Tras años de correrías junto a Billy “El Niño” (Kris Kristofferson), Pat Garrett (James Coburn) ha decidido pasarse al lado de la ley, convirtiéndose en sheriff para garantizar la estabilidad de su vida. Ahora tendrá que enfrentarse a su antiguo amigo.
Western crepuscular y de tono baladístico, sus imágenes desprenden la tristeza y el desencanto de aquello que se ha perdido y que ya nunca volverá: una época, una forma de entender la vida, una amistad… Supone uno de los mejores trabajos de su autor, ese genio de carácter impredecible consumido por el alcohol y la melancolía, un romántico a su manera. Hablamos de Sam Peckinpah, el poeta del sudor y la violencia a cámara lenta, adalid de un cine sucio en el que abundan las putas y los desalmados, un director esencial para entender el cine norteamericano de las últimas décadas.
Aquí retoma el tema capital sobre el que se articula buena parte de su filmografía: la amistad traicionada. Dos amigos que por cuestiones de la vida deben enfrentarse, normalmente porque uno de ellos ha renunciado a sus principios al priorizar sus intereses. No es nada nuevo, ya lo encontrábamos en Duelo en la alta sierra (Ride the High Country, 1962), Mayor Dundee (Major Dundee, 1964) o Grupo salvaje (The Wild Bunch, 1969), pero no de un modo tan desalentador, nunca con la apesadumbrada poesía que emana de cada uno de los fotogramas que conforman este filme.
El retrato psicológico de los dos personajes principales resulta excelente: Billy es un espíritu libre, incapaz de pensar en lo que ocurrirá mañana, descuidado e irreflexivo, jamás cambiará. Él mismo se define perfectamente cuando dice: “Los tiempos cambian, yo no”. Es un niño grande que, no obstante, posee unos códigos de conducta inquebrantables que siempre antepone. Garret, por su parte, tiene un carácter más meditabundo, se hace mayor y quiere asegurar su sostenimiento económico. Es una de esas personas cuya concepción de la vida varía con el paso de los años. Mantiene una relación tensa con su esposa, que no entiende que sea capaz de perseguir a su amigo de antaño. Casi siempre está solo, todo lo contrario que Billy, que suele aparecer rodeado. Su actitud es comprensible, hace lo posible por evitar cazar a Billy, pero al final no le queda otra que hacer cumplir una ley en la que no cree. Su disparo hacia el espejo en el que se refleja tras asesinar cobardemente a su amigo, es una magistral metáfora con la que Peckinpah define su estado interior; la muerte de Billy es también la suya, se ha destruido a sí mismo. Su amigo permanecerá como un ser íntegro y auténtico; él, en cambio, sale abatido del pueblo mientras los niños lo apedrean.
Ambos actores realizan una gran labor, sobre todo Coburn, que está realmente soberbio en el que es el mejor trabajo de toda su carrera.
También merece mención el resto del reparto, donde encontramos a secundarios como Jason Robards, Katy Jurado, Jack Elam o Bob Dylan, que ,a decir verdad, lo hace bastante mal. Y es que lo suyo es la música, como lo demuestra con la memorable banda sonora que compuso para la película, y que incluía su ya mítico tema Knockin´on Heaven´s Door.
Estamos, en definitiva, ante un western intimista y afligido. El filme más personal de Peckinpah. Casi una obra maestra.
Agendada!! Saludos.
ResponderEliminarEspero que te guste, Webmaster.
ResponderEliminarGracias por seguir el blog.
Un saludo.
No la he visto, estimado Ricardo, pero si aseguras que es uno de los mejores trabajos de este visceral director, me la apunto pero ya, a pesar de que el Sr. Kris Kristofferson no sea santo de mi devoción, pero Peckinpah sí.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Crowley
ResponderEliminarReconozco que Kristofferson tampoco me apasiona, pero aquí realiza una trabajo más que estimable. Por otra parte, considero que se trata de una obra esencial de Peckinpah porque su lacónica personalidad impregna cada uno de los fotogramas que la componen. Hay algo muy íntimo de él en esta película que ,sin ser perfecta, se eleva sobre sus defectos dejándote ese poso maravilloso que sólo poseen las obras maestras. Ya me comentarás qué te parece cuando la veas.
Es un placer leerte, cinéfilo irredento.
Un saludo.
Amo a esta balada blasfema, es mi favorita del gran Sam, incluso por encima de 'Grupo salvaje'.
ResponderEliminarHola, neordental:
EliminarTambién es mi favorita de Peckinpah, aunque tanto "Grupo salvaje" como "Duelo en la alta sierra" me parecen algo más redondas. Genial, en cualquier caso.
Un saludo.