“Cuando
regrese, lo haré con las ropas de otro, con el nombre de otro. Nadie me
esperará. Si me dijeras que no soy yo, te daría pruebas y me creerías. Te
hablaría del limonero de tu jardín, de la ventana por donde entra la luz de la
luna, y de las señales del cuerpo. Señales de amor. Y cuando subamos
temblorosos a la habitación, entre abrazos, entre susurros de amor, te contaré
mi viaje, toda la noche, y las noches venideras. Entre abrazos; entre susurros
de amor. Toda la aventura humana. La historia sin fin”.
Un
director griego de cine (Harvey Keitel), exiliado durante años en Estados
Unidos, regresa a su tierra natal para iniciar un largo viaje, a través de los
Balcanes, en busca de una vieja película de principios de siglo que se creía
perdida.
Obra
mayor de Theo Angelopoulos. Inspirándose en la Odisea de Homero, de la que toma ciertos elementos narrativos y
simbólicos, el director griego emprende un trascendental viaje al corazón
herido de Europa, y al alma humana misma, para reflexionar acerca de un pasado
recogido en miradas de celuloide que es preciso recuperar. Con esta película,
probablemente la mejor de su carrera, Angelopoulos recuerda que nuestra memoria
también es cinematográfica, y que ésta debe ser conservada, como todo tesoro artístico,
más allá del caos moral y material de un mundo autodestructivo.
De
igual modo que Odiseo, o Ulises, ansiaba volver a Ítaca tras la prolongada guerra
de Troya en el célebre poema homérico, aquí el cineasta al que interpreta un
lacónico Harvey Keitel, álter ego del propio Angelopoulos, vive obsesionado con
la idea de encontrar tres bovinas de negativo aún sin revelar atribuidas a los
pioneros hermanos Manakis. En su camino, a caballo entre las fronteras actuales
de Grecia, Albania, Macedonia, Bulgaria, Rumanía, Serbia y Bosnia, no se topará
con cíclopes, sirenas, diosas en celo o monstruos marinos de los que escapar,
pero sí con una Penélope (Maïa Morgenstern) cuyas facciones se repiten en cada
rostro de mujer que conoce, así como con viejos y nuevos conocidos, entre los
que se halla el gran Erland Josephson, que lo ayudarán a alcanzar su destino en
un contexto deprimido por la guerra.
“Conócete a ti mismo”,
decía la inscripción del templo de Apolo en Delfos. La búsqueda de las bovinas
no es más que una excusa que el autor de Paisaje
en la niebla utiliza para afrontar el conocimiento de sí mismo y el de su
personaje, el del pasado individual y colectivo de un pueblo desgastado a causa
de un siglo de continuos enfrentamientos. Recuperar la película de los Manakis
supone recuperar la inocencia de la primera mirada, la inocencia anterior al
inicio de los conflictos.
Como
es habitual en el realizador griego, la puesta en escena, envuelta por una
atmósfera húmeda y neblinosa, se estructura a través de largos planos secuencia
magistralmente coreografiados. Su trabajo detrás de las cámaras es el de un
maestro que ha alcanzado la cima de su arte.
El
filme culmina en el interior de una sala de cine de Sarajevo derruida por las
bombas. Allí, emulando a Odiseo, en uno de los finales más hermosos y tristes
que recuerdo, el protagonista recita los versos del poema que encabeza la reseña.
Su viaje, que es el de todos nosotros, ha concluido. Toca al espectador decidir
si éste ha merecido o no la pena.
¡Vaya!, que reseña tan encantadora para una OBRA MAESTRA con letras mayúsculas, coincido contigo en que es la cumbre en la filmografía de Theo aunque "Paisaje en la niebla", "El viaje de los cazadores" y "La eternidad y un día" son de similar calidad y maestría, pero aun me falta revisar sus ultimas dos peliculas de su trilogía inacabada por trágicas circunstancias.
ResponderEliminarSaludos, compañero.
Hola, Dan Chaplin:
EliminarSabía que tu comentario no iba a faltar en esta entrada. Últimamente estoy revisando la filmografía de Angelopoulos, así que éste no será el último post que veas sobre el griego en "Esculpiendo el tiempo". "La eternidad y un día" será la próxima.
Un saludo, amigo.
Que ganas tengo de verla! Tengo que buscarle un hueco. De la película de Kusturica que "le robó" la Palma qué opinas? Y del cine del bosnio en general (o es serbio? Ni idea)?
ResponderEliminarMe alegra que la próxima sea una de Verhoeven. 'Zwartboek'me pareció una película notable. Por cierto, irás al cine a ver 'Prisioneros'? Me pareció casi tan buena como la maravillosa 'Incendies'. Te pareció a ti también maravillosa? Que ganas de que estrenen 'Enemy' también. Cuanto cine! :)
Hola, neordental:
EliminarTengo pensado ir al cine este fin de semana. "Underground" es una de las pocas películas que me gustan de Kusturica, pero no se puede comparar al filme de Angelopoulos. Por cierto, es serbio :).
"Incendies" me pareció estupenda en su momento, aunque reconozco que la tengo bastante olvidada. Veremos qué nos deparan "Prisioneros" y "Enemy".
Un saludete.
Una película densa, compleja y de gran belleza formal. Es la primera que veo de Angelopoulos. Tengo la sensación de estar ante un autor importante y creo que veré otros de sus trabajos. Quizás "Paisaje en la niebla" o "La eternidad y un día". Ya veremos.
ResponderEliminarUn saludo.
Grandiosa.... Las palabraspson pequeñas, roma, ante la potencia visual espirituale.. de la obra.. Algo mas que cine.
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