Verano de 1954. Teddy Daniels (Leonardo DiCaprio) y Chuck Aule (Mark Ruffalo), son dos agentes judiciales que se dirigen al hospital psiquiátrico de Ashecliffe, ubicado en una apartada isla del puerto de Boston, para investigar la desaparición de una peligrosa asesina.
Mórbido relato gótico, revestido de thriller policíaco clásico, que supone el mejor trabajo en años del ya veterano Martin Scorsese. La película, que adapta una novela de Dennis Lehane, está plagada de guiños cinéfilos (véase al respecto en este mismo blog, el artículo Scorsese, secretos de una mente cinéfila), y es, tanto por su atmósfera obsesiva como por sus giros en la trama, clara deudora de algunas obras de la literatura gótica de autores como Ann Radcliffe o Henry James.
El estupendo guión de Laeta Kalogridis, que puede parecer algo desconcertante y disperso tras un primer visionado, se torna preciso y repleto de matices cuando el espectador ya sabe lo que va a acontecer y se centra en los detalles de una historia que posee mayor número de lecturas de las que uno cree en un principio.
Visualmente impecable, el filme se beneficia de un diseño de producción absolutamente extraordinario, que se ve aderezado con las composiciones de algunos de los músicos más prestigiosos del siglo pasado como John Adams, György Ligeti, Krzysztof Penderecki o John Cage.
Tras el impresionante e inquietante prólogo y llegada a la isla, el personaje de Teddy se verá cada vez más acuciado durante de la investigación, por una serie de ensoñaciones (brillantemente concebidas) y alucinaciones que aluden a un pasado borroso y atormentado del que no puede escapar. Su estado de culpa no asumida por un drama personal, no es más que la personificación del estado de desasosiego y angustia existencial en el que se encontraba un mundo que acababa de contemplar algunos de los horrores más deleznables de la historia de la humanidad. El Dachau minimalista que aparece en sus pesadillas, es una carga demasiado pesada de la que el hombre contemporáneo aún no ha podido desprenderse.
Todo el reparto secunda excelentemente la soberbia interpretación de un inmenso y dolido Leonardo DiCaprio.
Se hubiese agradecido que la ambigüedad que preside buena parte del metraje se hubiera mantenido hasta el final, que peca de ser en exceso explicativo, a pesar de que la última decisión de su protagonista lo eleve hasta convertirlo en inolvidable: "¿qué es mejor, morir como un hombre bueno o vivir como un monstruo?".
Me parece un brillante tercer aire de Scorsese, claramente un remake no oficial de El Gabinete del Dr. Caligari, creo que aun le quedan algunos años de buen cine al director.
ResponderEliminarun saludo!
dan chaplin,
ResponderEliminarSin duda la película posee puntos de conexión con el clásico expresionista de Robert Wiene. De hecho, es un canto a la cinefilia con sus continuas referencias a otras obras. Scorsese es un gran director, y yo no dudo de que seguirá dando que hablar en los próximos años.
Un saludo!
Esta película la fui a ver al cine y la verdad que me fascino completamente... hasta que llego el final. Este tipo de películas llaman la atención por su ambigüedad, pero cuando las explicaciones finales se exceden pierde ese saborcito. Coincido cuando dices que el final debió ser breve en explicaciones. Aunque me quedo la duda si al final DiCaprio decidió ''voluntariamente'' seguir en su mundo de fantasía o si fue involuntario. En lo personal me gusta pensar que fue voluntariamente pues eso le da una filosofia a la película inesperada.
ResponderEliminarHola, adacore:
ResponderEliminarA mí me mantuvo pegado a la butaca durante todo su metraje. Es cierto que la cinta pierde con ese final tan explicativo que tiene, ya que de haberse mantenido la ambigüedad, estaría muy cerca de ser una obra maestra. En mi opinión DiCaprio recupera la cordura, pero su culpa le pesa tanto que decide ser lobotomizado para olvidarla.
Un saludo y gracias por el comentario.
A mi también me gustó muchísimo esta película. En su día no pude verla, y luego la pasaron en la filmoteca en versión original, lo que me obligó a estar doblemente atenta para no perder nada. Sobre la interpretación del final tenía dudas, pero leyendo tu comentario, se han aclarado.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, selegna:
ResponderEliminarPrecisamente el final es lo que más debate ha suscitado de esta espléndida película de Scorsese. Cuando la vi en el cine por primera vez me pareció ambiguo, lo cual me fascinó, ya que me reconozco admirador de los filmes de lectura ambigua. Sin embargo, al volverla a ver otra vez tranquilamente en mi casa, ya no me quedaron dudas: el personaje de DiCaprio ha recuperado la cordura, pero como no se siente con fuerzas para afrontar lo que realmente ha hecho, decide fingir seguir estando loco para que así lo lobotomizen. Creo que el trabajo habría salido ganando si Scorsese hubiera mantenido el tono ambiguo hasta el final, de modo que tanto pudiera ser interpretado de una forma como de otra. Magnífica en cualquier caso.
Un abrazo y gracias por frecuentar el blog :).
Sólo quería comentar que cuando ví "Shutter Island" me vino a la cabeza "Spider" de David Cronenberg. Creo que los dos directores tejieron la misma tela de araña (para el espectador) y que los protagonistas de los dos films viven en el mismo mundo mental, en una realidad alternativa. Realidad alternativa en la que también vive el protagonista de esa película de terror llamada "El rey de la comedia", Rupert Pupkin, aunque desde el punto de vista formal esta película esté muy alejada de aquéllas.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Fransico:
EliminarMe parece muy acertado todo lo que apuntas. Los personajes alienados son muy habituales dentro de la filmografía de Scorsese.
Un saludo.