“No existe el pecado y
no existe la virtud. Sólo hay lo que la gente hace”.
(John
Ernst Steinbeck)
Narra
la historia de amor entre Theodoros (Theo Alexander), monje ortodoxo griego, y Urania
(Tamila Koulieva-Karantinaki), monja ortodoxa rusa, en los monasterios de
Meteora, al norte de Grecia, en la llanura de Tesalia, cerca de la ciudad de
Kalambaka.
La
cinta se abre con la imagen de un tríptico bizantino. En los paneles laterales
aparecen pintados los dos personajes principales. En el del centro, el lugar
donde se desarrolla el relato: dos monasterios ortodoxos cristianos, uno frente
al otro, ubicados en lo alto de dos formaciones rocosas separadas por un
profundo abismo (sutil metáfora de la relación que mantienen los protagonistas).
En medio de ambos, una colina rematada por un árbol. Sobre el paisaje, Cristo
en Majestad observando las acciones del hombre. Debajo, en el subsuelo, el
infierno donde se consumen eternamente los condenados. Este tríptico volverá a
aparecer al final de la película, pero algo en él habrá cambiado (?). Meteora es el segundo trabajo del joven
realizador greco-colombiano Spiros Stathoulopoulos, un filme hermoso y sencillo
que recuerda por su estatismo formal, su mística y su poesía a la obra maestra
de Sergei Parajanov El color de la granada
(Sayat Nova, 1968). Como en aquélla, el
tema vuelve a ser la irresoluble lucha que se establece entre la carne y el
espíritu, con el alma humana como atormentado campo de batalla, además de la
conciencia de pecado que suele conllevar tal enfrentamiento. Theodoros y Urania
se aman, se desean, pero dadas sus convicciones religiosas temen dar rienda
suelta a sus sentimientos. Ese temor al pecado, a la condenación eterna, se
manifiesta en las escenas de animación que el director utiliza puntualmente, y
que imitan el estilo de los antiguos mosaicos bizantinos (extraordinaria la que
alude al mito cretense del laberinto del Minotauro). Impresionantes resultan
los planos generales de los monasterios de Meteora, a veces envueltos por las
brumas matutinas. Apenas hay diálogos, predominando los silencios, las
oraciones y los cantos religiosos. Es una película no apta para todos los públicos
por su inmovilidad y “ausencia” de ritmo. Sin embargo, los aficionados al cine
más ascético y reflexivo encontrarán en ella algo sumamente atrayente.
Buffff, apuntadísima.
ResponderEliminarPor cierto, me encantaría ver los top ten de Woody Allen y Buster Keaton.
Un saludo.
Hola, David:
EliminarMe planteas dos top ten complicados, sobre todo el de Keaton, del que me falta visionar algunas obras importantes.
Un saludo.
Quedé estupefacto con edte filme, aquella secuencia del pic-nic entre Theo y Urania a la sombra del árbol es brillante. Un relato bárbaro de la lucha entre lo inasible del espiritu y lo erotico del cuerpo. Por cierto, ¿ya viste Post Tenebras Lux?
ResponderEliminarHola, Dan Chaplin:
EliminarAún no la he visto, pero caerá esta semana.
Un saludo.