“Despertarse
cada mañana conlleva un alto riesgo de incertidumbre”.
(Franz
Kafka, El proceso)
París,
1942. Robert Klein (Alain Delon) es un acomodado anticuario al que la ocupación
alemana del país le ha venido bien para sus negocios. Sin embargo, su vida comienza a
complicarse cuando la policía lo confunde con otro señor Klein, al parecer de
origen judío.
Desconcertante,
misteriosa, confusa y, a todas luces, notable película del gran realizador
estadounidense Joseph Losey. Mr. Klein,
deudora de la novela inconclusa de Franz Kafka El
proceso (y también de El doble,
de Dostoievski, aunque en menor medida) tanto por su trama farragosa como por
situar a su protagonista (un espléndido Alain Delon, asimismo productor de la
cinta) como víctima indefensa de un procedimiento legal que está más allá de su
capacidad de comprensión, supone una experiencia “pesadillesca” en torno a la
identidad del individuo, al Holocausto y a las inescrutables paradojas del destino. El filme
se alzó con tres Premios César, incluyendo los de Mejor película y Mejor
director.
Se
estima que durante el verano de 1942, alrededor de unos trece mil judíos
franceses que habían sido previamente fichados por la policía gala y la Gestapo,
fueron detenidos con la colaboración del Gobierno de Vichy para ser enviados a
los campos de exterminio que los nazis tenían en la Europa del Este. El punto
culminante de estos bochornosos acontecimientos, fue la llamada Redada del Velódromo de Invierno,
acaecida entre los días 16 y el 17 de julio, en la que miles de judíos
parisinos arrestados por la gendarmería francesa, fueron retenidos en el citado
velódromo antes de su posterior deportación. La película que nos ocupa, muestra
estos hechos históricos desde lo particular (la figura del señor Klein,
confundido por las autoridades con otro señor Klein que es judío) hasta lo
general (la multitudinaria y angustiosa secuencia final en el velódromo), optando
siempre por un clima de intriga y misterio que mantiene enganchado al
espectador desde sus primeros minutos, cuando se produce el error burocrático
que da pie al arranque de la trama. A partir de ahí, el personaje principal inicia la búsqueda
de su homónimo con el objetivo de demostrar que no se trata de él. Una búsqueda
lenta, pausada. Repleta de pequeños detalles y pistas falsas. Y que conduce a
una progresiva, cuasi “polanskiana” obsesión del protagonista con su “otro yo”,
hasta el punto de llegar a adoptar en ocasiones su identidad.
La
soberbia dirección de Losey destaca por el uso de largos planos secuencia,
especialmente en las escenas de interiores, las más abundantes, y por la
utilización simbólica de los espejos como “representación” de ese otro señor
Klein al que nunca vemos, pero que siempre está presente.
Me encantaría recuperar esta película que vi hace un montón de años y de la que guardo muy buen recuerdo, especialmente de su final desolador.
ResponderEliminarSaludos.
Hola ricard,
EliminarHarías bien en hacerlo, puesto que es uno de esos trabajos que se valoran más con cada visionado.
Un saludo.
Cuando comencé a ver cine de autor año 96 más o menos la alquilé en vhs en un videoclub que lamentablemente lo clausuraron hace varios años "Mastervideoclub", no sabía prácticamente nada de cine salvo que me guiaba un poco con los tomos de Deleuze y por películas me mis padres me nombraban de chico y también con el gran ciclo de cine de trasnoche "Función Privada", me pareció tremenda película, me gustó más que "El nido de la Serpiente", todo lo poco de cine que sé se lo debo a ese videoclub cerrado, abrazo Ricardo!!!!
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