Segunda Guerra Mundial. Tras sufrir un naufragio provocado por un bombardeo enemigo, un grupo de soldados japoneses va a parar a una pequeña isla volcánica llamada Anatahan, en donde sólo habitan el encargado de una plantación (Tadashi Suganuma) y su joven esposa (Akemi Negishi).
Este filme japonés significó el cierre de la filmografía del gran Josef von Sternberg, director sibarita de sublimado estilo al que se conoce principalmente por sus obras junto a Marlene Dietrich (El ángel azul, Marruecos, La Venus rubia, El expreso de Shanghai, Capricho imperial…).
Anatahan es una película fabulosa en la que Sternberg, además de reflexionar acerca de las flaquezas de la naturaleza humana, muestra su fascinación por la mujer: ser dominado y a la vez dominante en sus relaciones con el género masculino.
Por su naturalismo y carácter semidocumental, la cinta se acerca más a los trabajos de Robert J. Flaherty que al cine de su época; constituyendo una exótica y primitiva rareza de enorme valor cinematográfico. Su fuerza radica en el poder de sus imágenes, que relegan al ostracismo la importancia de los diálogos, como si de un filme silente se tratase. De hecho, el relato se sigue, fundamentalmente, a través de la voz en off del propio Sternberg, quien también se encargó de la extraordinaria fotografía que ostenta la película.
La disciplina castrense con la que los soldados arriban al paraje edénico, irá progresivamente sucumbiendo ante sus instintos más salvajes y primarios, acabando convertidos en holgazanes aficionados a la bebida a los que no les importa quitar la vida al prójimo con tal de hacerse con los favores sexuales de la reina de la isla: la Keiko interpretada por Akemi Negishi, actriz a la que, según se cuenta, Sternberg descubrió en un club nocturno.
Podemos entender La saga de Anatahan, como un lúcido estudio microsociológico sobre un grupo de individuos que se ven obligados a convivir durante varios años sin tener noticias de lo que ocurre en el mundo exterior, mostrando unos resultados que se sitúan más cerca de Hobbes que de Rousseau, ya que se nos presenta al hombre como un ser incapaz de mantener un comportamiento moral cuando sus actos no están condicionados por normas o leyes, cayendo en el bellum erga omnes (guerra de todos contra todos) del que hablaba el autor de Leviatán.
Quizá se le pueda achacar al relato una cierta redundancia de motivos, pero no por ello el filme deja de ser un excelente broche a la obra de su singular director.
Hola camarada,
ResponderEliminar¡Qué buena pinta tienen esta peli!
La verdad es que no sabía de su existencia y me ha sorprendido ya que el cine de Von Stemberg siempre lo asocio como un vehículo de lucimiento de su musa Marlene Dietrich.
Lo poco que he visto del alemán (El Angel Azul, Marruecos y El expreso de Shanghai) lo tengo francamente olvidado y pendiente de revisión, ya que he "redescubierto" o más bien le he pillado el puntito de magnetismo a la alemana no hace mucho (viejuno que se vuelve uno).
Así que añadiré "La saga de Anathan" a este reencuentro.
Gracias por descubrime esta rareza.
PD Leyendo tu reseña no he podido dejar de asociar la peli con el clásico de Boorman "Infierno en el Pacífico".
Esa si que me gusta, me gusta... ;)
Hola, David:
ResponderEliminarEstá claro que a uno le cuesta pensar en Sternberg sin asociarlo a la Dietrich o viceversa. No obstante, su cine es mucho más que un mero vehículo para el lucimiento de la actriz. Durante la etapa silente rodó películas como "La ley del hampa" (considerada como uno de los filmes fundacionales del género de gángsters) o la excelente "Los muelles de Nueva York". Es el autor de una de las películas más admirables del cine expresionista alemán ("El ángel azul"), y en el Hollywood de los treinta y cuarenta, logró desprenderse de la presión de los estudios para rodar filmes que, en términos de estilo, resultan casi incomparables; un ejemplo de lo que digo es esa genialidad titulada "Capricho imperial". Aquí abandona su habitual barroquismo expresionista para ofrecernos una obra de una simpleza asombrosa. Sin duda se trata de una joya a redescubrir.
Qué buena película a la que haces referencia, con ese par de actorazos que eran Lee Marvin y Toshiro Mifune; este último, uno de mis intérpretes favoritos de todos los tiempos.
Un abrazo, camarada. Gracias por tu tiempo :)
No es la película que más me gusta de Von Stenberg. La narración es demasiado densa y no profundiza del todo en esos siete soldados. Eso si técnicamente loable. En tiempos donde se alaba la lírica de Malick es justo recordar a auntores cómo el autor de origen austriaco.
ResponderEliminarUna cosa, yo creo que no es la última película de Von Stenberg, hizo después otra muy floja con John Wayne aunque tendría que comprobarlo.
Un abrazo.
Hola, Emilio:
ResponderEliminarSí que se trata de la última película filmada por Sternberg, ya que la flojísima cinta con John Wayne a la que te refieres, se rodó un par de años antes que ésta; sin embargo, por razones que desconozco, su estreno se retrasó hasta 1957, de ahí la posible y comprensible confusión.
A mí tampoco es el filme de Sternberg que más me gusta. Como bien dices, la narración se torna algo pesada por momentos, al redundar una y otra vez sobre lo mismo. Es cierto que no se profundiza demasiado en los soldados más allá de alguna pincelada para diferenciar a unos de otros. En este sentido, creo que es algo buscado por el director, ya que prefiere tratar a todos los personajes masculinos como un todo para resaltar más a la única presencia femenina de la obra.
Si Malick hubiera rodado esta película, seguramente no faltarían multitud de planos de troncos de árboles e insectos de la isla :). Casualmente, hace poco revisé "Malas tierras" y espero dedicarle un post en breve.
Gracias por tu comentario. Un abrazo también para ti.