París, período justamente anterior a la revolución de finales del S.XVIII. La marquesa de Merteuil (Glenn Close) acude a su viejo amante, el vizconde de Valmont (John Malkovich), para vengarse de un hombre que la abandonó. Valmont debe seducir a la joven Cécil de Volanges (Uma Thurman), aunque sus intenciones son las de hacer lo propio con madame de Tourvel (Michelle Pfeiffer), una mujer casada conocida por su comportamiento íntegro y virtuoso.
Exquisita y grandiosa película del irregular Stephen Frears, a la que sólo cabe reprochar cierta precipitación narrativa en su tramo final que le impide alcanzar la absoluta redondez. Se trata, sin ningún tipo de duda, del mayor logro del realizador británico, que firma aquí uno de los títulos imprescindibles del cine de los ochenta.
El filme lleva a la gran pantalla la obra teatral de Christopher Hampton, que a su vez adaptaba la novela homónima de Choderlos de Laclos publicada en 1782.
La venganza, el engaño, las apariencias, el deseo, la vanidad o el arte de la seducción, son algunos de los temas que sazonan un relato que plasma la imposibilidad de controlar las pasiones y sentimientos desmedidos. La marquesa y Valmont (soberbiamente interpretados por Close y Malkovich) constituyen las dos caras de una misma moneda. Ambos tejerán de forma maquiavélica una vil tela de araña de la que acabarán siendo inesperadas víctimas, desatándose una pérfida y decadente guerra de sexos como consecuencia de un enamoramiento que no estaba previsto.
La cinta se inicia con un montaje en paralelo donde se alternan escenas en las que Valmont y la marquesa son acicalados en sus lujosas estancias y tocadores por una amplia cohorte de criados y doncellas, en lo que debe entenderse como preámbulo de la cruel mascarada que están a punto de perpetrar. Frears, a lo largo del metraje, utilizará de un modo muy inteligente los espejos, asociándolos metafóricamente a la doble cara de estos dos cínicos caracteres.
A pesar de que la reconstrucción de época resulta admirable y suntuosa, el cineasta prefiere detenerse en el complejo juego de rostros en primer plano y miradas expresivas como motor de una narración marcadamente pausada en la que, con frecuencia, se recurre al uso de voces en off que ilustran la continua correspondencia que se establece entre personajes (no olvidemos que la novela de Laclos tiene estructura epistolar).
Tras el torrente de combates dialécticos, perversiones varias e incluso duelos a espada, la película se cierra con un plano muy similar a aquel con el que comenzaba: la marquesa de Merteuil frente a un espejo. Sin embargo, ahora no hay sonrisa alguna en un rostro que se desmaquilla consumido por la vergüenza. La mascarada ha terminado.
Magnífica reseña Ricardo, disfrute mucho con esta película y has sabido expresar con palabras lo que se siente al verla, coincido con lo de combates dialécticos... Oye te recomendé unos discos en los comentarios de mis blog, vale. Un abrazo amigo
ResponderEliminarAgradezco tus palabras, amigo. Efectivamente, y tal y como señalas, en esta película encontramos memorables duelos verbales. Los actores están sencillamente impresionantes. Me pasaré por tu blog para tomar nota de tus recomendaciones "metaleras".
ResponderEliminarUn abrazo.
Me gusta mucho lo que dices de los espejos, no había caído en eso.
ResponderEliminarAquí sí, bellísima Michelle Pfeiffer. En esta película te metes desde el logotipo de la Warner cuando suena la música, la recreación es magnífica. Me impresiona sobremanera la escena en la que el vizconde de Valmont cae a los pies de Madame de Tourvel.
Sólo como curiosidad, ¿te gusta "Alta fidelidad"?
Salu2.
Hola, Fransico:
EliminarUna gran película, sin duda. La ambientación y el trabajo de los actores es impresionante. Muy superior a "Valmont" de Milos Forman.
"Alta fidelidad" me pareció interesante, pero la olvidé enseguida.
Por cierto, debido a una serie de comentarios soeces que he recibido últimamente, he decidido limitarlos a los miembros/seguidores del blog. Espero que no te resulte una molestia para seguir debatiendo sobre buen cine.
Un saludo.