufría terribles pesadillas), y que probablemente se hubiera convertido en su siguiente película. Parece claro pues, que al director de Los olvidados comenzaba a preocuparle la inseguridad de la sociedad de su tiempo. Todo lo demás son meras elucubraciones.
Ese oscuro objeto del deseo sigue constituyendo una de las obras testamentarias más excepcionales de todos los tiempos. Un brillante compendio del arte de su imprescindible autor.
Coincido contigo en que Fernado Rey es un gran actor con porte señorial, en todas las peliculas que le he visto nunca ha estado mal. Para mi es el actor que mejor ha sabido encarnar lo burgués, incluyendo esa pelicula de "The French Connection". Es increible que aun siendo tan viejo, el maestro Buñuel no haya decaido en su forma de ofrecernos el mejor cine. Me quedo con ese fotograma de la Bouquet, por dios que mujer más guapa. ¿Sabes si sale en otras peliculas?
ResponderEliminarPD. Ya se te extrañaba estimado Ricardo, pensé que te habias ido a vacacionar o de marcha como decís allá.jeje. Saludos.
Hola, José:
ResponderEliminarEfectivamente, hay pocos actores que puedan presumir del porte señorial y noble de Fernando Rey. No es casual que Buñuel siempre le diera papeles de corte muy parecido.
Creo que en los grandes maestros no existe la decadencia, es un invento de algún que otro crítico que se quiere hacer notar. Buñuel, Bergman, Dreyer o Kurosawa, entre otros, han demostrado que se pueden hacer obras maestras superada la tercera edad.
Sé que la Bouquet ha hecho otras películas, sobre todo en Francia, pero no sé hasta qué punto merecerá la pena verlas.
Tranquilo, estimado José, que aquí ni nos vamos de vacaciones ni de marcha :).
Un abrazo.