Hamlet (Gamlet, 1964) de Grigori Kozintsev.

El príncipe Hamlet (Innokenti Smoktunovsky) se siente afligido tras la repentina muerte de su padre, rey de Dinamarca. Una fría noche, tras ser advertido por su amigo Horacio y dos centinelas, se dirige a las murallas del castillo de Elsinor, en donde el espíritu de su progenitor le confiesa que ha sido asesinado, reclamándole venganza.


El Hamlet de Kozintsev, lóbrego y taciturno, no sólo es la mejor y más brillante adaptación de Shakespeare al cine, sino que constituye además, uno de los ejemplos más precisos de lo que supone la perfección cinematográfica.

Su maestría es tal, que no tolera comparación alguna con cualquiera de las otras versiones que se han realizado sobre esta obra a lo largo de la historia.

La sombría y minuciosa puesta en escena sublima esta fantasmagórica tragedia en la que se exponen las pulsiones más bajas y mezquinas del género humano, que no por verse revestidas de una máscara vital apropiada resultan menos deleznables.


Los primeros planos de la película, en los que las sombras de la muralla se proyectan sobre un mar embravecido, sirven como preludio al torrente de pasiones ocultas sobre las que gravita el drama.

Visualmente muy bello, el filme cuenta con varias secuencias en verdad memorables; como el trágico duelo final entre Hamlet y Laertes y la posterior procesión funeraria, el interiorizado monólogo del ser o no ser entre las rocas de un mar agitado, la representación de los actores delante del anochecer marino, la conversación con el polvoriento cráneo del bufón Yorick o aquella en que se nos muestra a la suicida Ofelia sumergida entre las aguas, y que remite en su concepción al cuadro de Millais.


 Pero sin duda, la que se sitúa por encima de todas ellas por su arrebatadora fuerza expresionista, es la de la aparición del espectro del padre sobre las murallas del castillo bajo un cielo encapotadísimo; una de las secuencias más poderosas que ha podido contemplar en una pantalla quien suscribe estas líneas, cuyo halo sobrenatural y misterioso se ve reforzado por la enorme partitura de Dmitri Shostakóvich (una obra maestra en sí).

No obstante, la película no funcionaría sin una performance adecuada de su protagonista, y en ese sentido considero que nadie ha interpretado tan bien el complejo papel de Hamlet como Innokenti Smoktunovsky, de aspecto aletargado y voz perfecta.


Una maravilla, en definitiva, esta adaptación del clásico de Shakespeare. Merecedora de ser visionada una y otra vez.

1 comentario:

  1. Y dónde podría ver la película con subtítulos? No encuentro ninguna versión online.

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