Tras la Segunda Guerra Mundial, Holly Martins (Joseph Cotten), escritor de novelas del oeste, viaja hasta Viena en busca de su amigo de la infancia, Harry Lime (Orson Welles). Su llegada se verá sobresaltada por la noticia de la muerte de éste en un accidente, lo que le llevará a quedarse en la ciudad para esclarecer las causas de tan trágico suceso.
Atemporal y extraordinario filme que, no por casualidad, fue elegido en el año 1999 por el British Film Institute como la mejor película británica de la historia. En él se conjugan a la perfección, toda una serie de elementos provenientes del talento artístico de quienes participaron en su creación, consiguiendo con su trabajo, una indiscutible obra maestra.
Desde su estreno, mucho se ha escrito y comentado acerca de la autoría de la cinta, puesto que algunos ven en su brillante concepción expresionista la mano de Orson Welles. Sin embargo, la aportación del genio se limitó, que no es poco, a su inolvidable interpretación como Harry Lime, a un plano en el que su personaje saca los dedos a través de las rendijas de una alcantarilla y a la inclusión en el guión de la que sigue siendo la frase más célebre y recordada de toda la película: “En Italia, durante treinta años bajo los Borgia, tuvieron guerras, terror, asesinatos y derramamiento de sangre… pero produjo Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y el Renacimiento. En Suiza tuvieron amor fraternal, quinientos años de democracia y paz, ¿y qué produjeron?... el reloj de cuco”. Hay que considerar, por tanto, al escritor Graham Greene, autor del texto, y al realizador Carol Reed, que ya había dado muestras de su talento en la excelente Larga es la noche (Odd Man Out, 1947), como los dos verdaderos artífices de la obra, aunque no cabe duda de que este último debió verse inspirado por la cercanía del director de Ciudadano Kane.
Uno de los grandes logros del filme, es la magistral plasmación que hace de la Viena de posguerra. En donde los edificios semiderruidos, las monumentales esculturas, el pavimento húmedo y las sombras que se proyectan sobre las paredes, sirven como decadente escenario de un relato que versa sobre la pérdida de la inocencia y el envilecimiento humano. Ese marco turbador se ve reforzado por el sublime juego de luces y sombras, además de por las angulaciones y encuadres distorsionados que lo presiden. Tal ubicación, debe entenderse como metáfora del contexto de ruina moral y devastación en el que se encontraba Centroeuropa tras la conflagración bélica, aunque también como una extensión del estado mental del gran protagonista de la película: el omnipresente Harry Lime compuesto por Orson Welles. Toda la historia gravita en torno a él, a pesar de que no asoma en pantalla hasta superada la hora de metraje y de que sólo lo hace durante algunos minutos. Pero ¡qué minutos! Y todo gracias a la magnética y carismática presencia de este auténtico titán de la interpretación, cuya primera aparición en la película, descubierto en la oscuridad de un portal por una luz que emana de una ventana mientras su rostro esboza una sonrisa irónica, constituye una de las mejores presentaciones que de un personaje masculino se han realizado jamás.
Junto a Welles, también resplandece Joseph Cotten, que da vida a un perdedor condenado a estar siempre en un segundo plano con respecto a su amigo. Personalmente, su personaje me parece el más complejo, el que permite más lecturas debido a las difíciles decisiones que tiene que tomar y asumir. Al fin y al cabo, Lime es simple en su maldad, pero Holly presenta innumerables y contradictorios matices. El desencantado plano final, dice mucho acerca de él.
A destacar, igualmente, los roles desempeñados por Alida Valli, sufrida y abnegada enamorada de Lime, y Trevor Howard, al que le obsesiona la idea de capturar al villano. Algo que finalmente sucede en la asombrosa secuencia que transcurre en las cloacas de la ciudad.
Sería injusto terminar el comentario sin hacer alusión a la espléndida y famosa partitura para cítara que Anton Karas, a quien Reed conoció tocando en una taberna vienesa, compuso para la obra. Simplemente memorable.
Si aún no han visto The Third Man (cosa que dudo), pónganse inmediatamente a ello; si por el contrario ya la disfrutaron en su día, seguramente se trate de un buen momento para volver a hacerlo, ¿no lo creen?
Hola Ricardo, sin duda esta es una dde las mejores muestras del cine negro, junto con "Laura" y "la jungla de asfalto" de las que mas me impactaron por el excelente uso que hace de las sombras en esa Viena tan vieja y derruida, aunque ya no recuerdo mucho los pormenores de la trama, porque la vi años atras, pero por esa entrañable frase que resaltas hare el esfuerzo de revisionarla, para paladearla de nuevo, seguro. Siento debilidad por el genero negro y los thrillers de gansters por esa estetica tan elegante, misteriosa y violenta a la vez. Saludos
ResponderEliminarRealmente esta película me cautivó cuando la vi, de principio a fin, ese carisma que posee Welles, aquí se hace más visible si cabe. Durante la primera parte de la cinta, Harry Lime es un elemento argumental, pensamos que está muerto. Pero en la segunda mitad pasa a ser el eje sobre el que gira todo, aparece en la oscuridad de las calles de Viena, iluminado por la luz de una cerilla, escena que me pareció impresionante!! y el protagonista pasa a un segundo plano, aunque quizá siempre estuvo ahí... no por ello le quito el valor a Cotten, que conste, pero...
ResponderEliminarEn definitiva, es una de mis películas favoritas, por todo...banda sonora, fotografía, interpretación...
un saludito
Hola camarada, tu entusiasmo por esta obra maestra del noir a la europea va a hacer que siga tu consejo y revise urgentemente la cinta.
ResponderEliminarYo he tenido la suerte de verla en la gran pantalla (en la antigua filmoteca de Zaragoza) y recuerdo con verdadero deleite esos impresionantes momentos de la persecución de Lime.
Welles (sin nariz postiza) está superlativo en su composición de Lime, esta está a la altura de las más brillantes de su carrera Kane, Macbeth, Quinlan y Falstaff. Y es que al gran Orson estos dudosos personajes amorales se le daban de maravilla.
El resto de personajes, ya lo has dicho tú, funcinando como un reloj suizo (de cuco of course) :D
Por último romper una lanza por el cine de Carol Reed, sobre el que se ha dudado y mucho de su paternidad como realizador de la peli, al coincidir en la película con ese "monstruo" que era Welles.
Este hombre tuvo una sólida carrera llena de buenas películas como "El tormento y el extasis", "Larga es la noche", "Nuestro hombre en la Habana" (fantástico Alec Guiness)o "El ídolo caido". Pero indudablemente "El tercer hombre" supone la cima de su obra y Como nos gusta ¿Eh?
Un abrazo y felicidades por esta estupenda entrada.
Hola, José:
ResponderEliminarEstá claro que se trata de una de las grandes gemas del cine negro, al igual que los dos títulos a los que aludes. Creo que su aspecto más destacado, es la fascinante plasmación que hace de una atmósfera decadente y sombría ejemplificada en la Viena de posguerra. Yo también me considero admirador tanto del cine negro como del de gángsters, géneros que comparten muchas cosas pero que no cabe confundir.
Gracias por haber dejado tu opinión.
Un saludo, compañero.
Hola, maría:
ResponderEliminarVeo que la aparición de Lime en pantalla te impacta. Desde luego no decepciona, algo muy importante si tenemos en cuenta que desde que comienza el filme, no se habla de otra cosa. Como dices, Lime es el protagonista real del relato; aunque Martins sea el explícito. Es un ejemplo más de esa ausencia siempre presente que ya encontrábamos en otras obras como "Laura" o "Rebeca".
Un saco de saluditos para ti :)
Hola, David:
ResponderEliminarYo te invito a que la revises nuevamente. Es una película que gana con cada visionado.
En cuanto a Welles actor, pues nada, simplemente alabar su titánica presencia en el encuadre. Poseía una presencia y un carisma que hacían que cualquier actor que estuviese a su lado, se viera empequeñecido. Cotten es uno de los pocos que realmente ha aguantado la comparación.
Yo también creo que hay que reivindicar a Reed. Es cierto que su cima creativa es "El tercer hombre", pero como bien dices, en su filmografía también hay estupendas películas. Por cierto, se habla mucho de los elementos wellesianos del filme; y poco, en cambio, de los hitchcockianos, que también los hay. De hecho, considero que Reed supo aunar lo mejor de cada uno de estos genios.
En breve llegará ese MEME que me lanzaste, camarada. Espero que lo disfrutes.
Un abrazo.
Hola, revisando el último párrafo, o sea, que era uno de los pocos que no la había visto....resulta imprescindible ver esta cinta, principalmente en pantalla grande, por, obviamente la fotografía y puesta en escena y, las grandes interpretaciones....un saludo desde Colombia: http://asaltovisual.blogspot.com/
ResponderEliminarNo sé, si seré el único que piensa que la música, a excepción del inicio y presentación, le quita un poco de fuerza al ambiente del filme.
ResponderEliminarHola, Andrés:
ResponderEliminarEstá claro que lo ideal sería poder ver estos clásicos en pantalla grande, pero es algo prácticamente imposible, a no ser que se proyecten en retrospectivas de festivales. Yo soy muy fan de la música de Karas, aunque reconozco que no es la típica partitura que uno espera encontrar en una película de cine negro. A mí me resulta por momentos muy melancólica, y eso casa muy bien con algunos aspectos de la trama.
Un saludo para Colombia.