Premios Esculpiendo el tiempo a lo mejor del año 2014*.


- Mejor película: Nebraska (ídem), de Alexander Payne.
- Finalista: Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive), de Jim Jarmusch.



- Mejor director: Pawel Pawlikowski, Ida (ídem).
- Finalista: Alexander Payne, Nebraska (ídem).



- Mejor guión: Jim Jarmusch, Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive).
- Finalista: Dietrich Brüggemann y Anna Brüggemann, Camino de la cruz (Kreuzweg).



- Mejor montaje: Affonso Gonçalves, Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive).
- Finalista: Morten Hojbjerg, Jacob Secher Schulsinger, Malene Stensgaard, Nymphomaniac. Volúmenes I y II (ídem).



- Mejor actor principal: Bruce Dern, Nebraska (ídem).
- Finalista: Timothy Spall, Mr. Turner (ídem).



- Mejor actriz principal: Marion Cotillard, Dos días, una noche (Deux jours, une nuit) y El sueño de Ellis (The Inmigrant).
- Finalista: Tilda Swinton, Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive).




- Mejor actor de reparto: José Sacristán, Magical Girl.
- Finalista: Jared Leto, Dallas Buyers Club (ídem).



- Mejor actriz de reparto: Agata Kulesza, Ida (ídem).
- Finalista: June Squibb, Nebraska (ídem).



- Mejor película de animación: El viento se levanta (Kaze tachinu), de Hayao Miyazaki.
- Finalista: La LEGO película (The Lego Movie), de Philip Lord, Chris Miller y Chris McKay.



- Mejor fotografía: Ryszard Lenczewski y Lukasz Zal, Ida (ídem).
- Finalista: Dick Pope, Mr. Turner (ídem).

- Mejor banda sonora: Hans Zimmer, Interstellar (ídem).
- Finalista: Alexandre Desplat, El gran hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel).


- Mejor dirección artística: Adam Stockhausen y Anna Pinnock, El gran hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel).
- Finalista: David Warren, The Zero Theorem (ídem).

- Mejor diseño de vestuario: William Chang, The Grandmaster (ídem).
- Finalista: Michael O´Connor, The invible woman (ídem).


TOP 10 2014:

1. Nebraska (ídem), de Alexander Payne.

2. Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive), de Jim Jarmusch.

3. Ida (ídem), de Pawel Pawlikowski.

4. Camino de la cruz (Kreuzweg), de Dietrich Brüggemann.

5. Her (ídem), de Spike Jonze.

6. Dos días, una noche (Deux jours, une nuit), de Jean-Pierre y Luc Dardenne.

7. La venus de las pieles (La Vénus à la fourrure), de Roman Polanski.

8. Enemy (ídem), de Denis Villeneuve.

9. El sueño de Ellis (The Inmigrant), de James Gray.

10. Oslo, 31 de agosto (Oslo, 31. august), de Joachim Trier.


*Sólo se han tenido en cuenta las películas estrenadas en España durante 2014.

Las diez mejores películas estrenadas en España durante 2014.


1. Nebraska (ídem), de Alexander Payne. Estados Unidos. Estrenada el 7 de febrero.


2. Sólo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive), de Jim Jarmusch. Reino Unido. Estrenada el 13 de junio.


3. Ida (ídem), de Pawel Pawlikowski. Polonia. Estrenada el 28 de marzo.


4. Camino de la cruz (Kreuzweg), de Dietrich Brúggemann. Alemania. Estrenada el 12 de diciembre.


5. Her (ídem), de Spike Jonze. Estados Unidos. Estrenada el 21 de febrero.


6. Dos días, una noche (Deux jours, une nuit), de Jean-Pierre y Luc Dardenne. Bélgica. Estrenada el 24 de octubre.


7. La venus de las pieles (La Vénus à la fourrure), de Roman Polanski. Francia. Estrenada el 31 de enero.


8. Enemy (ídem), de Denis Villeneuve. Canadá. Estrenada el 28 de marzo.


9. El sueño de Ellis (The Inmigrant), de James Gray. Estados Unidos. Estrenada el 27 de junio.


10. Oslo, 31 de agosto (Oslo, 31. august), de Joachim Trier. Noruega. Estrenada el 17 de enero.
Crítica

Orígenes (I Origins, 2014) de Mike Cahill.

“Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a él”.
(Louis Pasteur)

Ian (Michael Pitt) es un joven científico que trabaja en un proyecto sobre la evolución del ojo humano con el que se podría refutar la existencia de Dios.


Galardonada con el premio a la Mejor película durante el pasado Festival de Cine de Sitges, I Origins, del realizador estadounidense Mike Cahill, supone una poco convincente mezcla de romanticismo, drama amoroso, ciencia ocular y trascendentalismo New age que se articula sobre la ya resobada, y probablemente irresoluble, confrontación entre ciencia y creencia.


El arranque de la cinta no está del todo mal. De hecho, puede resultar hasta interesante. Ian, que realiza el doctorado en Nueva York, conoce en una fiesta de Halloween a una chica encapuchada a la que sólo se le ven los ojos. Tras mantener relaciones sexuales con ella, ésta desaparece sin haberse dejado ver el rostro. Ian no sabe nada acerca de la desconocida: ni su nombre, ni su dirección, ni su número de teléfono. Tan sólo conoce sus ojos heterocrómicos, a los que ha fotografiado y por los que se siente fascinado. Pronto comienza a buscarla, encontrando su pista en un enorme panel publicitario donde aparecen esos mismos ojos. Por otro lado, Ian encabeza un estudio científico con el que trata de identificar los diferentes estadios en la evolución del ojo humano. Si lo consigue, podría refutar la opinión de aquellos teólogos que se aferran precisamente a la naturaleza inamovible de este órgano como  principal prueba de la existencia de una inteligencia superior. Curioso, ¿verdad? Pues bien, el filme comienza a descarrilar a raíz de un trágico e inesperado accidente. Desde ese momento, la trama, que va perdiendo de manera progresiva los pies y la cabeza, vira hacia otra dirección con destino final en la India, cuna del espiritualismo de manual de quiosco. A lo absurdo del desarrollo hay que sumarle lo descafeinado de las interpretaciones y una pomposidad visual que no hace sino fomentar el pretencioso artificio. 

            Por cierto, no veo la ciencia-ficción por ningún lado…


Soundtracks: Pesadilla antes de Navidad (1993) de Danny Elfman.

Por Antonio Miranda.


            No resultaría nada fácil, a priori, conseguir una obra de tan alta calidad como la que nos ocupa tras componer magistralmente durante los años precedentes varias joyas de la música de cine. Elfman se enfrentaba a un auténtico reto; lo consiguió.

            El inicio de Pesadilla antes de Navidad es de una calidad sorprendente y, más diría si cabe, de una composición de formas, figuras y sonidos extraordinarios. La combinación no se reduce a la composición sobresaliente que el músico ya nos plantea de inicio, rebosante de arreglos acertados y ritmos controlados, culminados por la presentación majestuosa, inenarrable y apoteósica de Jack, sino que va más allá y la manera en la que director y artista enlazan imagen y partitura es de una grandeza única. Pareciera como si, de pronto, una nota resultara estrictamente la plastilina figurada de un personaje de la ciudad o, al instante, uno de ellos transformara su presencia en musicalidad que acompañara a la orquesta. Genial. Como digo, una narración y control del ritmo asombrosos por parte de Elfman que podríamos ejemplificar en los dos momentos más potentes de la musical introducción: la comentada aparición de Jack, en su gloriosa ascensión cual Divino Maestro de Halloween, y el final de este pequeño inicio, enlazado  habilidosamente con la escena posterior.


            Los diez primeros minutos merecen el reconocimiento de cualquier aficionado al cine. Un canto (musical) prodigioso, sin pausa, y con dos ámbitos claramente enfrentados, cada uno de ellos representado en las dos canciones que suenan: la fama, la alegría y lo social de la introducción y, por otro, el lamento, la soledad y la inquietud de la segunda parte de esta decena de minutos importantes en la historia. El compositor da forma a dos temas de altísima calidad y se enfrenta, en los momentos que no suenan, a una exquisita narración de la escena combinando con habilidad los motivos entonados que han sonado en boca de los personajes. Se inicia el problema en la existencia vital de Jack.

            Los tres personajes esenciales en esta primera mitad de metraje, Sally, Jack y el doctor, son descritos por Elfman de una manera notable: delicada, tragicómica y grotesca y presentándonos la agradable sorpresa, pocas veces ‘’visible’’ en una partitura para cine, de combinar los temas que, en principio, se refieren a cada uno, con las apariciones del otro y las menciones del tercero. En fin, un entramado de telaraña habilísimo donde cada nota describe y narra y enlaza con las siguientes y las inmediatas anteriores; donde la aparición repentina y frecuente de los temas cantados ofrece una visión distinta de la parodia sobre, ya no sólo la Navidad sino, abruptamente, la soledad del individuo y, en consecuencia, su propia naturaleza vital.


            ¿Os imagináis un personaje actual intentando cambiar nuestra Navidad hacia otros conceptos que no deriven en felicidad y alegría? Tal atrevimiento existe, el pensamiento de mucha gente lo aplica pero el sistema social lo prohíbe. Los habitantes de Halloween no, apoyan a Jack en su intento desde su mundo del terror y el miedo y dejan expuesta a la intemperie su trivialidad mental, ensalzando sin querer la genialidad de Jack Skellington. La música describe el mundo de la historia de una forma asombrosa, no para de sonar y marca el ritmo incluso desde antes de concebirse el argumento (Elfman compuso, bajo directrices de Tim Burton, todas las canciones previa realización del metraje).

            Las elucubraciones mentales concluyen; Skellington inicia su idea y los tres diabólicos niños preparan el asalto definitivo. La partitura llega al culmen musical de las canciones con esta escena, una maravillosa burla en forma de marcha; inolvidable. Sin embargo, no podríamos encontrar un instante superior al resto; la composición presume de un equilibrio compositivo exquisito, aun cuando es una obra con incesantes cambios de estructuras, ritmos y sensaciones, como lo son los diálogos, peripecias y situaciones. Un alarde de momentos e instantes musicales como pocas veces encontramos y con un detalle, a juicio de quien esto escribe, embriagador y solemne: Elfman no utiliza, para la forma de su partitura, ninguna referencia facilona y previsible a canciones típicas de la Navidad. Él mismo se vale y se sobra para mostrar su genio y envolver la historia en una seda musical insuperable.

Danny Elfman.

         El desenlace se mueve por derroteros similares al del resto de la partitura, obedeciendo al equilibrio comentado, pero con dos detalles finales hermosísimos. Por un lado, el compendio final, en un solo tema, de las canciones principales de la historia, fácilmente identificables por el espectador, pero variadas a tonalidades distintas y el encuentro definitivo entre Sally y Jack en el que el sonido de bajo clásico va marcando los golpes del caminar de ambos personajes, primero ella y después él. Exquisito.

            Concluyendo, nos encontramos ante posiblemente la banda sonora más trabajada y virtuosa de una película de animación. Sin duda, entre las mejores de la historia del cine en su vertiente genérica y que ha marcado un punto clave en la composición para el cine de su género. Un referente.



El silencio de un hombre (Le samouraï, 1967) de Jean-Pierre Melville.

“No hay soledad más profunda que la del samurái… salvo la de un tigre en la selva… tal vez”.

Jeff Costello (Alain Delon) es un metódico asesino a sueldo que en su último encargo ha cometido el error de dejarse ver por varios testigos.


Este admirable thriller policíaco, posteriormente imitado hasta la saciedad, constituye una de las cumbres de la filmografía del realizador Jean-Pierre Melville, y del cine francés en general. Partiendo de un minucioso guión escrito al alimón por el propio Melville y Georges Pellegrin sobre una novela poco conocida de Joan McLeod, la película se erige en el taciturno, trágico retrato de un killer al que interpreta de manera solvente un imperturbable Alain Delon en el que quizá sea su papel más recordado.


El filme se abre con un plano fijo en el que se muestra a Costello tumbado sobre la cama de su pequeño, viejo y deteriorado apartamento parisino. Lo vemos apurar un cigarro a la espera de que llegue la hora señalada. Llueve en el exterior. Dentro, el único sonido que se escucha es el del continuo piar de un pájaro enjaulado. Son las seis de la tarde de un sábado del mes de abril. Costello se levanta. Tras ponerse la gabardina y ajustarse el sombrero de un modo sutil frente al espejo, sale a la calle. A continuación roba un automóvil y lo conduce hasta un retirado garaje donde un tipo le cambia la matrícula. Mientras tanto ya se ha hecho de noche. La siguiente parada es el apartamento de su atractiva amante, con la que concierta la coartada perfecta. Una breve visita a la habitación de un hotel donde se juega una partida de cartas clandestina, y a la que se compromete a volver pasadas unas horas, supone el último paso antes de entrar en el club nocturno en el que se encuentra su víctima. Ahora sólo queda ser cauto y apretar el gatillo… Los descritos son los primeros quince minutos de metraje, y apenas ha habido diálogos. Melville, como en otros de sus trabajos, prefiere optar por una narrativa puramente visual. Y en esto es un verdadero maestro. Pocos cineastas han sabido dotar al silencio de tanta elocuencia como él.

En la trama de Le samouraï, aparte del protagonista, existen otros tres personajes que resultan clave para su desarrollo y resolución: la señorita Lagrange (Nathalie Delon, por entonces mujer de Alain Delon), la fiel amante de Costello; la pianista negra del club (Cathy Rosier), principal testigo del asesinato; y el persistente comisario de policía (François Périer), que está convencido de que Costello es el culpable a pesar de su coartada.


Melville otorga a su obra una puesta en escena sobria y desnuda, ajena a cualquier tipo de ornamento innecesario. Su dirección es puntillosa y elegante. La plomiza fotografía de Henri Decae y la jazzística partitura de François de Roubaix, contribuyen a favorecer la atmósfera melancólica de un relato con aura de tragedia clásica.

De entre sus muchas secuencias memorables, rescato la que transcurre en el interior del metro de París, ya casi al final, en la que diversos agentes tratan de no perder la pista del escurridizo Costello. Cine con mayúsculas. Simplemente impresionante.

Por si quedaba alguna duda, obra maestra absoluta.


Las diez mejores bandas sonoras de películas estrenadas en España durante 2014.

Por Antonio Miranda.

Variada mezcolanza de estilos tenemos en nuestra lista de las mejores partituras para los estrenos de este año. Merecido lo tienen todas, desde las más clásicas y sinfónicas hasta un nutrido grupo de tres arriesgados proyectos de música poco cómoda de escuchar pero, sin duda, de altísimo nivel. Un grupo de compositores ya afianzados y otros algo desconocidos. En fin, la lista que os ofrecemos y que, a nuestro juicio, se merece las mejores consideraciones y que han dejado fuera a otras, en principio, que ofrecían grandes esperanzas y resultaron bastante pobres. Aquí las tenéis:


1.  EL GRAN HOTEL BUDAPEST  (Alexandre Desplat).


La facilidad con la que el compositor francés nos hace ‘’ver’’, sentir y escuchar su música es una de las experiencias artísticas más gratas de la actualidad. Sus composiciones rebosan calidad sin objeciones y no es distinto el caso que nos ocupa. El empleo directo y claro de elementos folclóricos europeos podría llevarnos a la confusión de orientar la partitura hacia ese ámbito. Nos encontramos ante una partitura creada ‘’en negativo’’. El elemento principal es el bajo, oculto e introvertido como siempre lo es en la música. Gran opción del artista que adopta una orientación única sobre un mismo tema y, a partir de ahí, fabrica variaciones exquisitas sobre las que narrar y abordar el tema de la película. Una obra sencilla a primera vista pero que, no obstante, acoge toda la calidad que Desplat aplica a sus creaciones. Sin duda, la mejor banda sonora del año estrenada en nuestro país.



2. INTERSTELLAR (Hans Zimmer).


La habilidad con la que el compositor alemán muestra el instrumento del órgano en contadas ocasiones, las principales, y lo esconde durante toda la partitura con su continua presencia en segundas líneas es, sencillamente, asombrosa. Así plantea Zimmer su intención, trascendente y filosófica.

Nos encontramos ante una de las composiciones más serias y, sin duda con el paso del tiempo, que más se valorarán del maestro que revolucionó el cine de acción. Lejos de su conocido y repetido estilo, disfrutaremos de una filosofía musical que deleitará el oído de cualquier amante de la buena música y dará a conocer cómo se puede crear una maravillosa partitura para cine sin narrar nada de lo que ocurre en pantalla. La evocación mental de los análisis y conclusiones depende mucho de ella. La perturbada ‘’cuantización’’ del espacio existencial que provoca el escrutinio cuidadoso de la trama, apoyada en los instantes delicados y místicos de la música, hará que veamos esta película de forma muy distinta a lo predecible. Sin ninguna duda, la partitura para Interstellar ha supuesto la citada ‘’cuantización de la música clásica hacia la música cuántica’’. Disfrútala y piensa. Una de las bandas sonoras del año.



3. GODZILLA (Alexandre Desplat).


El carácter comercial y cuestionable de esta producción cinematográfica no debería ser obstáculo para el acercamiento serio y firme a una de las partituras más neuróticamente compuestas de los últimos tiempos. No te atrevas a escucharla si la relajación y el estatismo te hacen disfrutar de la vida; no dudes en no oír otra cosa si tu vitalidad interna pide lo contrario. De no ser por la relajación del artista en los fragmentos más pausados nos encontraríamos, sin ninguna duda, ante la banda sonora del año con muchísima diferencia. El carácter que Desplat imprime a la narración de su música es excelente y lo adereza, casi con obscenidad, mediante una combinación de planos musicales que pareciera nos encontráramos ante un vendaval inabarcable de arreglos, sonidos, detalles y excentricidades de un genio actual sin límite.



4.  CÓMO ENTRENAR A TU DRAGÓN  2 (John Powell).


…De cómo un trabajo comercial puede llegar a alcanzar las cotas más altas del arte. La partitura de John Powell para Cómo entrenar a tu dragón 2 está repleta de matices compositivos de altísimo nivel  que elevan a su creador hasta los grandes compositores de este año. Sin duda, Powell debería ser tenido en cuenta en proyectos de altísimo nivel, no digo comerciales (que ya los tiene), sino verdaderos intentos artísticos. Encasillándose en el mundo comercial y de animación ha demostrado que sus umbrales creativos están al alcance de muy pocos hoy día. Una obra exquisita, dinámica, narrativamente incuestionable y con una variante de sensibilidad única. Sin duda, de las composiciones del año y con un éxtasis artístico alcanzado en una escena de los más potentes en las películas de este 2014.



5. PERDIDA (Trent Reznor & Atticus Ross).


Composición muy seria y elaborada a base de sonidos tratados y orientados hacia lo electrónico. Pequeños fragmentos de sonoridades tipo ‘’Vangelis’’ y una única disposición melódica: el piano. Una partitura arriesgada y atonal cuya línea compleja y arriesgada, muy lejana a producciones comerciales, sigue el modelo de antiguos y reconocidos trabajos del autor. No recomendable para seguidores del sinfonismo y la escucha tranquila y fácil.



6. HER (Arcade Fire & Owen Pallett).


Trabajo muy estudiado, sencillo en estructuras y muy directo en intenciones. Minimalismo dulcísimo con una unidad y un equilibrio fundamentales para la historia, aspecto del cual han adolecido grandes y, en principio, favoritas producciones para estar presentes en esta lista. Lo que tiene, lo que presenta y lo que ofrece: todo en su justa medida. Sin fisuras como obra aplicada en pantalla y ligeramente por debajo en la vertiente de obra musical pura. Sin lugar a dudas, gran trabajo.



7. EL VIENTO SE LEVANTA (Joe Hisaishi).


Nos encontramos ante uno de los compositores más respetados del panorama musical para cine. Sus obras siempre cumplen y están, sin duda, a la altura de las mejores. Esta vez, el maestro japonés compone una partitura, muy meditada y seria, yéndose a vertientes que acarician su sinfonismo habitual pero sin convertirlo en único empleo de la obra. El carácter ligeramente costumbrista, mezclado con toques clásicos, nos ofrecerá una audición agradable. De las creaciones más importantes de este 2014.




8. NOÉ (Clint Mansell).


Partitura que invita a la audición paciente y detenida gracias a una mezcla poco común de conceptos e intenciones. Se hace imprescindible su escucha aislada para llegar a comprender cómo en la película juega funciones importantes que tal vez queden algo enredadas junto a los efectos sonoros (su hándicap más importante). Hemos de ‘’bucear’’ atentamente por la mayoría de los temas para sacar a flote la magnífica inclusión de elementos electrónicos compuestos con maestría por el músico, característica propia de su obra y que acuchillan lentamente el oído. Sin duda, una gran obra de uno de los mejores compositores actuales aunque, por desgracia, poco reconocido.




9. NEBRASKA (Mark Orton).


Rozando el mundo creado por Angelo Badalamenti para la película de David Lynch Una historia verdadera, Mark Orton ensambla los sonidos típicos del country para darle un toque instrumental extraordinariamente matizado mediante apariciones melódicas y bellísimas de instrumentos de viento. Gran partitura, seria y dinámica pese a su carácter tranquilo. Expresiva y embriagadora como pocas en este año. Su delicada aplicación a la historia se merece, sin duda, un puesto de honor entre las bandas sonoras de 2014.




10. ENEMY (Danny Bensi & Saunder Jurriaans).


Estudiadísima composición para oídos exigentes. El continuo minimalismo electrónico, combinado con toques angustiosos de los tonos más graves de la orquesta, hará disfrutar de la partitura únicamente a aquellos amantes de la música con sentido metafísico. Un uso muy potente de la descripción para imágenes y, en definitiva, una obra que presenta una personalidad firmemente perfilada y que, por moverse en dimensiones tan complejas, resulta fácilmente desechable. Esta debería ser la primera razón para acudir a ella. Gran obra.



GUÍA del CINE. Carlos Aguilar. 5.ª ed. corregida y aumentada. CÁTEDRA.


La editorial Cátedra, dentro de su colección Signo e Imagen, ha publicado recientemente la quinta edición, corregida y aumentada, de la monumental Guía del cine de Carlos Aguilar. Cabe recordar que esta obra fue publicada por vez primera allá por el lejano 1985. Desde entonces, las sucesivas ediciones de la misma han ido actualizando su contenido con el fin de resultar más completas. Se trata de un diccionario de películas de todos los tiempos ordenadas alfabéticamente. En cada uno de los títulos se incluye una ficha artística, una ficha técnica y un breve comentario por parte del crítico. Además, contiene dos índices: uno de directores y otro de títulos originales que facilitan su manejo. Pese a la irrupción de internet, donde el usuario puede acceder a casi cualquier tipo de información referida a cualquier filme, no deja de ser interesante tener a mano esta Guía del cine para realizar determinadas consultas sin necesidad de conectarse a ningún aparato electrónico. Otra cosa es que luego el lector cinéfilo coincida con la opinión vertida en las líneas por el autor, conocido por la inquina con la que apalea a determinadas películas y realizadores (de manera totalmente arbitraria en muchas ocasiones). A continuación, os dejo unos ejemplos para que así os hagáis cierta idea acerca de sus filias (Ford, Hitchcock, Wylder, Wenders, Eastwood…) y fobias (Huston, Kubrick, Coppola, Malick, Scorsese…) en materia cinematográfica:

Sobre Blue Jasmine, de Woody Allen: “Mediante su película previa, A Roma con amor, y ésta, el anciano Allen remonta su decadencia. Es más, Blue Jasmine supone una de sus mejores obras, en su magistral aleación de comedia de enredo y drama moral, donde brilla la perspectiva, crítica y respetuosa a la par, sobre los personajes, objetivamente despreciables, dentro de una espléndida estructura acronológica que el autor domina en todo momento, partiendo de un guión impecable y manejando admirablemente el reparto… Obra maestra, que resalta con brillo cegador en el cine americano coetáneo”.

Sobre El árbol de la vida, de Terrence Malick: “Insufrible engendro místico-ecologista, cuyo cargante y pueril trascendentalismo  se manifiesta mediante pomposas imágenes esteticistas, partiendo de una trama repleta de clichés. Un bodrio, propio de un cineasta que ha decepcionado la esperanza que despertó su debut”.

Sobre Eyes Wide Shut, de Stanley Kubrick: “Adaptación del Relato soñado de Arthur Schnitzler, donde la acción se desplaza de la Viena de los años 20 a la élite neoyorquina del momento. Las posibilidades cinematográficas del original, acerca del sentido y el valor de las fantasías eróticas y la paranoia sexual, naufragan en un relato aburrido y autocomplaciente, a la postre banal y hasta moralista, para colmo de males mal interpretado por Tom Cruise. Un dechado de gratuita fatuidad artística, típico del muy sobrevalorado Stanley Kubrick”.

Sobre The Master, de Paul Thomas Anderson: “Un dúo estelar insoportable (Joaquin Phoenix, en su imitación del Marlon Brando juvenil, y Philip Seymour Hoffman, del Orson Welles otoñal) protagonizando un trama más o menos alegórica, e interminable, sobre una secta de autoayuda que en ciertos aspectos recuerda a la Cienciología, dentro del irritante y tedioso narcisismo estilístico en que degeneró el autor tras sus prometedoras primeras películas”.

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